La pobreza se disparó al 44,2% por la cuarentena, según estudio de la UCA

Así lo informó la encuesta del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Si no hubiera Tarjeta Alimentar, IFE y AUH, la pobreza alcanzaría al 53,1% y la indigencia escalaría al 27,9%.

Cifras. Si no hubiera Tarjeta Alimentar, IFE y AUH, la pobreza alcanzaría al 53,1% y la indigencia escalaría al 27,9%. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.
Cifras. Si no hubiera Tarjeta Alimentar, IFE y AUH, la pobreza alcanzaría al 53,1% y la indigencia escalaría al 27,9%. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes.

El flagelo de la pobreza por ingresos avanzó 3,4 puntos porcentuales hasta afectar al 44,2% de la población de la Argentina y la indigencia se incrementó 1,2 puntos hasta alcanzar al 10,1%, según el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica.

Así, tanto la pobreza como la indigencia alcanzaron los niveles más altos al menos desde 2010, cando comenzó la serie publicada por el Observatorio. Ambos indicadores se vienen incrementando de forma sostenida desde 2017.

En diciembre de 2019, la UCA informaba que el 40,8% de la población era pobre y los indigentes eran el 8,9%.

El estudio de la UCA reveló otros datos que son aún más duros. El 16% de los chicos de cero a 17 años es indigente y el 64,1% es pobre. Para este y otros sectores, la asistencia del Estado ha sido crucial en la convivencia con el Covid-19.

El análisis indicó que si no hubiera Tarjeta Alimentar, IFE, Asignación Universal por Hijo y otros programas ni pensiones no contributivas, la pobreza en la Argentina hoy sería del 53,1% y la indigencia llegaría al 27,9% de la población.

La Tarjeta Alimentar y el Ingreso Familiar de Emergencia, que se pusieron en marcha este año, evitaron 10,2 puntos porcentuales extra de personas bajo el umbral de la indigencia.

Agustín Salvia, director de Investigación del Observatorio, dijo que la situación social viene agravándose en los últimos años, desde 2017, y si bien señaló al Covid-19 como un agravante, aclaró que hay algo más profundo que genera esta situación.

“Gobierne quien gobierne, ciclos económicos más o menos, los pisos de pobreza han estado alrededor de los 25, 27 y 28 puntos en materia de pobreza”, lamentó Salvia. El flagelo varía, pero la tendencia no baja de ese umbral.

El experto agregó: “Básicamente, mantenemos una situación de pobreza crónica y de pobreza extrema en materia e ingresos monetarios que si no es estable tiende a crecer como tendencia sistemática y esto no es nuevo en la Argentina”.

La tasa de indigencia urbana otorga datos preocupantes. Entre los chicos de cero a 17 años, sufre hambre el 16%. De 18 a 29 años, la indigencia afecta al 9,1%; entre 30 y 59, afecta al 9,4%; y más de 60 años, al 1,3%.

Por otro lado, el 64,1% de los chicos de cero a 17 años son pobres; el 44,1% de quienes tienen entre 18 y 29 años no cubren la canasta básica; el 41% de los que tienen entre 30 y 59 año sufren la misma problemática; y al 14,4% de los mayores de 60 años les ocurre lo mismo.

Entrada y salida

Salvia explicó que hubo “mucha fluidez” y “mucho cambio de situación” entre los estratos de pobreza e indigencia a lo largo de la pandemia. Esto fue debido a un impacto heterogéneo del Covid-19 respecto de las políticas de aislamiento.

También hubo comportamientos dispares entre personas y familias ligadas a distintos sectores y actividades, entre los que hay rubros que perdieron muchos empleos y otros que no, o los que recibieron compensaciones económicas o ayuda del Estado y otros que no.

“Hay un 10% de la población que no era indigente y cayó en la indigencia. Y un 7% de población que estaba en la indigencia, salió de ahí”, dijo Salvia. Esto último fue, básicamente, por la ayuda del Estado.

Y agregó que esto fue producto también de los movimientos que ocurrieron al interior de la estructura social en términos de transferencias de ingresos y oportunidades de mantener o no los empleos o las changas.

Salvia añadió que algo similar aunque con menor fuerza ocurrió con la pobreza. Hubo un 14% de la población que entró en la pobreza y un 9% que salió de la pobreza. “Las diferencias netas hacen referencia al incremento neto que registraron la indigencia y la pobreza”, indicó.

Un indicador muy llamativo

El indicador sobre la evolución de la autopercepción de ingresos adecuados es subjetivo, porque se construye sobre la base de una opinión formada por el “jefe o jefa de hogar” sobre cuánto les alcanzaron los ingresos que tuvieron.

“Hubo un fenómeno que ocurrió en el contexto Covid. Es un dato llamativo y relevante, dado que en un contexto de una crisis de oferta y demanda de bienes y servicios producido por el confinamiento, hubo hogares que cayeron en la pobreza pero percibieron que sus ingresos les alcanzaron más que en otro momento”, apunó Salvia.

En ese contexto, hubo una caída del 57% al 48% de los hogares que declararon que los ingresos no les alcanzaron para cubrir sus necesidades totales de bienes y servicios, en base a la percepción durante el confinamiento.

En paralelo, aumentó 33,7% al 43,9% la cantidad de hogares a los que les alcanzó el dinero pero no tuvieron margen de ahorro alguno. Y los que pudieron ahorrar bajaron del 9,3% al 8,1%.

Salvia dijo que la autopercepción de mayor alcance de los ingresos a pesar de haber caído por debajo de la línea de la pobreza está ligada a una relativa desaceleración de la inflación en los meses de confinamiento.

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