IMPSA: lógicas dudas e inquietudes

Es significativo el costo para el erario público de esta capitalización y es demasiado importante Impsa, como para que hagamos de ello otro fallido experimento estatizante.

Es demasiado importante Impsa, como para que hagamos de ello otro fallido experimento estatizante.
Es demasiado importante Impsa, como para que hagamos de ello otro fallido experimento estatizante.

Desde el Estado se formalizó en esta semana la capitalización de Impsa, una empresa emblemática de Mendoza y el país. En base a esa rica trayectoria, que siempre tuvo como sede operativa a nuestra provincia, el gobierno local pretende que la empresa nunca deje de lado dicha pertenencia. Posiblemente esa premisa fue la que movió al gobierno provincial a sumarse a la Nación en esta iniciativa.

La inversión concretada, que convierte en accionistas mayoritarios al Estado nacional y al provincial, en ese orden, tiene como finalidad que la empresa logre al cabo del tiempo recomponer su capital de trabajo, de modo de no perder el liderazgo en el desarrollo tecnológico para generación de energía, atributo que ha sabido mantener pese a la adversidad en los números soportada en los últimos tiempos.

Sobresale la intención política de reivindicar desde el Estado a una empresa que ha simbolizado durante décadas el espíritu emprendedor de los mendocinos con una impronta innovadora y de proyección internacional.

Nada menos que por eso Impsa es un ícono indudable de la faz económica y productiva de esta región de la Argentina.

Como tantos otros visionarios en otros rubros, plantó raíces en esta superficie árida y necesitada de la mano del hombre para crecer.

Y una vez desarrollada, colocó a Mendoza y a la Argentina en un lugar preponderante en el mundo.

La exportación fue el perfil fuerte de Impsa en sus recientes décadas de desarrollo y proyección, lo que permitió que su producción en un 80% tuviese como destino de comercialización casi medio centenar de países en distintas partes del mundo.

Sin embargo, quienes de ahora en adelante estén al mando deberán evitar que el aporte de capital estatal, nacional y provincial, conduzca a una politización de la compañía que la termine convirtiendo en una presa de disputas internas de ocasionales oficialismos, o de trampolín político para dirigentes oportunistas.

Una politización sin sustento se encargaría de voltear, precisamente, las mejores intenciones de la política para lograr que Impsa progrese y produzca como lo supo hacer.

Lo que se pretende es, justamente, todo lo contrario de lo que frecuentemente ha sucedido en nuestro país con empresas a las que se reestatizó en base a erróneos, o premeditados, propósitos que desalentaron expectativas de posibles inversores privados, porque las convirtieron en inviolables reductos de ambiciones partidarias y sindicales. Aerolíneas Argentinas recoge casi todas las miradas en ese sentido.

En realidad, no resulta prudente adoptar una temprana actitud condenatoria de lo elegido por el Estado sin que se sepa cómo se prevé hacer funcionar a la empresa bajo su órbita y, en base a ello, cuáles serán los resultados al cabo del tiempo. Pero, sí preocupan los antecedentes a los que ya hemos aludido en materia de estatizaciones.

Impsa, y los mendocinos en general, merecen que esta compañía base su eficiencia con suficiente respaldo para que por su proyección internacional le vuelva a servir a la provincia y al país.

Y para que la inversión privada vuelva a sentir deseos de segura participación.

Es significativo el costo para el erario público de esta capitalización y es demasiado importante Impsa, como para que hagamos de ello otro fallido experimento estatizante.

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