El mundo que se viene

Nosotros somos el producto a seducir, el producto a vender. Me da miedo que lleguen las máquinas a reemplazar al ser humano en sus funciones vitales.

Imagen ilustrativa
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A veces me da miedo el futuro. Me dan miedo sus posibilidades tecnológicas, que vaya a saber adónde nos van a llevar. Se supone que las redes sociales son un instrumento para que podamos comunicarnos, decirnos cosas, mostrarnos cosas. Pero las redes sociales son manejadas por un puñado de tipos a los que les interesa el dinero, nada por encima de ellos. Con sus maquinarias de alta generación nos tienen controlados. Saben cada uno de nuestros gustos, nuestras inclinaciones y hasta nuestros pensamientos políticos. Hay en Silicon Valley monstruosas computadoras de varios pisos que están intercambiando permanentemente datos sobre nosotros. Nosotros somos el producto a seducir, el producto a vender. Me da miedo que lleguen las máquinas a reemplazar al ser humano en sus funciones vitales y creen un mundo cibernético en el que nada pueda realizarse sin la anuencia de las máquinas. Dicen que estas enormes maquinarias han sido creadas para hacer el bien y que, en definitiva, siempre serán manejadas por los hombres. No estoy seguro; tal vez estemos próximos a inventar máquinas que tomen sus propias decisiones y entonces la voluntad del hombre ha de quedar relegada. Me preocupa. Ahora se han inventado robots que pueden hacer el amor con eficacia, eso dicen, que tienen forma humana y que responden a ciertos estímulos como si realmente tuvieran vida. Me impresiona saber que alguien pueda preferir esto antes que la compañía de un ser humano para hacer uno de los actos más fundamentales del tipo. ¿Podrán crear androides a nuestra imagen y semejanza sin que nosotros nos demos cuenta de ello? ¿Podremos cambiar opiniones con alguien que no es de nuestra propia naturaleza? Están juntando datos que tienen que ver con nuestras normas de conductas para hacernos ir para un lado o para otro, para que no seamos nosotros sino ellas las que tomen las determinaciones. Saben cosas que ni nos imaginamos de nosotros: gustos, preferencias, participaciones, viajes, movimientos. Para eso han sido creadas, para que sepan de nosotros más de lo que nosotros sabemos de nosotros mismos. Me preocupa ¿Cuál es el mundo que viene? ¿El mundo de las computadoras? ¿Seguiremos siendo nosotros con nuestras imperfecciones o serán ellas las que marquen el camino? Algo se está tramando sin que nos demos cuenta y, tal vez, cuando nos demos cuenta sea demasiado tarde. Hay máquinas en nuestro horizonte y tienden a relativizar la importancia del ser humano para darle lugar a las decisiones que ellas tomen. Es grave y deberían los gobiernos hacer algo para controlar a quienes, en estos momentos, ya nos controlan. Yo quiero seguir siendo como soy, con mis errores, con mis fracasos, con mis ilusiones vencidas pero el que soy. No quiero que alguien me haga caminar hacia donde yo no quiero simplemente apretando un botón. ¿Cuál es el mundo que se viene? O mejor preguntado: ¿será nuestro el mundo que se viene?

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