La fábula de la avispa patria y la araña peronia

La dirigencia peronista olvidó bases doctrinarias y proyectos de Nación y República de su fundador para abrazarse a cargos, privilegios y negociados.

Imagen ilustrativa / Gentileza
Imagen ilustrativa / Gentileza

Días pasados un amigo me envió un video tomado en Luján que muestra una avispa de las arañas (familia de los pompílidos) que lleva una presa. La hembra de este insecto solitario es una cazadora feroz, especializada en arañas que duplican o triplican su tamaño. Ella pica a la araña y su veneno la paraliza; seguidamente la transporta hasta donde está su nido, hecho de barro o en huecos en las paredes. Cuando instala a la araña, deposita sus huevos en ésta, que permanece viva pero inmovilizada. Cuando nacen las larvas tienen el sustento asegurado: la araña, que permanece con vida latente hasta que es ingerida por las nuevas avispas, que reinician así su ciclo vital.

Ese video me motivo a escribir una fábula para niños: “La avispa Patria y la araña Peronia”.

Dice así: Desde que nació, hace 75 años, Peronia fue feliz y no paró de hacerse grande de la mano de quien le dio el nombre y tuvo innumerables hijos.

Todos tenían salud, trabajo, nidos donde vivir e iban satisfechos por la vida.

Pero hubo un aciago día en que, volando desde el sur, apareció la avispa Patria, picó a la gran familia Peronia convirtiéndola en una masa viva pero inmóvil.

Puso en ella sus huevecillos y hoy sus larvas, Camporalis fagocituttidae (nombre ficcional político-científico), se devoran a la inmóvil Peronia hasta acabar próximamente con su vida. Fin.

Descubrí que esta fábula infantil resultaba aplicable a la realidad de una parte de nuestra Argentina: el, peronismo burocratizado y anquilosado.

Su dirigencia olvidó hace décadas las bases doctrinarias y los proyectos de Nación y República de su fundador para abrazarse a cargos, privilegios y negoci(ad)os..

Fue capturada por un grupo ultrapragmático que la sometió  a fuerza de palos y billetera.

Desde 2019 armó una coalición que es una contradicción en sí misma, pero que logró reunir a la casi totalidad del peronismo y lo convirtió en un zombi.

Ya desde 2007 la presidente encumbró a algunos peronistas en ministerios pero, despojándolos de todo poder, colocó como interventores o comisarios políticos una segunda línea con capacidad de decisión por sobre sus superiores formales.

Desde diciembre de 2019 se ha profundizado esta organización, con un presidente formal y una vice que tiene el poder real para expulsar funcionarios, vetar nombramientos y colocar a sus fanáticos en cargos clave con capacidad para inteferir o bloquear cualquier gestión que perturbe sus deseos.

¿Nunca se preguntan los peronistas sobre su destino en el Frente de Todos?

¿No advierten que la obediencia debida les hace perder su individualidad, su dignidad política y hasta personal?

El creciente autoritarismo, el avance brutal contra la justicia federal y la Corte que juzgan actos de corrupción, el régimen policíaco represor de Formosa, entre muchas otras lindezas, son justificados por dirigentes peronistas porque los enjuiciados o los represores han sido “votados por el pueblo”.

En su enorme ignorancia, o en la comodidad de la burbuja en la que viven los pragmáticos amorales, “olvidan” (es una manera de decir) que Hitler fue votado por el “pueblo” alemán y en 9 meses hizo su revolución, liquidando la oposición, cooptando la justicia, controlando absolutamente la prensa independiente e instaurando un régimen de partido único. Nada diferente de Cuba, Venezuela, China o la URSS.

Ahora al peronismo le imponen a Máximo Kirchner como presidente del PJ de Buenos Aires, el principal distrito. A cambio encumbran en el PJ nacional (un sello electoral, no un partido de gobierno) a un figurón, que no por casualidad es quien preside formalmente la república.

Como bien dice el ex ministro Randazzo, sólo hay a la vista un “proyecto familiar de poder”.

¿Esto lo perciben los dirigentes peronistas?

Estamos en un país sin rumbo, absolutamente a la deriva y todo centrado en la construcción que hace una señora de un linaje familiar cuasi monárquico, estilo Corea del Norte, sin ideología, sin programa estratégico de desarrollo y vinculación con el mundo, salvo los muy peligrosos juegos geopolíticos para vincular a la Argentina con países totalitarios y autoritarios, violadores seriales de derechos humanos, donde se persigue, encarcela y mata a opositores o a minorías étnico/religiosas.

El único norte del grupo gobernante con poder real parece ser voltear causas judiciales respaldadas por toneladas de pruebas contra los procesados en ellas. Nada más.

Debería recordar la dirigencia peronistas, antes de que le resulte demasiado tarde, algo simple y esclarecedor que dijo el ex senador peronista Miguel Pichetto en marzo de 2016, después de décadas de obediencia debida vertical e indiscutible: “He recuperado la capacidad de pensar y decir lo que pienso”.

Afortunadamente parte del peronismo intenta vivir en la República con Estado de derecho, es decir, con la ley por encima de todo y sin liderazgos mesiánicos ni violencia institucional.

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