El quedarse en casa como oportunidad

Las distintas fases de aislamiento generaron un impacto psíquico. Lo primero es reconocer la situación para, luego, desplegar las habilidades para adaptarnos a las circunstancias.

Imagen ilustrativa / José Gutiérrez
Imagen ilustrativa / José Gutiérrez

La pandemia y el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Aspo), primero, o Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (Dispo), después, han impactado en nuestras vidas, generando una serie de emociones intensas que desencadenaron movimientos en nuestro equilibrio psíquico con distinta intensidad.

Toda situación amenazante como es una pandemia genera sensaciones y emociones y éstas, a su vez, mecanismos de defensa inconscientes que colaboran a un ajuste adecuado a la situación o lo dificultan aún más.

El primer paso importante es poder reconocer la situación que vivimos como amenazante, que generalmente no es sólo el factor externo reconocido por todos, en este caso el temor al contagio del Covid-19, sino todas las consecuencias de las medidas de prevención tomadas que, a su vez, impactan en nuestra vida cotidiana de múltiples maneras.

Las circunstancias actuales además suelen activar temores y fantasías infantiles que todos guardamos internamente complejizando aún más el presente. Por lo tanto, reconocer las circunstancias reales del presente y diferenciarlas de los temores más primarios es un paso importante para disminuir la ansiedad y vivir el momento de manera más acorde a la realidad.

Un segundo punto a considerar es reconocer las capacidades psíquicas con las que contamos para este presente; en muchas oportunidades pensamos la realidad sintiéndonos más desvalidos de lo que realmente estamos.

Tomar medidas de precaución

Con el reconocimiento de los dos puntos anteriores estamos en mejores condiciones para tomar medidas de precaución ajustadas a la realidad actual. Cuando nos percibimos con habilidades aumenta nuestra confianza, y se activa un estado mental benévolo y creativo que nos permite recurrir a herramientas internas y externas más favorables para vivir el momento.

Capacidades como la plasticidad, el permanecer abiertos para aprender de la experiencia y dejarnos sorprender por las situaciones nuevas, modular las exigencias tanto para con nosotros mismos como para con los demás, y la paciencia para adaptarse a los cambios son importantes para poder vivir las crisis como una oportunidad.

La entrada en la cuarentena fue sorpresiva, sin mucho tiempo de preparación y tuvimos que enfrentar nuestros temores, ajustarnos a la nueva realidad de aislamiento y al mismo tiempo y en el mejor de los casos, prepararnos para sostener el trabajo online, todo sobre la marcha.

Desde otro vértice, las nuevas condiciones ofrecieron la posibilidad de entrar en un contacto más íntimo que para muchos ha sido una ventana para implementar cambios favorables en sus vidas.

El después

Hoy tenemos la gran oportunidad de tener tiempo para poder imaginar y planificar el futuro e ir pensando creativamente en la forma de retornar a nuestro ámbito de trabajo, pero debemos estar conscientes que no será de la misma manera.

Las diferencias serán notorias. En el caso puntual de los docentes, será muy difícil imaginar un aula con 30 alumnos a los que se les brinda la misma clase a todos. La heterogeneidad de las condiciones de vida, de los recursos individuales para atravesar situaciones como éstas se ha hecho mucho más evidente. Las diferencias del nivel de aprendizaje alcanzado en cada uno serán muy marcadas. Tendremos que ir pensando, según mi entender en procesos mucho más personalizados. No podemos aún evaluar la situación ni sus consecuencias.

Todavía debemos pensar qué cosas de este momento llegaron para quedarse y deberemos incorporarlas como parte de esta nueva realidad. Pensar en retornar a los modelos anteriores es una forma de no haber capitalizado la experiencia. Encerrarnos en ideas y formas rígidas es tan peligroso como el virus amenazante.

Debemos pensar en una forma de enseñanza creativa, buscar soluciones nuevas, incorporar la experiencia emocional vivida como una fuente de aprendizaje valioso. A partir de ahora debemos prepararnos para salir a un mundo que ha cambiado y deberíamos poder cambiar con él sino, lamentablemente, habremos desaprovechado una oportunidad.

*La autora es Licenciada en Psicología, Psicoanalista en la Sociedad Psicoanalítica de Mendoza, docente universitaria y del Instituto de Enseñanza de la Sociedad Psicoanalítica de Mendoza.

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