Propaganda: la persuasión necesaria

En situaciones donde está en riesgo la vida, la comunicación debe impactar agresivamente para obtener respuestas favorables.

Por favor, presidente Fernández, gobernador Suárez (además de las vacunas de la Nación, Mendoza podría comprar dosis adicionales), todos los gobernantes, asuman el liderazgo frente a la amenaza.
Por favor, presidente Fernández, gobernador Suárez (además de las vacunas de la Nación, Mendoza podría comprar dosis adicionales), todos los gobernantes, asuman el liderazgo frente a la amenaza.

El reciente informe de IPSOS (diciembre 2020), empresa global que encuestó en varios países, concluye que “la mayoría (76%) de los argentinos piensan que las cosas en el país van por mal camino. Desempleo actualmente ocupa el primer puesto de las preocupaciones, con el 46% que lo indica, seguido de inflación con el 41%”. La preocupación por el Covid-19 solo aporta el 17%. Mientras que los resultados demuestran que, en el total de 27 países en el mundo, la preocupación por el Covid-19 llega al primer lugar con un promedio del 47%.

¿Cómo interpretar esta información? En este contexto, la economía se instaló en nuestras mentes porque hace mucho que estamos mal -y empeoró- con un gobierno incapaz para liderar un modelo de país. Por lo tanto, es la economía la barrera que evita tomar conciencia de la gravedad del Covid-19 porque no es prioridad en Argentina, según el estudio.

Por supuesto que esta percepción se puede cambiar con el uso preciso de la propaganda del Estado, para alterar conductas y conseguir el apoyo de la gente que impida retroceder a fases que frenan la normalidad. Pero para el éxito de toda campaña de propaganda de bien común, el emisor, el gobierno, debe contar con la confianza del destinatario, marcando el rumbo con un plan integral que neutralice la incertidumbre, especialmente en lo económico y en lo humano.

El gobierno nacional -y los gobiernos provinciales en la misma cola- fallaron al aplicar el número recomendado de testeos en la población y al informar sobre la pandemia y las vacunas. Mientras nos asombrábamos con estadísticas de contagios, recuperados y muertes, no se aprovechó para diseñar la estrategia de comunicación, con contenidos misioneros para inculcar el respeto estricto a las reglas aconsejadas por expertos y por organismos de salud. Los avisos sobre el uso del barbijo, el distanciamiento físico, la higiene, entre otras normas, son importantes y útiles frente a la emergencia para detener el virus. Pero tienen que desprenderse de un mensaje central agresivo que contenga el “imán” que atraiga a las personas para persuadirlas sobre la amenaza de la virulencia y motivarlas a asumir una conducta protectora.

Estoy diciendo, técnicamente, diseñar campañas de propaganda donde los mensajes tienen fuertes significados emocionales para llamar y retener la atención. Con mensajes integrados que ataquen al punto neurálgico: la disciplina y responsabilidad social, porque de estas dos actitudes depende la vida de todos.

Mensajes conmovedores que denoten la esperanza del éxito, si se hace lo correcto. Estímulos que hacen temblar al cerebro cuando nos impactan, como las campañas históricas contra el Sida; o la campaña en Mendoza, de hace unos años, para bajar los accidentes de tránsito; o la que vemos en los paquetes de cigarrillos que disminuyó con éxito el consumo estimulando el miedo al cáncer. Se me ocurre también los avisos contra la violencia doméstica y el femicidio.

Son mensajes dramáticos, hasta crueles, desarrollados para cumplir los objetivos de una estrategia inteligente, planeada por especialistas creativos frente a la necesidad de parar el avance de lo que nos puede destruir.

El uso del humor, como el aviso de la presidencia “unite a la cuidadanía”, no sirve. Es desperdicio. Ese mensaje produce un efecto negativo al bajar el tono sobre el peligro que representa la pandemia.

Al definir la audiencia objetivo de la campaña: aquellas personas que no integran grupos de riesgo y los jóvenes, se decide el empleo de los medios de comunicación más eficaces, redes sociales incluidas. Hará falta convencer a ese objetivo primario, con mensajes confiables y con códigos pertinentes, respaldados en contenidos que refuercen la credibilidad.

De esta manera, conseguir desviar la atención de la gente fuera del campo de la política, porque es el Estado como institución superior, y no el gobierno político, quién intenta persuadirnos de frenar la enfermedad.

La experiencia demuestra que en situaciones donde está en riesgo la vida, hay que impactar agresivamente para inducir respuestas favorables. Trabajar en la concientización del problema, especialmente entre los jóvenes, y conseguir respuestas colaborativas y solidarias. Así mismo, fijar en las mentes “la recriminación social”: que se resume en el ciudadano activo -no denunciante– que da el ejemplo y llama la atención al otro para que respete las normas de distanciamiento físico.

El primer paso para luchar contra Covid-19 era conseguir consenso entre todos los sectores de la sociedad porque es un problema complejo y planetario. En un lapso corto, el gobierno y la oposición mostraron unión pero el interés por aprovechar la pandemia y crear imagen política favorable, nos regresó a la fase uno de “la grieta”. No es tarde para acordar un “comando de mando planificador”, con expertos de todas las disciplinas para actuar conjuntamente y respaldar decisiones del gobierno.

Haber declarado la emergencia y compensar debilidades en el sector salud, era una prioridad estratégica antes de que la lucha se iniciara. Debería haberse anticipado -y no lo fue- la compra de vacunas cuando la pandemia comenzaba a identificarse, siguiendo el ejemplo de otros países.

La transparencia en las compras de dosis está ausente y deja latente la corrupción. Ahora se debería estar anticipando el almacenaje de vacunas y la disponibilidad de cadena de frio adecuada para cada tipo de vacuna que se compre, junto con el plan de inmunización y logística. Pero ¿se puede concretar esta idea entre tanto desorden y desconfianza? Un maremoto de contagios avanza por el mundo. Muy pronto la Argentina se cubrirá de frío, favoreciendo la propagación del “virus chino”.

Por favor, presidente Fernández, gobernador Suárez (además de las vacunas de la Nación, Mendoza podría comprar dosis adicionales), todos los gobernantes, asuman el liderazgo frente a la amenaza. O actuamos ya, ciudadanos, gobierno y oposición, o estaremos jodidos por mucho tiempo.

*El autor es Experto en estrategia y análisis de información.

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