La grieta es entre República y Democracia. Parte II

La República y la Democracia Populista tienen valores del todo opuestos, de ahí la grieta irreconciliable.

Imagen ilustrativa / Archivo.
Imagen ilustrativa / Archivo.

“Ganaréis pero no convenceréis”

Unamuno discurso en Salamanca ante la Falange española en 1936.

Han pasado 167 años y aún no podemos consolidar la República establecida en 1853. Hoy es imprescindible generar las políticas para que el modelo republicano de gobierno se solidifique y transforme nuestra decadente cultura política, en partera de los consensos estructurales que la sociedad necesita, para detener esta anunciada y devastadora crisis institucional, social y económica.

Razón por la cual la tan ponderada, pedida y buscada avenida del medio, hoy como ayer, no tiene ninguna posibilidad de concretarse. Para que surja, antes deben existir, entre la dirigencia, coincidencias de valores centrales que definan el fundamento de la sociedad y de la vida en ella.

La República y la Democracia Popular tienen valores totalmente opuestos, de ahí la grieta irreconciliable

Consecuencias de la ausencia de una vida republicana plena:

• La pérdida del valor de la palabra:

“Hay algunos que dejan su partido para mantener sus principios, otros dejan sus principios para mantener su partido” W. Churchill

Como resultado de tantos años de cuestionable permanencia en el poder de la democracia populista, la palabra se ha convertido en el bien más devaluado de la acción política y así sin ningún tipo de pudor se traicionan consensos y acuerdos. Pero lo  más lamentable, es que personajes encumbrados de la política se traicionan a sí mismos al desdecirse públicamente y de manera permanente, de sus propios valores y afirmaciones, sin ninguna preocupación por la pérdida de seriedad, credibilidad y auto respeto que ello implica, junto a la exposición permanente al ridículo.

Así, se ha degradado la palabra empeñada, siendo que fue, es y será, la base necesaria de todo acuerdo y el fundamento excluyente para la aceptación de toda disidencia. En la República la palabra de uno no es suficiente, por eso surge la inevitable mesa de consensos, donde el otro es su complemento, porque se sabe y valora que uno no es posible, sin el otro.

Las dos partes son conscientes de que se necesitan. Esto no es posible cuando uno se siente y percibe como el todo, único, por encima del resto y con la verdad absoluta (Populismo).

• La pérdida de independencia del Poder Judicial:

Pedido de juicio político al Presidente de la Corte luego de que ésta habilitara el per saltum.

Reforma Judicial: no se necesitan nuevas leyes, sino el respeto por la Constitución y las leyes, junto a un Poder judicial independiente pero respetuoso de la Ley

Gobernar por Decretos a discreción

Intento de destitución del Procurador General Interino y la remoción arbitraria de jueces

No cumplimiento de lo resuelto por la Justicia

• El papel de la oposición: el dilema de gestionar dentro de la vieja cultura política y la necesidad de defender la República

Cuando se gestiona la política dentro de un mismo sistema político, el republicano, la oposición puede cumplir su importante función: controlar sin destituir, apoyar, aportar soluciones, expresar sus discrepancias, disidencias y contribuir a la solución de los problemas estructurales.

Pero cada vez con más frecuencia se ve dificultada por la necesidad de defender los valores y las instituciones republicanas ante la otra parte de la dirigencia política, gremial y empresarial que no participa de ese mismo modelo político (Populismo).

Se hace política dentro de dos sistemas enfrentados que se excluyen mutuamente. De aquí viene:

• La pérdida de legitimidad funcional de la vieja dirigencia política:

La legitimidad funcional de una dirigencia política se mide por su capacidad para generar bienestar, riqueza, seguridad y educación adecuada.

Algo claro: Hoy asistimos a una crisis terminal de credibilidad de esta vieja dirigencia que se ha movido en estas contradicciones desde el advenimiento de la presente democracia.

• Censura a la libertad de expresión:

El derecho a la interpretación de la realidad versus la obediencia del discurso único y hegemónico.

La disidencia solo es posible en el marco de la ley y esto solo es posible en la República

Por último, la imposibilidad de solucionar los problemas de fondo y el irrespeto por el federalismo y las autonomías provinciales.

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