Entre el invierno y el covid: cómo reforzar nuestro sistema inmune

El 70% de las muertes en el mundo no son causadas por virus, sino por enfermedades no transmisibles, tales como las afecciones cardiovasculares, cáncer, lesiones producto de accidentes de tránsito y las adicciones, entre otras.

Salud Rumbos 924 
Ejercitar deporte mujer casa 
Foto 123RF
Salud Rumbos 924 Ejercitar deporte mujer casa Foto 123RF

El virus del COVID-19, como todos los virus, existirá por siempre. Algún ejemplo aislado, como la viruela, pudo ser declarada “erradicada”, pero no es lo más común en la historia. Lo esperable es que convivamos con viejos y nuevos virus, y tengamos que adecuarnos a esto.

Lo importante es saber que no todos los virus nos enferman. Quizás podrán provocarlo en quienes tienen las condiciones inmunitarias que lo permiten. En el siglo XX, la mayor potabilización del agua, las medidas de higiene, las cloacas, las vacunas y los antibióticos, evitaron que las enfermedades infectocontagiosas se llevaran puesta la vida de poblaciones enteras.

Hoy, en el siglo XXI, las enfermedades no transmisibles, como las afecciones cardiovasculares, cáncer, lesiones producto de accidentes de tránsito y las adicciones, causan más del 70 por ciento de las muertes.

Nuestra defensa natural es el sistema inmunitario: es el ejército que nos defiende de cualquier invasión externa, de cualquier elemento que el cuerpo no reconoce como propio... Pero sabemos que un ejército sin armas es débil e inútil, y no siempre registramos que nuestros hábitos de vida condicionan de manera sustancial el despliegue protector de nuestro sistema inmune.

Una dieta saludable es crucial para mantener a este “ejército” bien fuerte: debe ser baja grasa saturada animal e hidratos refinados, y rica en fibras, semillas, aceites vegetales y pescado. El consumo excesivo de grasas e hidratos a través de comidas rápidas, golosinas y fritos aceleran procesos oxidativos (como el envejecimiento celular) que deprimen cualquier defensa.

En contraparte, la actividad aeróbica de media hora, no menos de cinco veces por semana -que hasta puede ser una simple caminata a paso vivo-, nos aporta un beneficio físico y psicológico importante.

Por otro lado, el cuerpo humano se compara a un motor que necesita combustible para funcionar. Y la calidad de ese combustible dependerá de las bebidas y alimentos saludables que consumamos, tratando de evitar tóxicos como el tabaco o cualquier droga.

Otro punto fundamental a tener en cuenta: el estrés de la vida cotidiana. Si bien es complejo, hay que tratar de mitigarlo con actividades como la meditación, los espacios de silencio, jardinería, música tranquila y lectura edificante.

Además, fomentar momentos de espiritualidad, pensar nuevos proyectos y no sobredimensionar situaciones de conflictos. Todo esto colaborará para que entremos en otra sintonía que permita que nuestro físico y la psiquis se armonicen y ordenen. Si sentimos que hace falta, la consulta con un profesional médico o un psicoterapeuta nos acompañará en este aprendizaje de vida que es cuidar la psiquis y la salud en general.

La propuesta es tomar una actitud proactiva y sentir que se ponen en práctica actitudes útiles para enfrentar la vida, en un contexto de pandemia, pero con un estado inmunitario acorde para mantener la salud y la vida.

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