Equilibrio, la estrategia de Suárez

Los gobernadores e intendentes no deben tener necesariamente un rol opositor, salvo evidentes abusos no republicanos, de modos autoritarios.

Imagen Ilustrativa
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Fuego cruzado entre Mendoza y la Nación por los recursos que envía la gestión de Alberto Fernández ante la crisis financiera que dejan la pandemia y su larga cuarentena. El gobierno de Suárez reclama un determinado monto, pero llega otro menor. Entonces, desde las huestes de Juntos por el Cambio toman la delantera los diputados nacionales, de la UCR y el Pro, y acusan públicamente al gobierno nacional de ningunear a nuestra provincia. Pero de inmediato surge la respuesta desde el justicialismo con cifras que pretenden demostrar que, en realidad, en sólo 7 meses de gobierno, Alberto Fernández ya ha enviado más plata a Suárez que Macri a Cornejo durante cuatro años.

Como vemos, el tono más hostil no se da entre los gobiernos, el local y el nacional, sino entre quienes desde otros roles se sienten habilitados para el intercambio de acusaciones. No es mala la relación de Suárez con el Ejecutivo nacional como tampoco lo es, por ejemplo, la de Rodríguez Larreta con la Casa Rosada. En cambio, hay más tirantez a diario entre el líder radical, Cornejo, y la jefa del Pro, Bullrich, con las autoridades nacionales. Suárez y el jefe de Gobierno porteño se desentienden de esos entreveros y ponen toda su atención en la gestión que a cada uno le toca. Es evidente y también es lógico.

Hay claramente dos posturas que obedecen a diferentes funciones públicas. Alfredo Cornejo ejerce el doble papel de diputado nacional y presidente del radicalismo en el país. Quienes lo frecuentan, y aun en el gobierno local, consideran que su abundancia de críticas hacia la figura presidencial y el Gobierno en general es fiel a su estilo de hacer política, pero también asumiendo la responsabilidad de estar a la cabeza de un partido histórico dentro del mayor espacio opositor al actual gobierno. “Su impulso es legítimo”, opinan en los ámbitos de poder de esta provincia. No creen que por su culpa puedan perjudicar a esta provincia. Y gran parte de razón tienen; la oposición se ejerce desde las bancas legislativas y desde los partidos. Los gobernadores e intendentes no deben tener necesariamente un rol opositor. No es ésa la función, salvo evidentes abusos propios no de una república sino de un sistema autoritario.

Por lo tanto, Rodolfo Suárez va cumpliendo en gran medida con el estilo de gestionar que siempre pregonó y defiende. El diálogo y la búsqueda de consenso son importantes para él. Posiblemente la excepción haya sido la vertiginosa definición para colocar a María Teresa Day en la Suprema Corte, en un escenario difícil por las objeciones que encabezó la oposición; los requisitos para ser juez supremo es un tema que seguramente la dirigencia reinterpretará hacia adelante.

Los colaboradores de Suárez lo definen como “firme, pero dialoguista. Seguro y tranquilo” para la toma de decisiones. Comprueba periódicamente que los recursos, fundamentales en este complicado contexto de emergencia sanitaria y financiera, tal vez no llegan desde el poder central en la cantidad que necesita Mendoza, pero entiende que no puede tensar innecesariamente la relación para no recibir en el plano local más planteos desde el justicialismo que los que ya tuvo que sufrir en su aún corta gestión, como los de la deuda de la Provincia, lo que se reflejó en los condicionamientos que hubo con el Presupuesto vigente. Por otra parte, esa misma oposición local es la que, alineada con la Nación, hace cuentas con las que pretende demostrar que Suárez está equivocado con lo que pide y pretende, como señalábamos al comienzo de este artículo.

Además de los recursos, otro de los mayores desvelos del Gobernador y su equipo es la situación de Portezuelo del Viento. En la conferencia de prensa convocada en la semana para dar a conocer el programa Mendoza Activa, que pilotea el ministro Vaquié y ya cuenta (en este caso sí) con respaldo opositor, ante consultas periodísticas el gobernador Suárez tuvo una postura bastante contundente respecto de las derivaciones del conflicto por la cuenca del río Colorado.

Siempre sin salir del libreto utilizado para cuidar sus pasos respecto de la relación con la Nación y las restantes provincias integrantes del Coirco, dejó el mandatario local dos o tres definiciones interesantes. Primero, recordó una vez más que la obra no está siendo financiada por la Nación, sino que se paga con recursos mendocinos que la Provincia recibe periódicamente como resarcimiento nacional por los efectos negativos de la promoción industrial. Aunque reiterada, la aclaración apunta a uno de los errores conceptuales del presidente Fernández en aquella visita a La Pampa. No caben dudas de que después de tantos años de demora, con la gestión de Cornejo y ahora la de Suárez, el sendero hacia la obra se hizo viable y eso aumentó el enojo de La Pampa.

Siempre con referencia a la obra del sur provincial, mostró Suárez un tono más enérgico, no de enojo, respecto de la relación con la Nación. Incluso habló de la propuesta que se llevará a la nueva reunión del Coirco, convocada por el Ministerio del Interior nuevamente, y con Alberto Fernández, con el propósito de demostrar que Mendoza también puede aceptar algunas sugerencias de las otras provincias del río Colorado y de la Nación “para que nadie llegue a pensar que lo que se busca es perjudicar a los demás”, según señaló un cercano colaborador de Suárez. Todo sin resignar un centímetro la pertenencia a Mendoza de la obra. La adversidad política no influye en el ánimo del mandatario para seguir adelante con el emprendimiento que se debería poner en marcha durante su mandato.

En este espinoso asunto tampoco sale de su molde de corrección, a pesar del adverso escenario, pero va mostrando más energía y todo lo que deba hacer desde el punto de vista legal procurando no someterse a una injusta derrota política ante la Nación y las otras cuatro provincias. Como ya señalara el ministro de Gobierno, Víctor Ibáñez (edición de Los Andes del viernes), no sorprenden ni intranquilizan mucho los reiterados y repetidos recursos que interpone La Pampa. Con más razón a partir de ahora, luego de que Mendoza decidiera no frenar el proceso licitatorio.

Mientras llega la reunión de acercamiento de partes a la que decidió convocar el ministro De Pedro, en el gobierno local trabajan en el contenido que acercarán a La Pampa, el Coirco y al presidente de la Nación.

En el equipo de Suárez consideran que, más allá de las diferencias actuales, difíciles de conciliar, es viable el diálogo sobre la importancia del dique para una amplia región del país, no sólo de Mendoza, incluyendo el aporte de energía que le dará al sistema interconectado. El argumento de una obra de Mendoza con sentido federal en cuanto a los beneficios que arrojará, espera que sean comprendidos y aceptados, especialmente, por el Ejecutivo nacional.

Dicen sus colaboradores que el secreto de Suárez es el equilibrio. Pues, tiene más de un motivo para ponerlo en práctica.

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