Suárez y Abed, un binomio que se fortalece en medio de la tormenta

El Vice fue clave para que la oposición votara las leyes económicas que propuso el Gobernador. Una relación que se afianza con desayunos en el Cuarto Piso.

Suárez y Abed en la última Vendimia, días antes de que la pandemia borrara todas las sonrisas en el Gobierno.
Suárez y Abed en la última Vendimia, días antes de que la pandemia borrara todas las sonrisas en el Gobierno.

Con el acuerdo logrado para el apoyo de la oposicicón al paquete de leyes económicas que tiene a Mendoza Activa como protagonista, el oficialismo celebra la estrategia que lideraron el vigobernador Mario Abed y Enrique Vaquié, ministro de Economía. No es para menos, es el primer consenso trascendente desde que empezó la gestión de Rodolfo Suárez (sin contar la Ley de Emergencia por la pandemia aprobada en marzo).

Mientras se le da pelea al Covid-19, que obliga a recalcular decisiones y a postergar la agenda propia, el dúo Suárez-Abed parece consolidar un tándem que no se veía desde el que integraron Julio Cobos y Juan Carlos Jaliff, entre 2003 y 2007.

Café con azúcar, además de un vaso de soda, para Abed, que “cae desayunado”. Algo más nutritivo para Suárez, que puede incluir panificados lactales. “Cuando me ve se agarra la cabeza: ‘¿Cómo podés desayunar eso?. ‘Yo me como una tortita’, me dice y nos reímos”, le cuenta el Gobernador a Los Andes.

A veces acepta la sugerencia del presidente del Senado y azucara su infusión. Otras, opta por el edulcorante. Abed tampoco se resiste a alguna de las recetas sanas que consume, bien temprano, Suárez. La última que le compartió es a base de agua, limón y semillas de chía: “La anotó, vamos a ver si lo hace”, dice el primer mandatario.

Los desayunos compartidos en el cuarto piso de la Casa de Gobierno permiten correr el velo y dejar espiar, apenas, la intimidad del binomio que hoy conduce la provincia. Es el único ritual en donde están cara a cara, sin asesores ni intermediarios. Allí se habla, se intercambia y sobre todo, se sigue cultivando el lazo de confianza mutua.

“Ese momento es el que tenemos los dos solos para hablar de la agenda, pero también de nuestras familias y de nuestros nietos, porque los dos somos abuelos”, cuenta el vicegobernador. Abed rescata de Suárez la apertura y la constante comunicación que mantienen y disfruta –también- de los pocos momentos que permite la pandemia y la coyuntura.

Suárez, por su parte, se saca el sombrero ante su Vice porque “el apoyo es incondicional en todos los temas, desde el punto de vista político y humano. Es realmente un tipazo y me siento muy cómodo con él, hacemos un muy buen complemento”.

Esa sintonía de la que habla el Gobernador es muy notoria entre dos perfiles muy distintos: uno más urbano y el otro, con un ADN rural cercano a los sectores productivos. Si bien la fórmula surgió del acuerdo radical para las elecciones del año pasado, mucho tuvo que ver el ojo del ex intendente de la Ciudad para integrar a su par de Junín a la fórmula.

Quizás haya que incluir en esta historia algún desajuste, cuando la dupla estaba comenzando a andar, y que tuvo lugar en abril del año pasado. Abed se había cruzado duro con Ángel Leotta, el titular de la Corporación Vitivinícicola Argentina (Coviar), y a la brevedad fue Suárez el que puso paños fríos y recibió a los referentes de la entidad –Leotta incluido- para dialogar y cerrar heridas.

Un histórico dirigente radical le decía a sus colaboradores más íntimos que “un funcionario, para que funcione, tiene que estar contento”. Y Suárez parece haber tomado nota, por eso le encomendó al juninense la gesta que lo llevó, junto a Vaquié, por cada departamento para conseguir el apoyo a Mendoza Activa, que fue ley el último miércoles. Sabe que su Vice no pondrá reparos si tiene que almorzar en un parador humilde alejado a la ciudad. Al contrario, se lo agradecerá.

“Es un tipo de afectos, necesita sentirlo y demanda territorio, pero respeta el liderazgo del Gobernador. En eso Rodolfo es muy generoso para abrirle el juego”, cuenta alguien cercano a ambos. Otro punto a favor es que Abed es uno de los funcionarios del oficialismo que no reaviva el fuego en la oposición.

“Desde el primer momento me dijo que él quiere ser un vicegobernador con mucho contacto con la gente, en la calle. Le da cuerpo a algo que yo sostenía cuando era intendente, que es estar escuchando a la gente”, cuenta Suárez.

Por su parte, Abed acaba de concretar uno de sus sueños antes de la pandemia, que es “estar en cada uno de los departamentos”. Valora la confianza que se afirma en este tiempo, porque a cada lado que va, lleva “la palabra del Gobernador”.

Sin profundizar en la alineación planetaria de cada uno, se puede observar que una conducción como la de Suárez dista bastante de la jefatura que marcan las máximas de su signo, Aries, que atropella y confronta. El Gobernador busca el diálogo y lidera en forma horizontal. Por su parte, un capricorniano como Abed tiene bien en claro sus objetivos y va tras ellos, por eso recorrió la provincia buscando un acuerdo de todas las fuerzas, tal como quería el Gobernador y él también, claro.

El manual del buen Vice, que el actual tiene presente y aunque no esté escrito consulta en forma pemanente en la figura de Juan Carlos Jaliff, tiene entre sus máximas algo tan clave como que “la confianza”. Si bien es algo que se nutre y mantiene en el tiempo, ambos la practican a diario, dentro de lo que sus agendas -y la pandemia- lo permiten.

Para Jaliff, hay algunos mandamientos que se tienen que acatar para que la cosa funcione. Uno de ellos es el diálogo honesto: “En lo que no estás de acuerdo con el Gobernador, se dice en privado y antes de cualquier reunión”. En su caso, valora la confianza que Cobos depositó en él para ser el vocero de las reuniones de gabinete que tenían lugar los lunes en el cuarto piso.

“Cuando Cobos se iba de viaje, yo me iba a la casa de Gobierno pero me quedaba en la oficina de al lado. Hasta que un día -porque su secretaria le contó- me dijo: ‘Juan Carlos, cuando yo me voy vos sos el Gobernador y el despacho es este. Te instalás acá’”, recordó Jaliff.

El coronavirus lo tiene a Suárez dentro de la frontera provincial, con apenas un puñado de viajes a Buenos Aires. Sin embargo, aseguró que “no tendría problema” en que Abed ocupara su despacho porque “es algo simbólico, pero ni lo hemos hablado”. El Vice ya avisó que “jamás” se sentaría en el sillón de San Martín ante la ausencia del Gobernador porque “esa es su oficina”.

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