El reloj que no marca la hora y la hora del agua

Resulta fácil eliminar servicios y apropiarse de los terrenos de vías y estaciones, pero esto ya no va más si pretendemos tener futuro y dar un salto de calidad en varios planos a la vez.

En todos estos años no se han hecho las obras que debían –a juicio de los expertos- complementar la gran represa, aguas arriba. / Ignacio Blanco
En todos estos años no se han hecho las obras que debían –a juicio de los expertos- complementar la gran represa, aguas arriba. / Ignacio Blanco

A partir de la nota del 8 de agosto de un lector, luego el 14 y el 22 del mismo mes, Los Andes se ha ocupado del histórico reloj que está en el patio de la escuela Patricias Mendocinas de esta ciudad y que no funciona.

Fue inevitable para mí recordar que ya en 1998 otro diario local publicó cuatro notas –que conservo- sobre el mismo tema: 30/6/98, 1/7/98, 2/7/98 y 8/7/98. Ya entonces el reloj había dejado de funcionar.

Para la tercera nota se me demandó una posición y mi respuesta fue recordar que la cuestión del reloj estuvo ligada a la vida de los edificios históricos de la antigua escuela, ya demolidos hacía muchos años, y en ese entonces la defensa del patrimonio histórico tuvo mayores alcances.

También el municipio manifestó su interés por el tema y en ese caso respondí que ciertamente sería lindo recuperar la pieza y que el Parque Central, que iba avanzando en diversos aspectos para su concreción, se me ocurría el lugar apropiado para su instalación.

Es lo que sigo pensando. El Parque Central ha tenido la virtud de mejorar con el tiempo, en particular el sector al este de la calle Mitre. Por diversos factores, pero sobre todo por el cierre perimetral que lo protege.

Hay todavía otros terrenos baldíos “con vocación de plaza” en el entorno perfectos para el fin propuesto.

También constato que por esos días aparecían otros temas interesantes en la prensa.

Uno, era la recuperación de la Estación del Ferrocarril Trasandino que se destinaría al Archivo General de la Provincia, pero que en ese momento presentaba un aspecto deplorable y una situación legal y administrativa complicada.

La obra sin embargo encontró su camino y cumplió su objetivo.

Al mismo tiempo se planteaba la preservación de la Bodega Arizu, de Godoy Cruz, amenazada de calcar el destino de la Bodega Tomba, convertida en supermercado.

Estas –y otras- fueron sin duda cuestiones de mayor envergadura que la del reloj.

Sin embargo, todas pueden hallar respuesta y así enriquecer la calidad de la vida en común.

Marcando otro contraste de escala, en numerosas ocasiones en nuestros días hay en Los Andes artículos sobre la rehabilitación de los trenes de la provincia.

Resulta fácil eliminar servicios y apropiarse de los terrenos de vías y estaciones, pero esto ya no va más si pretendemos tener futuro y dar un salto de calidad en varios planos a la vez.

En primer lugar, demostrar que somos capaces de llevar a cabo grandes empresas colectivas.

En la misma semana de 1998, el viernes 7 de julio, la primera plana de aquel diario traía este título: “Crisis en los centros de esquí por falta de nieve” (p.5). Como si fuera hoy.

Pero en esa fecha ya se estaba construyendo el dique Potrerillos que quedó terminado –y pagado– incluyendo agregados que demoraron su llenado, en menos de tres años. La obra de mayor envergadura para el oasis norte de Mendoza desde el dique Cipolletti.

Hoy en día el lago del dique es “la niña bonita”, la postal encantadora, y como tal, objeto de deseo en cuanto a los usos del perilago.

Pero en todos estos años no se han hecho las obras que debían –a juicio de los expertos- complementar la gran represa, aguas arriba.

Si no recuerdo mal, eran esas las dudas que postergaron la construcción del dique durante años.

Para, entre otras cosas, asegurar agua no contaminada para el consumo humano.

Una vez más, necesitamos tener sentido de las proporciones.

Esta de la protección del agua es la cuestión mayor que debe convocar al compromiso de toda la población en forma prioritaria.

Las acciones correctas, es decir, las que eleven el nivel de vida social, deben constituirse en la epopeya del presente siglo.

*La autora es ex profesora de la FAUD. Universidad de Mendoza. FAD UNCuyo.

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