IMPSA: pensar en desarrollo, invertir en producción

Esta decisión que hoy nos enorgullece, echa por tierra las propuestas electoralistas que acusan a la Nación de abandonar a Mendoza a su suerte.

Esta decisión que hoy nos enorgullece, echa por tierra las propuestas electoralistas que acusan a la Nación de abandonar a Mendoza a su suerte.
Esta decisión que hoy nos enorgullece, echa por tierra las propuestas electoralistas que acusan a la Nación de abandonar a Mendoza a su suerte.

Hay momentos en que las actitudes muestran la realidad que se esconde detrás de las ideologías.

Afirmar una identidad nacional no debe ser solo un acto declarativo. Son acciones concretas que, en nombre de un proyecto de desarrollo nacional, lleva adelante un Estado. Hoy es una acción destinada a recuperar una empresa insignia que, dejada al libre accionar del mercantilismo nacional e internacional, desaparecería.

Pero este rescate de una industria nacional no es distinto a otras acciones que sostienen la capacidad de crecimiento y desarrollo de los argentinos que enfrentan situaciones críticas.

También, esta decisión que hoy nos enorgullece, echa por tierra las propuestas electoralistas que acusan a la Nación de abandonar a Mendoza a su suerte.

Rescatar a IMPSA, con un aporte de capital de la Nación de 1400 millones de pesos y de la provincia de 470 millones, -de los cuales 200 millones los aportará también la Nación como préstamo no reembolsable-, es, ni más ni menos, que mantener con vida potencialmente a casi 580 pymes del sector electromecánico, y con trabajo y salarios a 12.000 trabajadores.

Pero también es evitar la pérdida del capital físico y humano acumulado.

La producción nacional podrá actuar como proveedora en los Proyectos hidroeléctricos en El Tambolar San Juan, Portezuelo del Viento en Mendoza, como también los proyectos de reparación y repotenciación de la central Yacyretá y de muchas otras centrales cuyas concesiones revierten en el 2023 y que requerirán modernizaciones, sustituyendo importaciones por trabajo nacional, además de participar en demandas desde el exterior como San Antonio, en Brasil.

También implica participar en energía nuclear, como proveedor de la calderería especial del Proyecto CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares), desarrollada y construida integralmente por la empresa. En Petróleo & Gas, fabricando equipos especiales de separación y tratamiento. En proyectos de energía eólica, por su enorme potencial y el desarrollo de aerogeneradores de 4,6 MW.

Todos estos proyectos demandan bienes y servicios en empresas argentinas, con contratos IPD (Integrated Project Delivery) o contratos colaborativos para servicios de ingenierías complejas.

Claro que es un desafío. Tomar partido por industrias mendocinas, como IMPSA, que no podrían dar pelea en el escenario internacional actual, si no fuera por la ayuda del Estado es demostrar la capacidad del recurso humano mendocino y argentino.

Si tenemos los oídos atentos, nos aturdirá el silencio de los representantes del neoliberalismo local y nacional. Los que dicen que necesitamos un Estado mínimo ya que el futuro mendocino y argentino solo puede ser el que los capitales internacionales y sus multinacionales nos asignen.

Me rebelo y declaro mi lucha apasionada contra ese destino. Estamos en pandemia. Pero, como todos los países del mundo, saldremos de ella. Y ya nada será igual.

El daño económico causado por el virus requerirá de más Estado, de un Estado inteligente y comprometido, de más colaboración de las empresas privadas, de más solidaridad entre todos los argentinos.

Solo así podremos construir un futuro donde el desarrollo y las oportunidades sean para todos.

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