Un divorcio entre la agenda legislativa y el pueblo

Se está labrando una agenda legislativa con tintes personalistas lejos de buscar soluciones a los graves problemas del país.

Cámara de Diputados de la Nación. Foto Federico Lopez Claro
Cámara de Diputados de la Nación. Foto Federico Lopez Claro

Es preciso expresar que el Órgano Legislativo, en su órbita nacional y en la provincia de Mendoza, es “bicameral”, conformado por la Cámara de Diputados y la de Senadores.  La primera representa al pueblo de la Nación, mientras que en la cámara alta se encuentran representadas todas las provincias, incluida la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Adentrándonos en el objeto de la presente nota, observamos una disociación manifiesta que deja en evidencia el divorcio latente entre la agenda legislativa diagramada por los legisladores que conforman la cámara baja (técnicamente denominada cámara de diputados) y el pueblo.

Resulta necesario entender el porqué de lo antedicho y, para ello, es menester traer a colación el mero funcionamiento de tal cámara en lo que atañe a las famosas “sesiones”. Éstas se clasifican en ordinarias, extraordinarias, especiales, informativas, secretas y Asamblea Legislativa.

Retomando el hilo conductor, nos referiremos solo a dos de ellas, es decir, las ordinarias y las extraordinarias. Las primeras son las que tienen lugar desde el 1 de marzo al 30 de noviembre de cada año y, las segundas, las que se convocan y celebran fuera de las fechas antes aludidas y convocadas a petición del Presidente de la Nación argentina.

Ahora bien, el pasado lunes primero de febrero se llevó a cabo la apertura de estas últimas poniendo en el tablero dieciocho (18) temas a discutir, dentro de los cuales se encuentra por ejemplo el “Proyecto de Ley tendiente a establecer el marco regulatorio de la cadena de producción, industrialización y comercialización de la planta de cannabis, sus semillas y sus productos derivados para uso industrial y/o medicinal, incluyendo la investigación científica, con vistas a satisfacer el mercado local y generar exportaciones”, pero no así  proyectos algunos, destinados a mejorar la condición remunerativa de los jubilados, la ley de alquileres, la ideación de mecanismos eficientes que exterminen la inseguridad reinante que acecha al país, la reforma laboral seria y eficiente, entre otros.

A criterio subjetivo, creo que se está labrando una agenda con tintes personalistas lejos de buscar soluciones a la coyuntura que acaece en el país, si bien cada proyecto tiene su razón de ser plasmado y justificado en los pertinentes “vistos” y “considerandos”, entiendo que hay situaciones que deben ser abordadas con mayor premura en asidero a que la postergación de las mismas no hacen más que acrecentar los problemas y generar otros desencadenantes.

Al comienzo de estas líneas se expresó la alocución “divorcio latente entre la agenda legislativa diagramada por por los legisladores que conforman la cámara baja y el pueblo”, y ello se explica puesto que los mismos están desplegando la labor parlamentaria de manera aislada respecto a  sus representados que no son, ni más ni menos, que el pueblo, el que mediante el sufragio popular los colocó en la banca que ocupan y que, por ende, constituye el medio para poder presentar, discutir y sancionar proyectos.

Pareciera más importante instaurar un debate cuyo tópico gira en torno al “cannabis” que buscar una solución a la precariedad de la renta previsional que perciben nuestros abuelos, a la escasez de reformas laborales, a la cantidad de muertes acaecidas por los diversos y sistemáticos “modus operandi” de delincuencia y/o la subsanación de una ley que más que beneficios trajo aparejados perjuicios como ser la de alquileres.

Es tiempo de poner al pueblo por encima de las pretensiones personalistas y solucionar sus problemas.

*El autor es abogado

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