¿Cómo se define el precio de un vino y qué nos dice sobre él?

Son muchas las variables que entran en juego, algunas tangibles y otras no tanto. Tres especialistas analizan por qué las botellas valen lo que valen.

El precio de un vino no necesariamente indica si este es bueno o malo.
El precio de un vino no necesariamente indica si este es bueno o malo.

Recorriendo las góndolas de vinos, todos alguna vez nos preguntamos de dónde salen los precios que vemos. ¿Un vino caro es sinónimo de calidad? ¿Uno económico será indefectiblemente malo? ¿En qué instancia del proceso de producción se define el valor final ? ¿Por qué pueden tener distinto precio botellas que demandaron esfuerzos y costos similares de producción?

La fijación de precios en los diversos mercados, los costos de elaboración y la relación entre la oferta y la demanda son variables que entran en juego al definir el valor de un bien. Pero cuando hablamos de vinos, y sobre todo cuando ascendemos en la gama, también adquieren peso factores como el valor percibido de la bodega, el posicionamiento que esta busque respecto de la competencia, la complejidad de los frutos y, por supuesto, las tendencias y modas.

Los especialistas coinciden en que el rango de precio en el que se ubicará un vino se define ya desde el viñedo: “La uva marca la calidad y el trabajo que se hace en la finca determina el segmento y, por consecuencia, el precio con el cual va a estar en la góndola”, explica Alfredo Frigerio, gerente comercial de Familia Millán (Mosquita Muerta, Abrasado, Los Toneles y Fuego Blanco). A la vez, factores como el trabajo artesanal, el uso de barricas de calidad, el tiempo de añejamiento, el tipo de botella y de corcho, explican otros incrementos en los vinos de más categoría.

La exclusividad del vino es un factor central a la hora de ponerle precio.
La exclusividad del vino es un factor central a la hora de ponerle precio.

Sin embargo (y aunque no sea lo habitual), Thibault Lepoutre, enólogo de Piedra Negra, observa que existen vinos que, sin demandar mayor trabajo o inversión que otros, son más caros porque tienen más personalidad o son nuevos y originales. Incluso, en mercados como el francés, algunas etiquetas alcanzan valores exorbitantes por factores como la exclusividad: “Hay vinos provenientes de terroirs únicos de dos hectáreas en Borgoña, de los cuales se producen botellas de tres mil dólares, y esto se debe a la escasez del producto y no al trabajo que supone su elaboración, que es igual o menor al que demanda el Chacayes”, el vino ícono de Piedra Negra que se comercializa en torno a los cien dólares.

Pero lo cierto es que en la Argentina no existe margen para que el productor determine arbitrariamente cuánto quiere ganar por arriba del costo. Más bien debe ajustarse a los precios del segmento en el que compite. En este punto, “prima la decisión estratégica de negocio, por ejemplo, si quiere estar al mismo precio que los competidores de determinada categoría, deberá ubicarse detrás del líder para ganar nuevos consumidores o posicionarse arriba del precio de los líderes apelando a la diferenciación”, agrega Claudia Piedrahita, CEO de Dartley Family Wines (Casarena Bodega y Viñedos y Mythic Cellars).

Y hay más: la calidad de la cosecha también puede ser un factor decisivo. Cuenta Thibault que en Bordeaux la diferencia de precio entre vinos iguales de distintas añadas puede ser del triple. Pero aclara que esto no sucede en la Argentina, donde por lo general las vendimias son bastante parejas.

El precio está asociado al estilo, la uva y el rendimiento, pero también a otro factor, la subjetividad.
El precio está asociado al estilo, la uva y el rendimiento, pero también a otro factor, la subjetividad.

Puesta a explicar el concepto de alta gama, Claudia Piedrahita sostiene que el factor determinante es el terroir: “En la finca empieza todo, y desde allí procuramos que se exprese de manera grandiosa la zona. Los puntajes y el precio dan apenas una pista”, asegura. Asimismo, el trabajo artesanal y la visión del enólogo y de la bodega también son pilares fundamentales: “Lo primordial es llevar una historia y contar una realidad, una experiencia de la bodega que se plasma en una botella”, opina Alfredo Frigerio.

El precio de un vino no define su calidad. Para el enólogo de Piedra Negra, en nuestro país tenemos la posibilidad de acceder a vinos baratos y muy buenos. “Además, los de alta gama son relativamente coherentes y consistentes en su precio. Aquí hay pocas etiquetas super caras, y de las que probé ninguna me decepcionó”, subraya.

Piedrahita también considera que en la Argentina hay vinos de muy buena calidad en todos los segmentos. “Lo que indica el segmento son las características y el estilo del producto. Por ejemplo, en la línea de precio accesible, por debajo de los 1.000 pesos por botella, hay vinos más jóvenes, con estructura media, que se cosecharon más temprano, tienen más fruta y menos componente de madera; poseen su propio estilo y diferenciación, y pueden ser excelentes dentro de ese concepto”, describe la directiva de Dartley.

Finalmente, Frigerio coincide en que el precio está asociado al estilo, la uva y el rendimiento, pero también a otro factor: la subjetividad. “No se trata de poner en un pedestal el vino más caro, sino de cuál es el vino que le gusta o no a cada uno. En realidad, el ‘muy bueno’ es algo demasiado personal”, concluye el gerente comercial de Familia Millán.

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