Un país que sigue sin poder alejarse del abismo

Es posible que la tremenda explosión en Beirut no haya sido de fertilizantes ni de otros productos químicos, sino de poderosas ojivas y de combustible para los misiles que las transportan.

Las versiones sobre lo que causó la devastadora explosión dejan mal parados al Gobierno y al Ejército del Líbano. Si lo que estalló fue, como afirman las versiones oficiales, un depósito de compuestos químicos de gran poder explosivo que habían sido incautados en 2014 y al que se sumaron otros productos químicos explosivos secuestrados a un barco ruso en 2016, incluidas 2.700 toneladas de nitrato de amonio, la responsabilidad es del Estado y de sus militares por tener semejante almacenamiento en un puerto que está pegado al corazón urbano de Beirut.

La otra posibilidad es que no hayan sido depósitos de productos químicos, sino un arsenal. Y semejante arsenal es más concebible en manos de Hizbolá que en manos del Ejército libanés.

Verdaderos arsenales

Quienes conocen los asuntos del “país de los cedros” saben que el partido-milicia que lidera Hassan Nasrala y que es un estrecho aliado de Irán tiene arsenales diseminados en todo el territorio.

Al sur del río Litani, entre los cerros y los valles que se extienden hasta la Alta Galilea, esa organización de la comunidad chiita posee cientos de pequeños arsenales esparcidos en galpones, en granjas y hasta en casas familiares.

Pero en la capital tiene sus arsenales más grandes.

En ellos no se apilan fusiles AK-47 ni cohetes Katiusha, sino la misilería de mayor porte que Hizbolá recibe de la República Islámica.

Es posible, entonces, que la tremenda explosión no haya sido de fertilizantes ni de otros productos químicos, sino de poderosas ojivas y de combustible para los misiles que las transportan.

Alianzas difíciles

Todo es posible en un país gobernado por una coalición insólita entre el agua y el aceite:

-La presidencia en manos de Michel Aoun, el general que comandó milicias cristianas en la guerra civil.

-El cargo de primer ministro en manos del sunita Hassan Diab, del partido del derrocado Saad Hariri.

-La titularidad del Parlamento y los principales ministerios repartidos entre el partido chiita de la exmilicia Amal y Hizbolá, la fracción chita que jamás cumplió con el desarme establecido por el Acuerdo de Taif en 1989.

No descartar un atentado

Que haya sido un incendio en un silo portuario cercano al depósito que estalló no implica que pueda descartarse la posibilidad de un atentado.

De hecho, el primer ministro Diab no lo descarta.

Pero las hipótesis de posibles autores son varias.

Como la explosión se produjo a pocos días de que un tribunal pronunciara su fallo sobre el atentado que mató al premier Rafic Hariri, y los acusados son cuatro miembros de Hizbolá, es posible que la poderosa agrupación chiita haya provocado la explosión para advertir el peligro de que la consideren culpable del magnicidio perpetrado en el año 2005.

Internas violentas

También es posible que haya sido algún enemigo de Hizbolá que conocía la existencia de un poderoso arsenal en el puerto. Y la organización política y militar, cuyo nombre significa “Partido de Dios”, tiene muchos enemigos internos y externos.

Entre los enemigos internos figuran los grupos maronitas que consideran traidor a Michel Aoun por cogobernar con el chiismo más beligerante, así como organizaciones sunitas y drusas que consideran a Hizbolá una fuerza de ocupación que responde a la teocracia persa y al régimen sirio de Bashar al Assad.

También las milicias sirias enemigas de Assad desprecian a Hizbolá porhaber enviado combatientes libaneses a defender al régimen. Sabiendo que en los arsenales de Hizbolá hay misiles iraníes que serán usados contra ellos en Siria, es posible que hayan provocado la destrucción de esas armas.

El otro enemigo

Por cierto, entre los enemigos de Hizbolá está Israel.

Como nadie vio caer un misil, pronto se descartó la hipótesis de un ataque israelí. Pero, como en cualquiera de las otras hipótesis, ese oportuno incendio en un silo de cereales situado junto al depósito de armas o de químicos pudo ser provocado de manera intencional, precisamente para causar la deflagración.

Gobernado por una coalición inaudita, con la economía en ruinas y con la sociedad en rebelión contra dirigencias sectarias y con un Estado estructurado en torno a pactos étnicos, el Líbano sigue sin poder alejarse del abismo de la guerra civil que lo desangró entre 1975 y 1990.

* Periodista y politólogo

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