Recuerdo de Arturo Illia

El 18 de enero se cumplieron 30 años de la muerte del ex presidente de la Nación, Dr. Arturo Illia. En estos tiempos de crudo materialismo es bueno recordar a personas como el fallecido que cumplieron con su deber.

Recordar a Illia es recrear la decencia, valor hoy perdido en el rincón de los recuerdos. Illia fue un presidente que cuando le usurparon el poder el 28 de junio de 1.966, salió más pobre que cuando asumió. En efecto, tuvo que vender su único inmueble de Cruz del Eje para abonar los gastos de la enfermedad terminal de su mujer.

Cuando fue presidente en el breve interregno de 1963-66  derogó los contratos petroleros que constituyeron una claudicación de la soberanía energética del país.

Sancionó la ley de medicamentos, a través de su ministro Oñativia, los cuales fueron a partir de allí bienes sociales, terminando con los monopolios. A punto tal fue importante dicha sanción que Onganía, el tirano que le siguió en la presidencia, derogó dicha ley y se volvió al monopolio.

En educación se destinó el 25% de los recursos presupuestarios, hecho que ningún gobierno, anterior ni posterior, le otorgó tanto a dicho rubro.

En materia internacional se negó a enviar tropas a Santo Domingo, que había sido intervenido militarmente por Estados Unidos. Pagó casi la totalidad de la deuda externa y vendió, en plena guerra fría, cereales a Rusia.

En materia política, prometió en su campaña electoral que posibilitaría el acceso del Justicialismo a las elecciones. Así se pudo votar libremente en 1965. La razón era simple: el peronismo de entonces se iba a “entreverar” en las lides electorales e iba a ganar en algunas provincias y en otras a perder. De este modo, el peronismo se convertía en un partido más, en la liza electoral. Los militares no entendieron. Después ellos tuvieron que entregar al peronismo en 1973, desde la intendencia de La Quiaca en Jujuy hasta la comuna de Río Gallegos en Santa Cruz, pasando por cierto por la presidencia de la Nación.

No hubo un solo preso político y existió la más absoluta libertad de prensa. No se atacó al diario Clarín, entonces en manos del frondizismo, que hizo mucho por denostar su imagen comparándolo con una “tortuga”. Nunca supo dicho diario ni tampoco Tía Vicenta ni la revista Confirmado, y la mayoría de la prensa de aquel tiempo,  que la tortuga es un animal que avanza, poco pero avanza.

En definitiva, recordar a Arturo Illia es pensar en la República, en las instituciones, en sus valores, en la democracia y la decencia de los funcionarios, ya que no hubo un solo integrante de dicho gobierno ni siquiera citado a indagatoria penal. Para los que no tuvieron la suerte de conocerlo, es bueno recordarlo. Para los que, como el suscripto, lo frecuentaron, es un deber, con unción, invocarlo.

Juan Fernando Armagnague - LE 7.662.430

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