Equilibrio, sinónimo de unidad entre radicales y macristas

Macri llegó a Mendoza para presentar su libro, de algún modo impactado por la movida radical con Manes y por cierta tirantez con la UCR. Se sigue hablando de la posibilidad de que Adolfo Bermejo termine siendo el primer candidato al Congreso por diputados, en la lista peronista local.

Ilustración / Gabriel Fernández
Ilustración / Gabriel Fernández

La visita de Mauricio Macri a nuestra provincia se produjo en un momento de gran efervescencia a nivel nacional en el espacio que encabezan su partido y la UCR. Aunque dicen los que analizan el día a día de la coalición opositora que ese clima de ninguna manera puede hacer suponer que Juntos por el Cambio se encuentre al borde de una ruptura.

En Mendoza las relaciones estaban (¿seguirán?) también algo tensas entre los radicales y el principal referente del macrismo, Omar De Marchi, al que varios de los que le dan forma a la pretendida tercera vía liberal o de centroderecha no dejan de tentar para que encabece una lista de candidatos a senadores nacionales por afuera de Cambia Mendoza. Es lo que en la calle se define como una patriada de muy incierto resultado. Sería una instancia a la que el actual diputado nacional macrista podría recurrir sólo ante un caso de destrato por parte del radicalismo. El asunto pasa por acordar un reparto de aspirantes a cargos electivos que le dé posibilidades a la gente del macrismo.

Volviendo al contexto nacional, voces experimentadas del radicalismo aseguran que “la coalición está institucionalizada”. Aluden a reuniones periódicas entre los referentes de los bloques parlamentarios del primer espacio de la oposición que la mantienen bien parada frente a la agenda pública. Ahí participan las principales voces parlamentarias del radicalismo y el macrismo, además de la Coalición Cívica. Esa sólida estructura con representación en el Congreso es considerada como una suerte de columna vertebral de todo el armado a nivel nacional y en los principales y más influyentes distritos electorales. Si hay un quiebre, debería producirse a partir del Congreso, opinan los que apuestan al mantenimiento de la coalición. Un orgulloso desafío a la teoría del verticalismo, característico del gobernante Frente de Todos, como herencia de su fundacional movimiento peronista, en donde las directivas siempre provienen de una sola voz de mando.

Pero, más allá de esa intención no rupturista que se pregona, a lo que no ha querido renunciar el radicalismo es a su protagonismo histórico. Mejor dicho: las huestes radicales pretenden ahora dejar de ser solamente el mayoritario sostén territorial de Juntos por el Cambio para volver a imponer nombres capaces de competir con los números puestos del Pro. Fue así como entró en escena la figura del neurocientífico Facundo Manes para competir en la provincia de Buenos Aires. En el centenario espacio de la coalición opositora quieren tener a la vez territorialidad y candidatos con posibilidades de triunfo.

Por eso no temen los radicales en un quiebre. Y si no se logra un acuerdo, después de todo las primarias son ordenadoras, dicen. Pero la apuesta es, con primarias o sin ellas, al equilibrio y no a la ruptura. Entienden que esta movida radical en la provincia de Buenos Aires tiene trascendencia política nacional y viene a poner contrapeso en un territorio en el que el macrismo pasó a tener un protagonismo casi excluyente dentro de la coalición.

La UCR no ha querido olvidar la gravitación que históricamente tuvo en aquella gran provincia. Lo mismo piensan con respecto a otras jurisdicciones, como Santa Fe o Córdoba. Lo de Manes, por ejemplo, fue producto de una movida nacional que tuvo favorable acogida en el Comité central encabezado por Cornejo. Esta especie de resurgimiento del radicalismo incluye hasta al territorio porteño, donde el macrismo viene mandando políticamente desde hace varios años. Por eso hasta se plantea la posibilidad de que Martín Lousteau, con banca asegurada en el Senado hasta 2025, compita encabezando la lista de diputados por la Ciudad Autónoma en una eventual interna en las PASO de setiembre.

Volviendo a Mendoza, como señalábamos, Macri llegó para presentar su libro de algún modo impactado por la movida radical con Manes y ciertamente preocupado por los resultados de la tirantez con el radicalismo y de las propias desinteligencias entre los suyos en Ciudad Autónoma y provincia de Buenos Aires, donde se mezclan los llamados halcones y palomas.

Macri sustentó aquí, durante su alocución, el pedido de evitar definir candidaturas en primarias con el argumento de que hace falta la unidad en Juntos por el Cambio para llegar en condiciones competitivas a una elección que él define como la más importante desde 1983.

El ex presidente tiene en esto una mirada acertada. Una dispersión de votos de la oposición le otorgaría al oficialismo un cheque en blanco para tentadoras reformas que terminan afectando la calidad institucional. No es un asunto menor. Aunque ya está visto que la estrategia del gobierno nacional apunta a mejorar la percepción de la gente en la economía. Y en ello coinciden muchos analistas: el voto por lo general expresa mayoritariamente lo que siente el bolsillo. Eso lo vivió en carne propia Macri en 2019.

Lo real es que en el gobernante frente Cambia Mendoza sobresalen dos partidos, UCR y Pro, en ese orden. Y no hay dudas de que, como pasa en el plano nacional, aquí también hace falta redondear una negociación fuerte entre esos dos sectores para que no se llegue a un quiebre. Lo que pudiese pasar en Mendoza en ese sentido podría equipararse a una chispa capaz de generar un incendio a nivel nacional en el burbujeante espacio.

Al margen de los elogios públicos de Macri a Rodolfo Suárez por su “rebeldía” ante el manejo discrecional de la cuarentena que hizo el gobierno nacional, está claro que lo más fino en materia de negociaciones y eventuales acuerdos pasa por la relación del macrismo con Alfredo Cornejo, conductor nacional de la UCR y hueso duro de pelar con el que el ex presidente convivió durante sus cuatro años de gestión. Fueron también los 4 años de Cornejo como gobernador, en los que hubo luces y sombras. Y es real, por otro lado, que el temperamento del mendocino no genera afectos fácilmente.

El PJ local, en su laberinto

Por el lado del PJ/kirchnerismo local, no se termina de resolver lo de José Luis Ramón. En la conducción partidaria no le ven chances de armar algo solo en la provincia. Es por eso que la posibilidad de que participe de alguna lista de candidatos nacionales siempre es factible, ya que su mandato finaliza y su voto siempre cotizó y fue útil en votaciones clave del oficialismo en el Congreso. Algún cargo nacional podría ser otra posibilidad. También hay posibilidades que ya más cerca de la fecha de cierre de listas se determine qué hacer con el actual socio político en virtud de lo que digan las mediciones que seguramente encargaran desde el PJ.

Se sigue hablando de la posibilidad de que Adolfo Bermejo termine siendo el primer candidato al Congreso por Diputados. Sería el candidato ideal según la interna del partido. ¿Qué dicen a nivel nacional? Que sean candidatos los que más sumen, lo que le daría más chances a Ramón por el porcentaje propio que tiene, escaso para competir solo, pero tentador a la hora de sumar puntos porcentuales al Frente de Todos.

La prioridad de Anabel Fernández Sagasti es tener ordenado el partido; dicen en su entorno que lo viene logrando. Sin embargo, hay quienes sostienen que la relación con los intendentes no es la mejor, en especial, como ya se ha dicho, con el sanrafaelino Félix, que tendría más expectativas de proyección para 2023 que en esta oportunidad.

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