Se soltaron los perros, atacaron a un albañil y a su hijita y deberán indemnizarlos con $1,5 millón

Las víctimas fueron atacadas por dos canes en Godoy Cruz en mayo de 2018. Los dueños de los animales deberán responder por los daños físicos y psicológicos. La niña recibirá $150.000 con los que la jueza recomendó comprarle una computadora para estudiar.

Imagen ilustrativa
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Los dueños de dos perros que se soltaron de sus correas y atacaron a un albañil y a su hija de 4 años en el barrio ATSA de Godoy Cruz, deberán pagarles a las víctimas más de 1 millón 500.000 pesos a modo de indemnización por el ataque sufrido.

La jueza Marcela Ruiz Díaz, del Tribunal de Gestión Asociada Segundo, consideró que el hombre debe recibir 1.207.884.02 pesos por las heridas recibidas y, en concepto de daño moral, 50.000 pesos, cifra comparable a un celular de mediana tecnología.

En cuanto a la niña, que en ese momento iba al jardín de infantes, deberá recibir 150.000 pesos por el estrés postraumático que le generó el ataque canino. Para calcular esta cifra la magistrada consideró -y aconsejó a los padres- que con ese dinero “pueden adquirir una computadora, mediante la cual pueda desarrollar sus estudios en la escolaridad primaria, incluso teniendo en cuenta la situación de pandemia en la que nos encontramos y los métodos de enseñanza remota que se ven implementados actualmente en los establecimientos educativos”.

Dos perros bravos

Una tarde de mayo de 2018, Alejandro P., un albañil de 27 años, iba caminando junto a su pequeña hija de 4 años y su sobrina por la vereda de la manzana “H” de barrio ATSA de Godoy Cruz, cuando vieron a unos 5 metros a dos personas que tenían dos perros, uno marrón y otro negro, atados con sus respectivas cadenas.

Inesperadamente, los perros se soltaron y atacaron a Alejandro y a su hija, mordiendo a ambos, en tanto que su sobrina corrió hacia la esquina y evitó ser atacada. Según la demanda, el perro negro atacó al hombre, mientras forcejeaba con el perro marrón, que se había abalanzado sobre la nena.

Finalmente, “tras largos minutos” los dueños de los animales -llamados “Doc” y “Rito”- lograron contenerlos, atarlos nuevamente y llevarlos a su casa.

Tras el ataque, padre e hija “muy doloridos y sangrando” fueron a la guardia del hospital Paroissien, de Maipú, donde al padre le suturaron una herida en la pierna derecha con seis puntos y a su hija le practicaron curaciones en sus heridas y raspones.

Luego, el herido decidió efectuar la denuncia en la comisaría Séptima, los uniformados fueron a la casa de la dueña de los animales y la mujer declaró que había visto cuando “Doc” y “Rito” mordieron a las víctimas.

Finalmente, el hombre inició una demanda civil contra la dueña de los canes solicitando en concepto de incapacidad laboral, parcial y permanente 80.000 pesos y 10.000 por las lesiones sufridas por la menor. Además, en concepto de daño moral y psicológico, reclamó 50.000 pesos para él y 150.000 para la menor.

Si el animal se soltó, la culpa es del guardián

El fallo advierte, tal como establece el nuevo Código Civil, que “las actividades que utilizan animales se pueden considerar riesgosas o peligrosas” y “si el animal se soltó sin culpa de los que lo guardaban, hay responsabilidad del dueño o guardián, porque se trata de una responsabilidad objetiva. En el Código anterior esto era una causal de eximición, que ahora desaparece”.

Luego agrega que “corresponde responsabilizar al dueño de un can por las heridas sufridas por la reclamante en su brazo, si se acreditó mediante la prueba testimonial que éstas fueron ocasionadas por la agresión que recibió por parte del animal al pasar caminando por la vereda de la casa de aquél, la cual no estaba correctamente protegida con un alambrado apto para contenerlo”.

Pero eso sí, “el perjudicado debe probar en forma cierta que la cosa -en este caso el perro- intervino en la producción del perjuicio, resultando insuficiente la mera existencia de una situación de riesgo provocada por una cosa, para que su dueño o guardián deba responder”.

En albañil en este caso, sufrió mordedura de can en miembro inferior derecho (muslo derecho cara antero lateral de 23 mm de longitud por 6 mm de ancho, siendo este el tamaño de la cicatriz subsistente) que le dejó algunas secuelas físicas.

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