Una esperanza para Mendoza, con el reloj que juega en contra

Si resulta exitosa la exploración en el lado mendocino de Vaca Muerta, será el principal legado de Suárez, pese a las demoras en el inicio del proceso. Los resultados se verán en los próximos gobiernos y el impacto en la economía y el empleo serán notorios. Pero hay que apurar los tiempos para no perder oportunidades y millones de dólares.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

El acto pareció uno más. Hubo fotos de funcionarios sonrientes con mamelucos y cascos, selfies del gobernador Suárez con los trabajadores y declaraciones de rigor. Pero puede que haya sido quizás el hecho más trascendente de una gestión flaca en hechos que la trasciendan. La exploración iniciada en “nuestra” Vaca Muerta puede significar en la próxima década el esperado salto de la estancada economía mendocina.

De ser exitoso el operativo, esa zona perdida en el sur del sur, que hoy es puro campo sin nada en varios kilómetros a la redonda, se poblará en los próximos años con cientos de operarios, camiones y camionetas.

El plan inicial son 192 pozos. Pero esos son sólo los proyectados por YPF. El éxito de esta perforación piloto será un atractivo para otras petroleras con yacimientos en la lengua norte de Vaca Muerta. De hecho, ya hay algunas otras empresas analizando inversiones en la zona.

Por supuesto, hay un problema: los tiempos. En el Gobierno hablan de seis a siete años para completar el plan de inversión, que podría llegar a los 1.500 millones de dólares. En la petrolera estatal, de 10 años al menos. Eso implica que habrá que esperar mucho para ver el impacto completo tanto en el Producto Bruto Geográfico (PBG) como en el empleo, además de la recaudación fiscal.

Pero todo depende. Ese plan a largo plazo puede acelerarse si lo que se encuentra supera las expectativas. En Chachahuén, el último yacimiento estrella de crudo convencional, se perforaron casi 200 pozos en un año.

Por ahora es todo condicional. El camino es largo y habrá que esperar para tener algunas certezas.

YPF comenzó una perforación en el yacimiento CN VII que debe llegar a los 2.600 metros de profundidad. Cuando se alcance esa meta, iniciará otra igual a 20 metros de distancia. Durante el proceso, se harán análisis sedimentológicos, mineralógicos y otros para empezar a determinar las potencialidades. Va a ser un “boca de urna” que mostrará una tendencia.

Luego se pasará a la perforación horizontal. Para eso, en 45 días llega a la provincia el set de fractura. Serán 1.000 metros, que en uno de los pozos se harán hacia el norte y en el otro, hacia el sur, llegando así a un yacimiento vecino, Paso de las Bardas Norte.

Esa sucesión de tareas lleva hasta setiembre el momento para saber si la Vaca Muerta mendocina tiene potencial. Ya hubo una prueba, de otra empresa, que fracasó, aunque en la industria adjudican ese resultado a errores en el proceso.

El resultado se sabrá justo antes de la definición electoral provincial. Entonces entrarán en juego las suspicacias políticas y la tensa relación entre las partes: ¿aceptará divulgar la conducción kirchnerista de la petrolera estatal un éxito en la exploración que será festejado como un gol por el oficialismo radical?¿O se guardará el dato hasta que pase la disputa por la gobernación? Obvio que si el resultado es negativo, no habrá dilación.

Hay algo que se descuenta: petróleo va a salir. No gas. Pero resta saber si hay en cantidad suficiente para justificar la inversión y si tiene la presión necesaria. Mientras más presión, más fácil extraer el crudo y más rentable.

¿Y ahora qué?

Pese a estar en decadencia, la petrolera es la principal actividad productiva de Mendoza. Según el último informe hecho por el Ieral, aporta el 11% del PBG. Igual, aparece cuarta en el ranking que encabeza el comercio (18%). La vitivinicultura, ícono de la provincia, genera el 8%.

Un estudio hecho por el economista Rodrigo González le pone números a la caída: la extracción de 2022 representó 61% del volumen extraído hace una década; el empleo se contrajo 25%; las reservas convencionales probadas se agotan y equivalen a ocho años de producción anual; las regalías son el 4% de los recursos corrientes del Estado, la mitad de lo que representaban 10 años antes.

