Eva Perón, una mujer a la carta

Crecen la confusión sobre su legado político y los intentos de adaptarla a la coyuntura actual mediante mecanismos que nunca se aplican con tanta vehemencia a los hombres.

Eva Duarte de Perón (1919-1952)
Eva Duarte de Perón (1919-1952)

No erró Rep, el humorista gráfico vitalicio de Página/12, al incluir la frase “Nacida para molestar” en el titulo de su libro de viñetas sobre Eva Perón.

Casi seis décadas después de su muerte, la mujer con mayor relevancia internacional de Argentina sigue incomodando a propios y ajenos. Son harto conocidas las horribles historias de un antiperonismo que llegó a ultrajar su cadáver en un macabro juego de fetichismo y odio, y también los argumentos lógicos de sectores que no coinciden ni coincidieron con su obra y mensaje.

En la vereda de enfrente, se ubica el variopinto conjunto de referentes políticos, artistas y opinadores que la sienten propia, incluyendo a los que pretenden hacerla pasar por Santa y a quienes decidieron revisitarla bajo el imperativo: “Si Evita viviera diría que...” Dentro del activismo abortero las relecturas de la “abanderada de los humildes” llegaron por estos días a un paradójico clímax de paternalismo e invisibilización.

Si bien todos los grandes íconos de la política han sido releídos a la luz de las coyunturas, es muy difícil encontrar uno que haya sufrido unos cambios tan dramáticos sobre aquello que se ocupó de manifestar claramente. Es comprensible que la deriva progresista del peronismo haga ver como completamente vergonzantes sus ideas católicas plasmadas en innumerables frases del estilo “el vientre de la mujer es la cuna sagrada donde se genera la vida”. Pero el oprobio que se pueda sentir no justifica borrar lo que dijo y militó, y mucho menos atribuirle una suerte de vida post mortem en la que “diría y haría lo que a mí me gusta, conviene y quiero que diga”.

De ponerle un pañuelo verde a su foto, se pasó en esta última campaña por la IVE a aplicarle tatuajes, jeans y anteojos de hípster como símbolo visual del denso velo que se aplica a su discursividad y sus gestos políticos. Así como la oligarquía a la que enfrentó en vida necesitó desfigurarla grotescamente para denigrar a la porción del pueblo que la adoraba, algunos fans de hoy necesitan atribuirle ideas y pensamientos que jamás tuvo para anexarla a sus propósitos.

“Mi afán es que la gente pueda reírse y reír con Eva, y que podamos hablar de ella ya no en el pedestal, humanizarla como se humaniza a la gente que vale la pena. Que encuentren empatía, simpatía, por esos dibujos y también cuestionamientos, que sigamos discutiéndola”, dijo Rep sobre su libro, dando nuevamente una pauta de lo que subyace bajo las relecturas de una mujer tan importante: bajarla del pedestal y empatizar con ella.

En lo personal, celebro que haya mujeres que ocupen los pedestales que históricamente se han reservado en su mayoría a los hombres, pero también puedo comprender que haya señores que necesiten otra cosa. Más me cuesta entender que, para un movimiento de género mediáticamente tan relevante como el argentino, resulte inevitable imprimir cambios sobre una mujer que fascina incluso a quienes la detestan.

El periplo –incluyendo la vida artística y política - de Eva Duarte de Perón es lo suficientemente polémico y extraordinario como para que los intentos de aggiornamiento se parezcan demasiado a la cancelación. Varias referentes feministas llamaron a aceptar a Maradona en sus contradicciones y claroscuros, sin apropiaciones ni sesgos, pero no dejan de ejercer una cosmética sobre Eva. Su vida es un documento de época y una oportunidad para inmiscuirse muy íntimamente con el acceso al poder que el feminismo declama. Quizás sea la hora de aprender a aceptarla tal cual fue.

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