La jugada política que gambeteó la scaloneta

El elogio de Cristina Kirchner al “qué mirás bobo”, fue u n intento forzado y fallido de “maradonizar” a Messi. Nada menos maradoniano que el rosarino que levantó la copa de Qatar.

Lionel Messi, con la copa de campeón del mundo, acompañado por el DT Lionel Scaloni y por el presidente de AFA Claudio Tapia en la llegada de la selección al país. Gentileza: Clarín
Lionel Messi, con la copa de campeón del mundo, acompañado por el DT Lionel Scaloni y por el presidente de AFA Claudio Tapia en la llegada de la selección al país. Gentileza: Clarín

“La retirada es la más difícil de las operaciones”, dijo Carl von Clausewitz. Corroboran esa afirmación del célebre teórico de la ciencia militar moderna, los estropicios cometidos por Alberto Fernández y Cristina Kirchner en un escenario en el que el aporte que debían hacer era retirarse.

El presidente intentó mostrarlos en el balcón de la Casa Rosada, pero los campeones le gambetearon la jugada. Y la vicepresidenta quiso “maradonizar” a Messi precisamente en el rasgo que diferencia a los dos máximos ídolos del fútbol argentino.

Alberto Fernández quiso hacer con “la scaloneta” lo que hizo con el cadáver de Maradona: exponerlo en la Casa Rosada.

Con la pandemia en su peor momento, lo más recomendable era que el féretro recorriera la ciudad para que la gente se dispersara en las calles, disminuyendo las cadenas de contagios. Pero tanto el presidente como la vicepresidenta priorizaron explotar políticamente la muerte del ídolo. Sólo eso explicaría la pésima idea de exponer el cadáver en un recinto cerrado, aglomerando multitudes dentro de la Casa Rosada.

La obsesión por beneficiarse de glorias ajenas luciéndolas en la sede del gobierno, volvió a salir mal. Los dos Lioneles (Messi y Scaloni), como la mayoría de los integrantes de la selección nacional, ya habían dejado en claro que no se prestarían al uso político de ningún gobernante. Aún así, el presidente y varios de sus ministros maniobraron todo el día para que terminen en los balcones de la Rosada.

Lo mejor era fijar un recorrido para que la gente se disperse. En todo caso, de haber pensado sin especulación política, el presidente habría sugerido que la “scaloneta” salude a la multitud desde los balcones del Cabildo. De fijar un punto de encuentro, lo más lógico habría sido proponer el Cabildo, que representa la principal gesta colectiva de la historia y también está en la Plaza de Mayo. Pero la lógica histórica importa menos que la ventaja política, por eso el gobierno quería a los campeones en la Rosada.

La Scaloneta lo gambeteó y Alberto quedó pagando. El kirchnerismo festejaba el fracaso del presidente, pero Cristina también había realizado una jugada patética. Lo que rescató la vicepresidenta de lo hecho por Lionel Messi en Qatar, fue que le dijera “qué mirás bobo” a un holandés.

Para Cristina, ese gesto transgresor lo mostró maradoniano. Pero es evidente que lo único maradoniano en Messi es su genialidad futbolística. El 10 rosarino jamás tuvo los brotes mesiánicos, las poses ideológicas ni la agresividad con sus críticos que caracterizaron al 10 que hizo el gol con “la mano de Dios”.

¿Decir “qué mirás bobo” es la transgresión que Cristina Kirchner considera enaltecedora en Lionel Messi? En rigor, a la hora de valorar transgresiones, debió señalar la que no hicieron los jugadores en Qatar: un gesto repudiando la criminal represión del régimen iraní a las protestas por la muerte de Mahsa Amini, las ejecuciones de manifestantes en la horca y la condena a muerte de un futbolista por participar en las manifestaciones.

Ni la selección argentina, ni la de Francia, ni las otras que aún estaban en Qatar cuando se conoció la condena a muerte del joven futbolista iraní Amir Nasr-Azadani, dijeron nada ni hicieron algún gesto acordado para apoyarlo.

Ellos eran los protagonistas estelares de esos días. Qatar era el centro del mundo. La mirada global convergía en sus estadios. El poder que hubiera tenido un gesto de esas selecciones nacionales reclamando por la vida del colega iraní, era inmenso. Pero no hicieron nada.

De los funcionarios de la desprestigiada FIFA, incluido Mauricio Macri, no podía esperarse nada. El régimen del emir Tamim bin Hamad al Thani tiene buenas relaciones con el régimen de los ayatolas persas y, por mantenerlas, hasta soportó un bloqueo que le aplicaron Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Arabes Unidos y Egipto.

Puesta a reivindicar transgresiones, la vicepresidenta debió reivindicar la que no se hizo y quedó como una deuda de las selecciones que jugaron el mundial. Pero reivindicó algo superficial, intentando que suene maradoniano.

El elogio de Cristina Kirchner al “que mirás bobo” fue un intento forzado y fallido de “maradonizar” a Messi. Nada menos maradoniano que el rosarino que levantó la copa de Qatar.

Messi admira al genio futbolístico al que logró acercarse más que ningún otro jugador. Pero Maradona tenía un perfil mesiánico que su heredero nunca mostró. Además, Maradona podía posar con emires ultraconservadores y también con Fidel Castro, Hugo Chávez y hasta con Nicolás Maduro.

En cambio Messi siempre eludió a los gobernantes que quisieron lucirlo en sus propios escenarios. Y ahora, con una gambeta magistral, eludió la jugada que hizo Alberto Fernández para sacarle rédito político a su proeza en Qatar.

* El autor es politólogo y periodista.

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