Una historia ferroviaria: el tren de los muertos

El tren de los muertos llevaba los ataúdes tapados por una lona y en el coche viajaban las familias que le daban su despedida.

En el año 1865, la colonial Buenos Aires se ve azotada por una devastadora epidemia de cólera. Debido a la gran cantidad de muertos, el gobierno nacional, cuyo presidente era Bartolomé Mitre, decide habilitar, el 28 de abril de 1867, el “Cementerio del Sur”, en el barrio de Parque Patricios.

El 27 de enero de 1871 se inicia una nueva epidemia, la fiebre amarilla, el 14 de abril de 1871, con el cementerio del Sur colmado, se decide habilitar el Cementerio de la Chacarita

Traslado de fallecidos

El nuevo Cementerio estaba alejado, esencialmente por la precariedad de la Ciudad, tanto en su infraestructura edilicia, calles y vías de acceso, como por la falta de agua potable, cloacas y servicios esenciales. La fiebre se inicia en un conventillo del barrio de San Telmo.

De tal forma, el traslado de los muertos al nuevo cementerio, que no resultaba sencillo por el pésimo estado de los caminos, provoca que la Provincia de Buenos Aires, por entonces propietaria del Ferrocarril del Oeste, decida tender un ramal por la actual avenida Corrientes hasta Chacarita.

Dada la urgencia de la situación, se utilizaron cuadrillas de entre 600 y 800 trabajadores, nivelando el terreno para tender durmientes y rieles en tiempo récord.

El tren de los muertos llevaba los ataúdes tapados por una lona y en el coche viajaban las familias que le daban su despedida.

La conocida La Porteña fue la locomotora que tiró de aquellos coches y vagones. El servicio funcionó hasta 1886.

Las epidemias muestran las miserias, los excesos, las ensoñaciones de poder absoluto, pero también la grandeza y el heroísmo. La historia debiera servir para recoger las enseñanzas y no repetir los errores. Cuestión que no ocurre

Domingo Faustino Sarmiento utiliza como herramienta de traslado de los muertos y otros menesteres al ferrocarril. Hoy eso no ocurre. Recordemos nuestro trabajo sobre la historia de los Trenes Sanitarios oxidados, destrozados, abandonados.

Las primeras locomotoras que llegaron a nuestra tierras fueron bautizadas como “La Porteña” y ¨La Argentina.

El primer maquinista de La Porteña se llamaba Alfonso Covassi, un italiano de la Toscana, y podemos decir que empezó con el pie izquierdo.

Pero, 1871 no sólo le cambió la vida a los porteños, sino también a “La Porteña” que pasó de ser una elegante formación de viajes y paseos a convertirse en un tren fúnebre. Este fue rebautizado como “El tren de la muertos”.

El maquinista que condujo este triste tren fue John Allan. Este tren de la muerte sólo llevaba cajones.

En cuanto a la muerte: como decimos más arriba, difieren las cifras: los que tuvieron más víctimas son los italianos con casi 7.000 decesos, los argentinos y afroargentinos, casi 6.000 y los españoles cerca de 2.000 y alrededor de 2.500 entre alemanes, franceses, ingleses y otros.

John Allan también murió víctima de la fiebre amarilla.

Es decir, desde ese entonces, el ferrocarril cumplió un papel fundamental en pos de la salud.

La lucha contra el mal de Chagas, emprendimiento que encabezó el doctor Salvador Mazza, utilizó al ferrocarril como herramienta primordial de esa lucha. Luego, esa herramienta, el ferrocarril jugó un papel sustancial en las políticas del ministro de Salud de los primeros gobiernos peronistas, Ramón Carrillo.

Trenes sanitarios

En talleres Tafí Viejo se construyó el Tren Alma, aprovechando el diseño aerodinámico del tren a Capilla del Monte, este Hospital rodante, cumplió una labor extraordinaria en la prevención, asistencia, curación, vacunación, en su vasto recorrido.

Hoy, en los países como España o Francia, han transformado formaciones de alta velocidad en hospitales ante la pandemia Covid 19.

Nuestros Trenes Sanitarios funcionaron hasta que Menem llegó, quien privilegió la industria del autotransporte automotor, el objetivo fue parar los ferrocarriles, y los paró. Luego, todos los gobiernos, hasta la actualidad continuaron con esta política.

Para ellos la salud de los habitantes no es fundamental.

El sistema de salud ferroviario fue derrumbado. 83 hospitales cerrados. El Policlínico Central hoy es un criadero de ratas; este fue otro tren de la muerte.

Si hoy el sistema ferroviario estuviera en funciones y esplendor… la pelea contra la pandemia tendría un aliado esencial entre rieles, metales, vagones y coches recorriendo el país… hospitales, centros sanitarios en los rincones más apartados de nuestra Argentina hoy devastada.

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