Lo geométrico en el habla (2)

Si las cosas están “en su punto” significa que se encuentran en el estado de perfección que les corresponde. Y si lo aprecian debida y justamente será porque “lo pusieron en su punto”.

La lengua recurre a la geometría para sus expresiones y dichos populares.
La lengua recurre a la geometría para sus expresiones y dichos populares.

En el artículo anterior, reflexionamos acerca del uso, en nuestro hablar cotidiano, de términos provenientes del ámbito geométrico, para aludir a distintas realidades. Así, nos referimos a “círculo”, “triángulo” y “línea”. Hoy hablaremos de otros.

Aludiremos a “esfera”. Encontramos este vocablo para señalar la clase o condición de alguien: “Es hombre de alta esfera”. Se puede también emplear esta palabra para indicar el ámbito o espacio a que se extiende o alcanza la virtud de una persona, sus facultades y su cometido. En ese caso, se habla de “esfera de acción”.

Algo pequeño, pero sumamente rendidor desde el ámbito léxico, es el “punto”. Efectivamente, usamos el término para señalar el estado de cualquier asunto o negocio: “Hemos llegado a este punto de incredulidad”. También el “punto” es el estado perfecto de cocción o de preparación de un alimento”: “Ya las verduras alcanzaron su punto”. De entre las numerosas combinaciones posibles para formar locuciones, rescatamos, desde lo urbano, “punto céntrico”, como lugar muy concurrido y de fácil acceso en una población: “Ese punto céntrico se congestiona mucho al mediodía”. Si un hecho alcanza un momento decisivo en que es preciso hacer algo, diremos que llegó a un “punto crítico”.

¡Cuántas veces, en las obras literarias, hemos escuchado hablar del “pundonor”, expresión que literalmente significa “punto de honor” y también “punto de honra”.

Del ámbito de las armas de fuego, viene la expresión “punto de mira”, que no solo se usa para nombrar la pieza que sirve para asegurar la puntería, sino que, en lenguaje figurado, indica aquello que es objeto y centro de atención e interés. Y en un lugar donde hay variedad de opiniones, se habla de diversos “puntos de vista” para aludir a cada uno de los modos de considerar un asunto.

¿Y quién de nosotros no posee un “punto débil o flaco”? Con esta locución, nombramos el aspecto más vulnerable de alguien o de algo: “La falta de precisión al hablar es su punto débil”.

Ortográficamente, todos sabemos lo que significa el punto final en un escrito, pero también ponemos “punto final” cuando, con nuestras palabras, damos por cerrada una discusión o por terminado un asunto.

De la esfera de la mecánica se ha tomado la expresión “punto muerto”, que sirve para nombrar el estancamiento de un asunto o negociación. Y si ese asunto posee algún aspecto conflictivo, se lo llama “punto negro” y, si es muy delicado y difícil, se lo menciona como “punto neurálgico”.

No nos agrada que nos “tomen de punto”, pues significará que somos objeto de burla o bromas. En cambio, si las cosas están “en su punto” significa que se encuentran en el estado de perfección que les corresponde. Y si lo aprecian debida y justamente, será porque “lo pusieron en su punto”.

Completamos esta reflexión lingüística que nos trajo términos geométricos, con una locución que, en la actualidad, muchos no entienden: “Poner los puntos sobre las íes” que significa precisar algún aspecto no suficientemente aclarado o perfeccionar algo con minuciosidad: “Basta de dar vueltas, ya es preciso poner los puntos sobre las íes”.

Y usamos muchas veces el vocablo “ángulo”, que también extrajimos de nuestros recuerdos geométricos. En primer lugar, lo empleamos como “rincón”. Y evocamos entonces los versos becquerianos: “Del salón en el ángulo oscuro /, de su dueño tal vez olvidada / silenciosa y cubierta de polvo / veíase el arpa”; otra acepción hace equivalente “ángulo” a punto de vista, como modo de considerar un asunto: “Desde su ángulo, el equivocado es Pedro”. Y en relación con ello, se da la expresión “giro de 180°, con el que se quiere señalar un cambio radical, en una dirección absolutamente opuesta a la original: “Para ver beneficios, es preciso que dé un giro de 180° en su accionar”. Si, en cambio, se dijera erróneamente “giro de 360°, como suele oírse, estaríamos aludiendo a una vuelta completa, o sea, quedaríamos en la misma situación inicial. En los dos casos, ha quedado implícito el concepto de “ángulo”, pues hablaríamos, respectivamente, de “ángulo llano” y de “ángulo completo”.

Un término geométrico no tan utilizado en nuestro diario comunicar es “cono”; todos recordamos cómo es ese cuerpo y, por ello, no nos sorprende el hecho de hablar de “cono” para referirnos a una montaña o agrupación de lavas, cenizas y otras materias que toman la forma cónica. Y no en vano se llaman “coníferas” los árboles como el ciprés o el pino, cuyo fruto se denomina “cono” y que presentan un contorno de ese aspecto. También en física, se habla de “cono de luz” y “de sombra”, para nombrar, respectivamente, un haz de rayos luminosos con aquella forma y el espacio ocupado por la sombra, que proyecta un cuerpo iluminado por un punto de luz. Además, en sentido figurado, cuando alguien ingresa en un período en que se lo ignora o se lo deja de lado, se dice que “ha entrado en un cono de sombra”. Pero además, desde lo geopolítico, vivimos en el Cono Sur, esto es, en la región meridional de América, que comprende Chile, la Argentina, Uruguay y, a veces, también, el Paraguay, las Islas Malvinas y la región sureña de Brasil.

Iniciamos esta reflexión acerca de los términos provenientes de la geometría refiriéndonos al círculo; pues bien, simétricamente, ahora concluiremos mencionando dos palabras relacionadas con aquella figura: el radio y el diámetro. De la primera se forma, entre otras, la locución “radio de acción”, para indicar el alcance máximo y la eficacia de un agente o instrumento: “Es increíble qué lejos llega su radio de acción”. Con respecto a “diámetro”, lo más parecido al concepto geométrico es su equivalencia a la anchura máxima de un cuerpo circular, como en la expresión “el diámetro de un estanque”. Lo interesante es la formación del adverbio “diametralmente”, derivado del adjetivo “diametral”; cuando se usa ese adverbio se quiere significar “enteramente, absolutamente” y se lo encuentra en la expresión “diametralmente opuestas”, referida a posiciones absolutamente diferentes: “Nuestras posturas son, en ese sentido, diametralmente opuestas”.

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