Incendios de campos, alerta y vigilancia

Los incendios de campo comprenden la propagación del fuego en un ambiente natural, y aunque existe la posibilidad de control por parte del hombre, casi siempre causan efectos muy gravosos para los recursos naturales y ponen en riesgo vidas humanas. Vigilar y prevenir es necesario para que este flagelo no nos siga afectando.

Imagen ilustrativa. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes.
Imagen ilustrativa. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes.

Los incendios de campos en el piedemonte mendocino durante 2019, fueron muy gravosos tanto en Potrerillos cuanto en el cerro Arco, con importantes daños en la cobertura vegetal y afectación importante del suelo. La población y los responsables de los equipos de combate de estos flagelos en cerros y campos, quieren que estos sucesos no se repitan o sean atemperados en la medida de lo posible.

La recuperación espontánea de la flora es muy lenta y no siempre se consigue, pero, sin embargo, hay respuestas desde la Ciencia. Se ha visto cómo equipos de investigación del Conicet, una ONG privada, el Departamento General de Irrigación (DGI) y el Gobierno, están abocados a restaurar más de 6.600 hectáreas de la cuenca del río Mendoza, en el distrito de Potrerillos, que se vieron afectadas por ruinosos incendios en 2019.

Es un trabajo muy meritorio, de gran proyección y también costoso y de mucho esfuerzo que, lamentablemente, no se podrá replicar en forma permanente en todos los siniestros que eventualmente puedan ocurrir.

Repetimos: un trabajo que se desarrolla con evidencia científica. Pero, lo que hay que lograr es impedir que se produzcan estos episodios destructivos en las áreas descampadas.

Los especialistas advierten que la temporada que se avecina será muy complicada en Mendoza. La gran cantidad de lluvias registradas en febrero y marzo han generado una importante carga de combustible en algunos sectores, que causan mucha preocupación en las autoridades y los servicios de lucha contra la emergencia.

Explican que el piedemonte luce ‘tapizado’ de pastos, cubierta vegetal que se va a secar cuando se produzcan las primeras heladas y, de tal forma, será proclive a arder en los próximos meses, con la primera chispa que alguien genere o por causas naturales. Si el invierno se presenta seco, el panorama será complicado.

Además de observarse una carga de combustible fino como la actual, en zonas de interfase, el riesgo de fuego se intensifica. Son sectores del piedemonte donde existen construcciones (quinchos, instalaciones de madera) muy próximas al combustible y, de tal modo, el estallido y la propagación del fuego es un elemento a considerar, como ocurre en sitios ubicados al Norte de la ruta provincial 82 (Las Compuertas, Blanco Encalada, etc). Son lugares que estarán comprometidos si se da la situación descripta durante invierno y primavera.

Entonces, lo que es dable esperar es que los servicios de control y lucha contra estos incendios, tan gravosos para el ambiente y que ponen en serio riesgo a las personas y sus bienes, estén muy alertas para actuar. En ellos hay que confiar porque siempre han hecho enormes esfuerzos para combatir las llamas, pese a que no tienen las movilidades necesarias y a que no cuentan con la renovación del equipamiento que la prestación exige.

El público en forma genérica, todo aquél que por distintas razones circule por el campo, a pie o en vehículos de cuatro y dos ruedas, deberá extremar el cuidado de no encender fuego en lugares prohibidos y, cuando lo haga donde sí se puede, abandone el sitio sabiendo que no deja cenizas que puedan desencadenar un siniestro.

Otro capítulo, y resorte de la Justicia penal, serán los incendios intencionales, que ocurren y no siempre son reprimidos con el rigor que se merecen.

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