Elecciones latinoamericanas en noviembre

A menos de dos meses de la elección presidencial chilena, su resultado es realmente imprevisible por el gran fraccionamiento del sistema político.

Elecciones latinoamericanas en noviembre. / Foto: AP
Elecciones latinoamericanas en noviembre. / Foto: AP

En noviembre tendrán lugar tres elecciones en América Latina: las presidenciales de Nicaragua y Chile, y la regional venezolana.

Comenzando por la primera, la elección presidencial nicaragüense se realiza una semana antes que la argentina, el 7 de noviembre, y el Presidente Daniel Ortega pretende ser reelecto para un quinto mandato presidencial. En los últimos años, este ex líder de la guerrilla que venció a la dictadura de Anastasio Somoza a fines de los años setenta, ha ido derivando de un populismo autoritario a una dictadura que tiene como referencia las de Cuba y Venezuela, con las que se alinea políticamente. En los últimos meses, detuvo a siete candidatos presidenciales opositores, a decenas de aspirantes a otros cargos, y recientemente pidió la captura de un destacado intelectual nicaragüense, Sergio Ramírez. El mundo occidental (Estados Unidos, Europa y los gobiernos de centroderecha de América Latina) han condenado las medidas represivas de Ortega y exigido que las elecciones sean libres. Ello no sucederá. El Presidente de Nicaragua está decidido a consolidar un régimen dictatorial, pese a la fuerte oposición en el mundo occidental. Su esposa, Rosario Murillo, juega un rol muy importante en el poder, siendo la Vicepresidenta. La relación suele ser denominada “el matrimonio presidencial”, situación que tiene otros antecedentes en la región. En los hechos, Nicaragua va camino a una elección de partido único. La reelección de Ortega, si coincidiera dos semanas después con un nuevo triunfo del chavismo en Venezuela, más el control que el régimen cubano ha logrado de la protesta opositora, marcarían la consolidación de un eje de izquierda anti norteamericana en la región.

La elección presidencial chilena se realiza el 21 de noviembre, con una perspectiva incierta en cuanto al posible resultado. El país sufrió fuertes protestas violentas en 2019, que se aplacaron con la irrupción de la pandemia. El gobierno de centroderecha del presidente Sebastián Piñera, para contenerlas, llamó un referéndum para convocar una Constituyente. Aprobada la iniciativa, la elección de constituyentes mostró un resultado anarquizado, que derivó en la elección de una dirigente de la etnia mapuche como Presidente de la Asamblea, votada por 94 de los 155 constituyentes. Los sondeos para la elección presidencial muestran un alto fraccionamiento. El candidato de la izquierda moderada, Gabriel Boric, aparece primero, pero con menos de un cuarto de los votos. En los últimos días, un candidato de ultraderecha, Katz, pasó al segundo lugar, pero 10 puntos por debajo del anterior, superando al candidato de centroderecha, Sebastián Sichel. El resto se desgrana en porcentajes menores al 10%. En Chile el voto es voluntario, y pese a la crisis política, la concurrencia ha sido baja tanto en la Constituyente, como en las primarias para elegir candidatos. En una presidencial puede votar menos del 50%. Hacia adelante, el Gobierno de Piñera, que aparecía sin posibilidad alguna a raíz de las protestas violentas y la crisis política consecuente, puede beneficiarse de la recuperación económica post-Covid y el alto porcentaje de vacunación frente al mismo. A menos de 2 meses de la elección, su resultado es realmente imprevisible. El sistema electoral chileno es de doble vuelta, la que puede poner cierto orden en el marcado fraccionamiento político del país.

El mismo día se realizan elecciones regionales en Venezuela, que pondrán a prueba la hegemonía política del chavismo y si es posible, una elección “competitiva” en el marco de un régimen dictatorial. El país se encuentra agotado económica y sanitariamente, y para la ONU ya llegan a 6 millones los venezolanos que han buscado el exilio. Las sanciones económicas de Estados Unidos -en gran medida apoyadas por Europa- son un problema urgente a resolver por parte del presidente Nicolás Maduro. En este marco, aceptó una nueva gestión del Reino de Noruega para establecer un diálogo con la oposición respecto a las condiciones para una elección transparente. El Presidente mexicano, Andrés López Obrador, logró que su país sea la sede de las negociaciones. La oposición venezolana llevó como país “amigo” al Reino de Holanda, y Venezuela a Rusia. Las negociaciones se realizan en un marco de incertidumbre, tensiones y conflictos. Durante las mismas, Maduro ha amenazado al líder opositor Juan Guaidó con medidas judiciales, que podrían llevarlo a la cárcel, y en un acto simbólico sumó al empresario chavista Alex Saab, extraditado a los Estados Unidos por lavado de dinero, a su delegación negociadora. La elección es de gobernadores, es decir, no entra en juego ni la Presidencia ni el Congreso. Por eso, Maduro podría tomar cierto riesgo.

En este marco tendrá lugar la elección legislativa argentina el 14 de noviembre. Una recuperación del oficialismo, será interpretada en la región como un hecho en línea con el retorno al “progresismo”, por el contrario, si se confirma el resultado de las PASO, será vista como un retroceso en dicha dirección.

*El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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