El pulgón maligno

En 1881 el español Mariano Paz Graells publicó un minucioso estudio sobre el modo en que se vieron afectadas las vides hispanas y bautizó al insecto como “pulgón maligno”.

El pulgón maligno / Ilustración
El pulgón maligno / Ilustración

Desde tiempos muy remotos Mendoza ha apostado con tesón a la industria que hoy la lleva por el mundo y, literalmente, de boca en boca.

Entre 1885 y 1910 la industria vitivinícola creció a la par de la inmigración, incorporando nuevas técnicas así como cuidados.

Algo que hoy nos parece normal es en realidad fruto del hábito y esfuerzo de varias generaciones.

En 1888 una plaga afectó los viñedos existentes en Buenos Aires, entonces desde el Departamento Nacional de Cultura se avisó a nuestra provincia.

Inmediatamente el gobierno mendocino decretó la prohibición absoluta de “la introducción en la provincia de plantas de vides, sarmientos y parras procedentes de Buenos Aires”, además se vedó la introducción de cualquier otro tipo de planta procedente de dicha capital, se estableció una onerosa multa a aquellos que no cumpliesen y la obligación de destruir cualquier vid de origen bonaerense existente en Mendoza.

Por último el decreto estableció en su Art. 7: “Se recomienda a los viticultores de la provincia, comuniquen al Ministerio de Gobierno cualquier enfermedad nueva que observen en las viñas, o cualquier anomalía que noten en las cepas, para adoptar las medidas del caso”.

La norma fue publicada por Diario Los Andes en abril de dicho año.

El enemigo era verdaderamente temible, se trataba de la phillixera valastrix un pulgón originario de Estados Unidos que por entonces estaba acabando con gran parte de los viñedos europeos.

La solución fue injertar las variedades europeas sobre variedades americanas, debido a que las raíces de estas últimas son más resistentes al insecto. Incluso en la actualidad es la manera con la que se controla.

En 1881 el español Mariano de la Paz Graells publicó un minucioso estudio sobre el modo en que se vieron afectadas las vides hispanas y bautizó al insecto como “pulgón maligno”.

Explica algunos de los procedimientos utilizados en Francia para contrarrestar al mal por ejemplo una “poda especial de las cepas y embadurnamiento y riego con una mezcla de agua, orín humano, cal viva, flores de azufre, cenizas y hollín de leña”.

De todos modos ya se sospechaba que la solución había llegado desde el mismo continente que la enfermedad: “Nuestros viticultores españoles casi nunca hacen uso de este modo de propagar las vides, y sin embargo los americanos sacan por lo que veo en sus libros gran partido del injerto para transformar sus parrales en viñas productivas de las mejores castas. Imitándoles en varios puntos de Francia, injertan las cepas moribundas por la enfermedad filoxérica con púas de castas resistentes a este mal, y así en varios puntos se ha conseguido ya revivir viñas condenadas al arranque”.

La plaga generó grandes cambios en países como Francia. El Malbec resultó difícil de injertar y, por lo tanto, perdió presencia en Burdeos, finalmente la gran helada de 1956 llevó a los viticultores de la zona a suplantarlo por otras variedades.

Como vemos la historia de la humanidad no es otra cosa que la lucha constante contra plagas o enfermedades, que azotan al mundo y lo transforman.

*La autora es Historiadora.

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