Luchando por el “éxito” del “proyecto” de Putin

¿El gobierno argentino estaba “luchando” por el gobierno ruso? Difícil no suponer que ese “proyecto” respondía al juego geopolítico de Putin y no a la urgencia sanitaria del país.

Vladimir Putin y Cristina Fernández de Kirchner.
Vladimir Putin y Cristina Fernández de Kirchner.

¿Por qué la demora de la segunda dosis de Sputnik V y la carta de Cecilia Nicolini reclamando en términos enérgicos, generaron semejante escándalo? En definitiva, es común que los laboratorios demoren la producción y los envíos de sus vacunas. Muchos han incumplido plazos acordados y la realidad, en alguna medida, los exime de culpa. Está a la vista que la primera pandemia absolutamente globalizada desbordó todas las planificaciones. También es normal que los gobiernos que compraron vacunas se quejen por las demoras.

¿Por qué un hecho habitual en el mundo de la pandemia, ha generado en Argentina una ola de críticas contra el gobierno? Por los rasgos del jefe del Kremlin y por una serie de oscuras acciones y decisiones del kirchnerismo y su gobierno.

Vladimir Putin aspira al liderazgo global. La economía de su país es igual o menor que la de Brasil o Italia, pero asume compromisos de superpotencia porque tiene la ambición, la audacia y la astucia de actuar roles protagónicos en el escenario internacional. Y las vacunas del prestigioso Instituto Gamaleya fueron sus fichas en el tablero estratégico.

Es fácil imaginarlo condicionando una venta importante de vacunas a que Argentina se convierta en el espacio de prueba masiva y en muestra del éxito de Sputnik V. También es fácil imaginarlo exigiendo que la mayoría de los argentinos reciban la vacuna rusa, sin incluir ninguna de las creadas y producidas en Estados Unidos. Y es fácil imaginar que el gobierno aceptó dócilmente.

La desidia de Alberto Fernández para conseguir vacunas Pfizer y procurar acuerdos con los laboratorios Moderna y Johnson & Johnson, en momentos en que la lógica exigía a los gobiernos esforzarse por conseguir la máxima cantidad y variedad de vacunas, parece explicar ciertas frases y palabras de la carta a Rusia que mostrarían un trasfondo situado más allá del simple trato comercial entre comprador y vendedor.

A eso hay que sumar actuaciones y sobreactuaciones dedicadas a resaltar a Rusia y China como salvadores de los argentinos. Y postales ridículas como la de los dirigentes y militantes kirchneristas que, al recibir la Sputnik, se sacaban la selfie haciendo la V y subiéndola a las redes con algún mensaje difundiendo la falsa idea de que Rusia es comunista o progresista, la de la azafata que lloró de emoción, las de Santiago Cafiero recibiendo cada vuelo de Aerolíneas Argentinas llegado desde Moscú y tratando a sus pilotos de héroes que arriesgaron sus vidas para salvar otras vidas, y Cristina diciendo “quién diría que las únicas vacunas con las que contamos son rusas y chinas”; además de escenificaciones como la del presidente agradeciendo por video-conferencia a Putin. Postales absurdas que parecen explicarse en el entrelíneas de la carta de Nicolini.

En un cuadrito de la pantalla, Alberto elogiando al presidente ruso, sonriendo en otro cuadrito. La televisación de ese agradecimiento engolado habría sido lógico si el presidente hubiese tenido un gesto similar hacia Joe Biden, por las 3.500.000 vacunas que nos donó Estados Unidos.

La sobreactuación hacia Putin quedó a la vista en la sub-actuación hacia Biden, sumado a que al arribar el avión con vacunas norteamericanos no estaba Cafiero en la pista ni hubo azafatas llorando de emoción.

Todo explica la sospecha que despierta la carta al CEO ruso. ¿Por qué le dice “nosotros hicimos todo lo posible para que la Sputnik V sea una gran éxito”? ¿Por qué añade que no podrán “seguir luchando por ustedes y por este proyecto”?

¿El gobierno argentino estaba “luchando” por el gobierno ruso? Difícil no suponer que ese “proyecto” respondía al juego geopolítico de Putin y no a la urgencia sanitaria del país.

Eso en el mejor de los casos, porque la otra posibilidad en el terreno de las sospechas es que esas frases sólo comprensibles para el emisor y el receptor del mensaje, hagan referencias a turbios negociados.

Lo que está claro es que las selfies con los deditos en V al recibir la Sputnik, fue propaganda para mostrar la supuesta conveniencia de un alineamiento con Rusia, cuyo líder, un exponente del ultranacionalismo eslavo (que es conservador, imperial y religioso) es ridículamente exhibido como progresista.

Lo que tiene Vladimir Putin es inteligencia para entender que lo ocurrido perjudica su proyección global y afecta el avance de sus fichas en el tablero internacional, por lo tanto es posible que se empeñe en acelerar el envío de las retrasadas segundas dosis.

Aunque eso ocurra (y ojalá así sea) el kirchnerismo y su gobierno deberían explicar por qué estuvieron “luchando por ustedes (el gobierno ruso)” y apostaron al “éxito” de un “proyecto” pergeñado en el Kremlin, en lugar de luchar por conseguir la mayor variedad y cantidad de vacunas posibles destinadas exclusivamente al “éxito” de la vacunación de los argentinos.

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