Las escuchas a “El Rengo” Aguilera confirmaron la venta de droga dentro y fuera de la cárcel

En la tercera audiencia del juicio los jueces escucharon conversaciones con dos colaboradores imputados y con otros presos.

“Más vale que estén haciendo las cosas bien porque van a terminar en cana”, se escucha a Aguilera decirle a sus secuaces.
“Más vale que estén haciendo las cosas bien porque van a terminar en cana”, se escucha a Aguilera decirle a sus secuaces.

Las escuchas telefónicas y las investigaciones “de campo”en las que se verificaron las comprometedoras conversaciones fueron el tema central de la tercera jornada del juicio que tiene como protagonista a Daniel “El Rengo” Aguilera (38), el ex líder de la hinchada de Godoy Cruz, acusado ahora de liderar una banda dedicada a la venta de droga.

Feliciano Soto, uno de los gendarmes que lideró la investigación, declaró el miércoles por la tarde y, ante las preguntas de la fiscal de Cámara, María Gloria André, relató cómo se llevó adelante la pesquisa: desde la denuncia hasta las escuchas y las posteriores tareas de vigilancia.

Es que Gendarmería Nacional, tras escuchar las conversaciones entre Aguilera y los otros imputados -Marcelo Ruiz (31), Cristian Oliva (35) y los penitenciarios Rodrigo Barrios y Rodrigo Lizardo- realizaba tareas de campo. Así, se lograron tomar fotos de algunos de los guardias implicados reuniéndose con Ruiz y Oliva en la vía pública.

También hay registros de vigilancias realizadas en la cercanías de la casa del barrio Ruiseñor de Godoy Cruz. Se trata de una vivienda que pertenece a Aguilera y que era una suerte de cuartel central, desde donde se distribuía la droga, siguiendo las instrucciones que Aguilera daba desde la cárcel de Boulogne Sur Mer.

Órdenes desde el penal

En las conversaciones telefónicas registradas queda claro el liderazgo de “El Rengo” a la hora de organizar las tareas.

Aguilera tenía en su celda dos teléfonos que usaba con distintos chip para no ser identificado. Con uno hablaba sólo con Oliva; con otro, conversaba con mujeres; con un tercero, vendía droga dentro del penal, según dice la acusación.

Los jueces pudieron escuchar audios donde otros internos le pedían “mandame una de 100”, “una de 200”, “una de 500”, “una negra”, “una potente”, en referencia a dosis y tipos de estupefacientes.

En cuanto a la relación con sus “colaboradores”, se pudo escuchar al barra tombino decirle a Oliva: “Hay cuatro bolsas, todas en piedra, te pedí 125... Te pedí molido, ahora tengo dos horas para hacer lo otro”.

Y luego decirle a Ruiz: “¿Cómo me mandás así?, si estoy tratando de mejorar es para no estar metido en la celda tanto tiempo y más haciendo eso (moliendo la droga). Los dos juntos no van a tener cabeza para hacer las cosas bien. Más vale que estén haciendo las cosas bien porque van a terminar en cana. Yo les digo: ‘Tienen que hacer las cosas’ y las hacen mal”.

En cuanto a la venta callejera, se reprodujo en la sala de debate la siguiente conversación de Aguilera con Oliva: “Tenés que llevar 10 y te van a dar 3.000. Decime cuando tengas todo listo. En la puerta del hospital Español, ahí va a salir una señora, ya te digo cómo está vestida y cómo se llama y qué tenemos que darle, viste esa remera que le diste al Cristian”.

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