¿Por qué voté en blanco?

No ir a votar es desperdiciar el ejercicio del máximo derecho ciudadano, pero ir a votar y votar en blanco es una expresión política.

El voto en blanco en Mendoza representó el 9% de los votantes, una cifra alta que no se veía hace mucho tiempo. Los Andes
El voto en blanco en Mendoza representó el 9% de los votantes, una cifra alta que no se veía hace mucho tiempo. Los Andes

En Mendoza, el voto en blanco superó el 9% y es la tercera fuerza. Escuché al Señor Gobernador decir que es un voto “bronca”.

Se equivoca, señor Gobernador.

No es un voto bronca, es un voto “decepción”.

Le relato mi caso, por si esto le sirve.

Mi macro filosofía política es el Humanismo (no el partido humanista, el Humanismo en mayúsculas, supra partidario).

Históricamente, han existido 2 partidos que expresaban ese Humanismo: La Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista.

Ya, en los 90, el Justicialismo se desvirtuó con la llegada de Menem y su neoliberalismo.

Luego llegaron los Kirchner y, utilizando el nombre del Partido Justicialista, le dieron un giro de 180 grados, hacia el neosocialismo.

Desapareció mi alternativa justicialista. Sólo me quedaba el Radicalismo, hasta entonces, ortodoxo y, entonces, único representante del Humanismo.

Pero éste, de la mano, primero de Cobos, coqueteó con el neosocialismo para lograr la Vicepresidencia, y luego, de Cornejo, se subordinó a Macri, sin lograr nada a cambio.

Así, desapareció mi última alternativa Humanista, equidistante del neo liberalismo y del neo socialismo.

Llevo varias elecciones votando en blanco, que no es un voto inútil, sino una expresión de hastío, de desesperanza, de cansancio… en fin… de decepción.

No ir a votar es desperdiciar el ejercicio del máximo derecho ciudadano, pero ir a votar y votar en blanco es una expresión política.

Y cuando esa expresión alcanza el 9% del electorado y se transforma en la tercera fuerza, simboliza una expresión política mayor… es un silencio que aturde…

Las dos fuerzas mayoritarias de mi provincia, representan, una al neoliberalismo, y la otra, al neo socialismo, y, ni siquiera, se preocupan de dejar caer una idea sobre lo que proponen.

Su objetivo es hacer perdurar los mismos nombres, sin importar con quienes se asocian: Adolfo se abraza con Anabel, representante de la izquierda; y Alfredo y Julio, no dudan en darle la espalda a Alem, Irigoyen, Illia, Balbín o Alfonsín, llevando al Radicalismo a ser el furgón de cola del liberalismo macrista.

Los candidatos de ambas fuerzas principales son los mismos, desde hace muchos años, sea como intendentes, legisladores o gobernadores.

Intercambian sillas, pero no dejan la primera fila: Cobos, Bermejo, Cornejo, Fernández Sagasti, Suárez.

Mínimo, tres elecciones, con esas cinco personas encabezando las boletas, con sus nombres en letras tamaño catástrofe.

A eso le llaman alternancia. ¿Y los demás “dirigentes”?… Los demás –como los bufones que precedían al Rey-, son alegres acompañantes.

No tengo bronca, señor Gobernador, estoy “aburrido” de sátrapas que saltan de ideología en ideología, como las mujeres de mala vida saltan de cama en cama, a cambio de unos pesillos.

Si quiere encontrar la razón de este bofetón blanco, busque por allí, Señor Gobernador, que algo… ¡algo encontrará…!

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