¿Será la gente el reaseguro de la República?

Estamos muy lejos de saber qué es lo queremos, cuáles son los valores que debemos sostener, cómo debe ser nuestra convivencia y mucho menos, estar convencidos para defender los valores republicanos en juego.

Las elecciones son la herramienta de la gente para generar cambios - Fotos: José Gutiérrez / Los Andes
Las elecciones son la herramienta de la gente para generar cambios - Fotos: José Gutiérrez / Los Andes

“Es difícil que el chancho chifle” - sabiduría popular

Está visto que la oposición no está preparada o no le interesa, en muchos casos, sostener y defender la República frente al avance del populismo cerril pero- kirchneristas.

Menos aún el Poder Judicial, que ha demostrado solo estar al asecho de su propio futuro como única y verdadera meta.

Resta ver como votará la gente para evaluar si enfrentará de manera decisiva y casi agónica, al populismo que sigue inexorable, su camino hacia el “vamos por todo”.

Ahí anda don Brandoni y varios más repartiendo esperanzas y apostando irrestrictamente al radicalismo de Manes, a la gente y sus ganas de decirle basta a este engendro que es el populismo que no es ni capitalista ni socialista ni comunista.

Es solo un indiferenciado “ni”, que siempre termina colapsando.

Para esbozar hipótesis sobre el resultado de estas elecciones doy algunos datos.

Analizar el pasado ayuda a entender el presente que es su consecuencia, aunque sé que no somos muy aficionados a ejercitar la memoria:

• 2011: Carrió, campeona incansable del republicanismo, sacó a Presidente el 1,8% de los votos, menos que el voto en blanco y CFK el 54%.

• Esto a sólo tres años de la famosa 125 y su conflicto con el campo, donde CFK ganó con el apoyo masivo del mismo campo, junto a dirigentes de aquella Comisión de Enlace convertidos en confesos kirchneristas.

• El pero–kirchnerismo con su variante pero–cristinista, va a gobernar casi ininterrumpidamente 16 años, pese a dejar el país con una increíble cantidad de pobres, inflaciones inmanejables, colapsado, el sistema de exportaciones, sin inversión genuina y una masa impositiva que hace imposible producir y generar trabajo productivo.

• El peronismo, con todas sus variantes populistas ha gobernado treinta de los treinta y ocho años de democracia ganada.

• Sigue en fojas cero el tema de una fiscalización eficiente y de una forma de votar que evite el fraude y las componendas y acuerdos “bajo la mesa”: así todos apostaron a no tener voto electrónico o lista única papel, junto a “las remanidas y truchas testimoniales” y los engendros de varias listas unidas todas arriba con el mismo candidato.

Todas triquiñuelas que supo generar muy bien nuestra clase política en estos treinta y ocho años de debacle.

Debacle, porque es una sociedad con veintidós millones de personas que de alguna manera están vinculadas al “Estado Populista”, incluido un 46% de pobres en todo el país y el 50% en el conurbano bonaerense.

Hoy, al gobierno de Macri, único no peronista que pudo terminar su mandato en todos esos años, se lo acusa de ser el causante de todas nuestras miserias y no fue ni es defendido por sus actuales descendientes.

Salvo contadas excepciones que deben lidiar con cuanto periodista se le pone enfrente, ya que en el mejor de los casos, se lo mide con la vara de Suecia, Holanda o Dinamarca.

Con todos sus errores, desconocimientos y caminos fallidos propios de una República por parir, es el único intento serio por desmarcarse del populismo congénito que llevamos en la sangre.

Todo esto solo nos indica que estamos muy lejos de saber qué es lo queremos, cuáles son los valores que debemos sostener, cómo debe ser nuestra convivencia y mucho menos, estar convencidos para defender los valores republicanos que están en juego.

Por eso estas elecciones no pueden ser plebiscitarias de la gestión de gobierno, porque para que esto sucediera debería tratarse de un mismo y homogéneo sistema político.

Estamos asistiendo a una confrontación entre dos sistemas políticos: Populismo vs. República que a su vez expresan dos sociedades diametralmente opuestas, por lo que no se puede definir estas elecciones como una muestra plebiscitaria sobre la eficiencia/ eficacia del actual gobierno, sino la confirmación o no de una gestión populista!

Por último, el proceso de cambio profundo cultural, en transición desde la crisis terminal del 2001, es un factor desestabilizante, sin duda, de esta hegemonía populista que confirma nuestro ADN básico.

Pero hasta que no se pueda cuantificar su real dimensión en los resultados de las próximas elecciones, es una incógnita que no permite aventurar resultados favorables para la vida republicana.

*El autor es sociólogo

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