La era de la ansiedad, ¿cómo afrontarla?

La ansiedad está relacionada a un sentimiento de alarma, ligado al miedo. Tiene múltiples manifestaciones: físicas, emocionales y cognitivas (mentales).

La ansiedad es uno de los trastornos con consultas desde que comenzó la pandemia.
La ansiedad es uno de los trastornos con consultas desde que comenzó la pandemia.

La ansiedad es un sentimiento abrumador, agobiante y en muchos momentos genera una sensación apocalíptica para quienes lo padecen.

En general, la ansiedad como síntoma psicológico cuando se expresa con gran intensidad, es inhabilitante para la persona. Entorpece su capacidad de adaptación social y laboral.

La ansiedad está relacionada a un sentimiento de alarma, ligado al miedo. Tiene múltiples manifestaciones: físicas, emocionales y cognitivas (mentales).

Las físicas implican psicosomatizaciones variadas como dolor de cabeza, dificultades digestivas, dolor en el pecho u opresión, taquicardia, sudoración en las manos, dificultades respiratorias, puede afectar al sistema endocrinológico etc.

Las emociones se expresan en nuestro cuerpo cuando no pueden ser traducidas al lenguaje y así poder ser procesadas a través del pensamiento.

La emoción puja por salir, por manifestarse, nos marca una dificultad, una molestia.

A nivel del procesamiento cognitivo la situación encubre mayor dificultad. La persona se siente colapsada, bloqueada o con comportamientos evasivos y sistemáticos de los cuales no es consciente.

El pensamiento está limitado por la ansiedad, entorpeciendo la percepción de la realidad y su interpretación.

Pueden aparecer olvidos, por ejemplo: ya que al estar en hiperalerta la atención de la persona está en múltiples focos, sin poder dar prioridades. Generando un sentimiento de confusión y agotamiento mental. La anticipación reina, generando contextos imaginarios, tomados como certezas.

Desde mi experiencia clínica, a pesar que Internet permite beneficios enormes en cuanto a la brevedad, esto se va trasladando a muchos aspectos que no pueden resolverse de la misma manera.

Es la era de lo inmediato. El apuro es el protagonista del macrocontexto, influyendo en el procesamiento de la información a nivel mental y estimulando estados de ansiedad. Las emociones y pensamientos necesitan madurar en un proceso en el tiempo; al igual que lo hacen los frutos y las flores en las plantas o las gestaciones de cualquier especie en la tierra.

Es en los procesos donde podemos ordenarnos a través de una adaptación graduada y singular, dependiendo de la índole de aquel.

Cualquier proceso implica un tiempo de inicio, de desarrollo y de aprendizaje (en el mejor de los casos) y un desenlace que cierra ese ciclo.

Conectarnos al presente es fundamental, es una manera de entender por lo que transitamos a nivel emocional.

Conectarnos a nuestra respiración, a lo que el cuerpo nos cuenta, preguntarnos que deseamos a diferencia de lo que necesitamos. A darnos tiempo para hacer una pausa, para pensar. Para aprender… Aprender que el apuro no siempre nos lleva a los objetivos, incluso hasta los distorsiona.

Conectarse con los procesos, implica tomar un camino hacia la verdad individual. La terapia psicológica o actividades milenarias como el yoga o la meditación, facilitan esta introspección.

Permiten repensar la posición que se toma en relación a la realidad. Hacer un lazo con el presente ordena nuestra percepción, ubicándonos en espacio y tiempo.

Situación necesaria, que nos permite desarrollar la capacidad de disfrute, vivenciando el placer en la cotidianidad y con los nuestros.

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