Precio del dolar: la debacle del peso ¿solución o problema?

La mejora en la competitividad por precios a partir de una devaluación, es un logro de corto plazo porque, seguramente en el mediano plazo, los logros se diluirán.

Imagen ilustrativa / Archivo.
Imagen ilustrativa / Archivo.

Argentina está inmersa en una crisis. La pandemia no es el origen sino el evento que potencia una deteriorada economía que, a partir de 2018, evidenció un comportamiento declinante. En la actualidad, un grupo de políticos y empresarios, con el apoyo de algunos medios de comunicación, agita las aguas de una devaluación. La pregunta inicial que cualquier argentino de a pie debería hacerse es: ¿En qué ayuda una devaluación del peso frente al dólar?

Las respuestas serán variadas pero lo esencial es tener claro cómo impactaría una movida de esa magnitud en la economía nacional. Uno de los argumentos en favor de devaluar, es: “Se hace necesario sincerar el mercado cambiario”. En etapa de pandemia e incertidumbre ¿qué economía nacional muestra signos plenos de trasparencia en el manejo de su mercado financiero? En definitiva, mostrar al mundo señales de debilidad, seguramente pondrá en alerta a competidores y socios del comercio mundial.

Otra posible postura es: “Devaluar generará competitividad en el comercio exterior argentino”. La desvalorización de la moneda no conduce necesariamente, ni con la misma intensidad, a un aumento de las exportaciones y eventualmente a una reducción de las importaciones. La mejora en la competitividad por precios, a partir de una devaluación, es un logro de corto plazo porque, seguramente en el mediano plazo, los logros se diluyen y se retornará a la situación de tensión cambiaria previa.

La Argentina, en la actualidad, registra una balanza comercial superavitaria (U$S FOB 11.562 millones), no debe pagar en 2021 compromisos de importantes sumas en moneda extranjera gracias a la negociación de la deuda; el dólar blue como el dólar financiero, no afectan reservas internacionales del BCRA; los micro-incrementos de la moneda estadounidense, acompañan la variación del índice de precios al consumidor (inflación). La posición del Gobierno nacional, de enfrentar una postura devaluatoria con más carga política e ideológica que análisis técnico, no está exenta de la presión de los fondos internacionales que aún registran colocaciones en el mercado local y, por la vía de operaciones residuales de contado con liquidación (CCL), intentan derivar los dólares recuperados de la bicicleta financiera a su sede del exterior.

Si no se registra drenaje de reservas, es probable que la ofensiva devaluadora pierda paulatinamente fuerza, lo cual otorgaría, a la administración Fernández, oxigenación política para encarar la etapa de negociación con el FMI por la deuda con ese organismo internacional.

En el actual contexto macrofinanciero, la persistente búsqueda de una devaluación se debe asociar más a un objetivo político que económico. Devaluar implica automáticamente la destrucción de salarios y consumo. El club de devaluadores ha puesto en marcha la máquina trituradora de expectativas. Si logran su objetivo, una importante porción de la sociedad verá reducida su calidad de vida.

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