¿Cómo podría modificar este escenario un resultado positivo en Vaca Muerta? Ante la falta de certezas, hay que guiarse por las estimaciones oficiales y privadas y en ese punto González rescata que las posibles reservas no convencionales oscilan entre 100 y 200 millones de metros cúbicos y que si esos números se confirmaran, Mendoza tendría enterrado entre 45.000 millones y 90.000 millones de dólares en hidrocarburos no convencionales, en base a los precios internacionales actuales. Esta cifra representa entre 3,5 y 7 veces el PBG.

Esos valores explican la importancia de lo que está ocurriendo y a la vez la necesidad de que sea exitoso el proceso iniciado por YPF, que es el resultado de un acuerdo firmado con Rodolfo Suárez en julio de 2021.

“Vaca Muerta puede convertirse en el jugador estrella que nos falta en la economía, nuestro Messi, pero necesitamos de los 11 jugadores”, dicen en el Gobierno para bajar expectativas.

Así, aceptan que puede ser el empujón que necesita la economía para salir del estancamiento, pero advierten que no tendrá un impacto alto en cuanto a puestos de trabajo.

Sí atan el petróleo a un combo que se está cocinando íntegramente en Malargüe: la exploración iniciada en la mina Hierro Indio, que en junio ya arrojará resultados; el recién aprobado proyecto de Cerro Amarillo y la explotación de Potasio Río Colorado, con un concurso confidencial en marcha entre tres grupos (uno de ellos vinculado a José Luis Manzano, como ya se dijo en esta columna), que también se definirá en algunos meses y significará inversión e ingresos.

Tiempos lentos

Todas esas potenciales fuentes de empleo aportarían, más allá de lo cuantitativo, algo que en Mendoza escasea: sueldos altos. Una cualidad que no tiene, por ejemplo, una de las apuestas del oficialismo para el presente y el futuro como es el turismo.

Esto queda en evidencia en el informe sobre empleo que el Indec difundió la semana pasada. Nuestra provincia tiene las tasas de actividad (51,3%) y de empleo (49,1%) más altas del país, después de la Ciudad de Buenos Aires, con una tasa de desocupación (4,3%) que la ubica en la mitad de la tabla.

Pero está tercera en ocupados que demandan otro empleo (23,9%), cuarta en subocupación (15,5%) y segunda en subocupación demandante de empleo (12,9%). O sea, hay más trabajo que en casi todas las provincias, pero de mala calidad, mal pago.

Por esto, hay demoras que no puede permitirse el Gobierno. Si los trabajos en Vaca Muerta recién comenzaron ahora, cuando estaba previsto que fuera en 2022, mucho tuvo que ver el retraso oficial en extender la concesión a YPF del área Paso de las Bardas Norte, que es parte de la prueba piloto iniciada de crudo no convencional.

Con el permiso de explotación vencido hace años y renovado provisoriamente, la petrolera estatal no quiso avanzar en la exploración hasta asegurarse la “propiedad” del lugar durante 10 años, algo que sucedió recién en noviembre del año pasado. Todo lo opuesto a lo ocurrido con Edemsa, cuya concesión se renovó cinco años antes de que venciera.

Tampoco avanza al ritmo prometido la recuperación terciaria en las áreas Chachahuén y Cerro Morado, y la razón es la misma: la demora del Gobierno, esta vez en aprobar la reducción de regalías para el crudo que se extraiga allí, pese a que la inversión puede llegar a u$s 400 millones.

Hay en el horizonte, además, una gran nube que puede carcomer el potencial impacto de Vaca Muerta, y que exige más velocidad en la ejecución para aprovecharla: la transición energética que lleva a abandonar el uso de combustibles fósiles. La Unión Europea marca el camino con la prohibición de la producción de autos a nafta y diesel a partir de 2035. Obvio que ese cambio tardará más en llegar a nuestro país, como siempre.

“La matriz energética de Argentina es extremadamente petrolera y gasífera”, aclara un ejecutivo de la industria para llevar calma. Pero nadie puede dormirse. Las pérdidas se contarán en millones de dólares.

Aquel acuerdo de julio de 2021 puede transformarse así en el mayor legado de Suárez si lo saben aprovechar sus sucesores. El que asuma en diciembre, el que llegue en 2027 y también el de 2031. Tal vez sea mucho pedir en un país y una provincia que se han acostumbrado a vivir el día a día y no mirar el largo plazo.

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