“Rengo” Aguilera: sus días en prisión y el futuro incierto de la barrabrava del Tomba

Mientras está preso en Almafuerte y con el fútbol detenido por la pandemia, se dirime el destino de la hinchada que supo liderar con su clan.

Pese a que en julio de 2017 Aguilera fue condenado por violencia de género, se mostró activo tanto en “lo deportivo” como en la venta de drogas. Foto: Archivo / Los Andes.
Pese a que en julio de 2017 Aguilera fue condenado por violencia de género, se mostró activo tanto en “lo deportivo” como en la venta de drogas. Foto: Archivo / Los Andes.

Daniel “El Rengo” Aguilera está preso en Almafuerte, cumpliendo una condena de 12 años por venta de drogas pero ¿sigue liderando la hinchada de Godoy Cruz Antonio Tomba desde la cárcel? ¿Podrá seguir haciéndolo a través de sus dos hermanos, si ahora ellos están prófugos de la Justicia? ¿Puede surgir una facción que reemplace al clan Aguilera? ¿Podrían convivir en la tribuna tombina dos facciones antagónicas? A la espera de la vuelta del fútbol, estas son preguntas que se hacen los simpatizantes del club y que se analizan en esta tercera entrega que aborda la vida delictiva y “deportiva” de Aguilera.

El último partido que jugó el Tomba fue contra Boca, el 14 de marzo pasado, cuando perdió 4 a 1 en el Malvinas Argentinas. Después llegó la cuarentena obligatoria, y con ella, la paralización del fútbol en todo el país.

Ahora se anuncia la vuelta de los entrenamientos para septiembre, abriéndose la posibilidad de la vuelta del fútbol, algo que será -tal como sucede en todo el mundo menos en Austria- sin público en las tribunas y sólo para que sea visto por televisión.

Así las cosas, como muchas actividades, la de los barrabravas de todo el país se encuentra en un larguísimo impasse que terminará cuando exista una vacuna y se pueda volver a las tribunas.

En ese contexto, la situación de los barras de Godoy Cruz es muy particular. Desde que Aguilera fue detenido en mayo de 2017 por un caso de violencia de género, la barra tombina no quedó acéfala, como algunos pensaron, porque siguió liderándola desde la cárcel, a través de sus hermanos Diego (40) y Walter (37), junto a otros parientes como el padre, los sobrinos y las sobrinas.

Esa situación se mantuvo aún cuando en julio de 2017 fue condenado a seis meses de prisión por lesiones leves agravadas por el vínculo y violencia de género, por haber golpeado a su ex mujer.

Diez días antes de que cumpliera esa condena, en septiembre del mismo año, fue imputado por liderar una banda dedicada a la venta de drogas, causa que lo llevaría a ser condenado a 12 años de prisión, en julio pasado.

Desde el maltrato a su ex, en 2017, hasta hoy, Aguilera se mostró activo tanto en “lo deportivo” como en comercio de estupefacientes. La mejor prueba de ello es que, mientras era juzgado por drogas, se encontraba dirigiendo una operación de cinco kilos de cocaína que le mandaron por encomienda desde Tartagal, Jujuy, y que fue detectada por Tango, un perro antinarcóticos en un control de Gendarmería en Cabeza de Buey, Salta.

La Justicia salteña cambió la droga por harina y organizó una “entrega vigilada” hacia Mendoza. El sábado 1 de agosto, una mujer se presentó a buscar el paquete y fue detenida: era la ex de Aguilera. Dijo que él la había mandado. Se volvió a allanar su celda: encontraron en una mesa, en un compartimiento secreto, sus útiles “de oficina”: anotaciones y algunos dispositivos de telefonía celular.

El futuro de la barra tombina

Mientras que Daniel sigue activo desde el penal Almafuerte algo ha cambiado: sus dos hermanos, que han sido siempre sus lugartenientes, se encuentran ahora en problemas.

El 7 de junio, la Justicia federal ordenó un megaoperativo en el barrio La Gloria, donde se realizaron 40 allanamientos, que dejaron 16 detenidos. Además, se secuestró droga y un verdadero arsenal.

La Policía tenía entre sus objetivos detener Diego Aguilera y a su hermano, Walter. Lo cierto es que no se los encontró y hasta hoy ambos están prófugos. Algunos dicen que seguirán en esa condición “hasta que se les termine el dinero”.

Pues bien, con los tres hermanos del clan fuera de juego al menos físicamente –aunque activos por teléfono- la barrabrava de Godoy Cruz estaría virtualmente acéfala. Aunque algunos piensan que por teléfono pueden seguir ejerciendo su poder.

Algunas fuentes consultadas para esta nota sostienen que, en general, la experiencia indica que cuando el líder de una hinchada muere o cae preso se produce un vacío de poder que es aprovechado -con apoyo tácito o no de los dirigentes- por otras facciones que estaban expectantes.

Este podría ser el caso que vive Godoy cruz, donde hay grupos de hinchas cercanos a Aguilera, como los del barrio Huarpes o Pablo VI, y otras facciones no tan cercanas, como las del barrio Sarmiento y Campo Papa, que se solían ubicar en la platea descubierta. Después de la pandemia estos grupos podrían intentar quedarse con el dominio de la hinchada.

Otra posibilidad es que el negocio de las hinchadas admita dos facciones que convivan más o menos pacíficamente, como pasa en algunos clubes de Buenos Aires y también en el ámbito local: en San Martín están los Leones y los Mandigas; en Huracán Las Heras los del Santa Teresita y los del 26 de Enero.

La violencia en el fútbol argentino es una epidemia invencible: es el único país en el mundo en el que, desde hace años, los partidos sólo son presenciados por las hinchadas locales.

En México, donde la violencia urbana es un verdadero flagelo, los hinchas pueden mezclarse en las tribunas pacíficamente.

¿Podría con la vuelta del fútbol generarse una guerra entre facciones por el dominio de la barra tombina? Las opiniones están divididas pero algunos observadores ponen como ejemplo la violenta situación que se vivió en el Bautista Gargantini en febrero pasado, cuando Independiente Rivadavia jugaba contra Atlanta.

A los 8 minutos “Los encapuchados” ingresaron a la tribuna armados con palos, cuchillos y armas para enfrentar a la gente del barrio Parque Sur. El partido se suspendió. Hubo corridas, heridos y amenazas por las redes que la pandemia dejó en stand by.

Todos dicen que la interna en la Lepra surgió luego de que fuera asesinado el líder de la barra, Alfredo “Camel” Jofré, en febrero de 2019. ¿Podría pasar algo así en Godoy Cruz?

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