La falacia del “Todos con Cristina”

Esta semana se realizarán multitudinarias marchas en apoyo a a Cristina Kirchner. Sin embargo, ¿cuáles son los motivos que impulsan a la dirigencia tanto como a la “gente de a pie” a organizar tales convocatorias?

Militantes frente al domicilio de Cristina Kirchner. / Gentileza
Militantes frente al domicilio de Cristina Kirchner. / Gentileza

La próxima semana estará cruzada por el slogan “Todos con Cristina”. “Todos” implica motivaciones compartidas, objetivos comunes. No es esto lo que está por ocurrir. Por un lado está la dirigencia del Frente de Todos, que hace la convocatoria, y por otro quienes asistirán. Serán 10, 10.000, 100.000. No sabemos. Tampoco sabemos cuántos serán militantes y cuántos, “gente de a pie”. Lo que sí sabemos, es que no es lo mismo lo que motiva a unos y a otros. Sería muy soberbio arrojarse el conocimiento de los “por qué” de la gente de a pie cuando se moviliza. Hay infinitos motivos, todos dignos de atención. Pero seguramente hay un denominador común: quienes vayan por propia voluntad lo harán porque quieren a Cristina. Está muy bien, hay que respetarlo.

Los que no quieren a Cristina son los máximos referentes del Frente de Todos. Y eso es lo grave, lo soterrado, lo que nos hace a todos los argentinos presos de una situación confusa y engañosa. Dos ejemplos, sólo dos, porque su contundencia exime de más palabras.

Sergio Massa: 2015, candidato a Presidente enfrentado al candidato oficialista Daniel Scioli: “El camino de la Argentina no es ajuste o la impunidad”, “me da asco la corrupción y los voy a meter presos, yo no les tengo miedo”. También : “conmigo se termina la era k, por mas violencia y chequera que quieran usar. Hoy FPV significa fraude, prepotencia y violencia”. Y más: “nos quieren decir que está todo bien y nos ponen un candidato que como ‘servil lorito’ repite lo que le dicen desde la Rosada”, en alusión al candidato de Cristina, Daniel Scioli.

Alberto Fernandez: 16 de febrero de 2015 en relación a la muerte del Fiscal Nisman en una nota titulada “Hasta que el silencio aturda a la presidenta”, el ahora Presidente aseguró que se trataba de “un fiscal que denunció penalmente a la presidenta, que apareció muerto días después de formular su demanda y solo un día antes de fundar su imputación ante el Congreso Nacional”. .. “ignorando la tragedia, (la presidente) se indultó a sí misma, apropiándose de la verdad, de la patria y hasta de la alegría, y condenó cínicamente a los que quedamos agobiados por lo patético de lo ocurrido”. A fines de diciembre de 2015 decía: “En el segundo mandato de Cristina es dificilísimo encontrar algo virtuoso, “creo que ahí Cristina tiene una enorme distorsión sobre la realidad, francamente lo digo, de haberme quedado (en el gobierno de Cristina), debería haber sido parte del séquito de obedientes. Para mí la política no es un ejercicio de obediencia, es un ejercicio de reflexión y de debate. La que se olvidó de eso fue Cristina”.

Luego, durante su Presidencia sólo debemos recordar las cartas por las redes, las humillaciones en público, las constantes estocadas contra la autoridad presidencial.

Aquí en Mendoza ocurre lo mismo. Sobran infinitamente las expresiones de dirigentes del Frente de Todos poniendo en tela de juicio la legitimidad de la conducción kirchnerista, públicamente y no tanto. Basta sondear los archivos periodísticos. Hay quienes quieren desdoblar las elecciones, otros no. A algunos intendentes de su mismo partido le presentan otro candidato, a otros no, hacen actos e invitan a algunos y a otros no. Y así..

¿Qué los une hoy? Difícil, casi imposible pensar que la respuesta sea la confianza o el cariño. No hay entre ellos sentimientos positivos: hay una necesidad, que no es la misma que la de los argentinos.

La necesidad de mostrarse unidos en la superficie para, a toda costa, no obtener una derrota mayor que las anteriores en Mendoza y mantener el gobierno en la Nación, jaqueados por una crisis que ellos mismos produjeron. Tienen derecho. Lo que asusta y preocupa es la falta de límites, el vaciamiento de la palabra, el actuar como si todas las herramientas fueran legítimas, el arrojarse para sí mismos las emociones y esperanzas de los demás.

Esta semana marcharán: la dirigencia por unos motivos y la gente de a pie por otros. Ellos marcharán privilegiando sus intereses partidarios por sobre los de sus provincias, como es el caso tan emblemático de Mendoza, por el irrespeto por la justicia (sólo cuando es adversa a Cristina, porque cuando ha sido sobreseída reinó el silencio), por la necesidad de impunidad, por el cálculo electoral. Cuando convocan, y cuando marchen, ellos estarán consientes del zoológico privado de De Vido, la corrupción de Boudou, los funcionarios presos, los bolsos voladores de Lopez, los jardineros y monotributistas millonarios, la soberbia ensordecedora, los millones de dólares de hijos presidenciales que nunca trabajaron. También serán conscientes de que el enriquecimiento voraz tiene una relación directa con el empobrecimiento de los que ellos dicen defender y con la decadencia de las instituciones argentinas desde hace décadas. También lo serán de que desde 1983, los últimos 39 años, 26 años gobernaron ellos. Ellos lo saben, y lo saben bien.

La gente que marchará sabrá esto o no, lo tendrá presente o no, le importará más o menos. Otra vez, no sabemos. Lo que sí sabemos es que su finalidad no es perpetuar ni esconder, ni desviar la atención sobre estas formas. La de la dirigencia que convoca, sí.

Entonces, estemos despiertos. Cuando se dice “todos”, a veces ese “todos” no engloba, sólo esconde.

Natacha Eisenchlas

Senadora Provincial

U.C.R.

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