El fastidio de Suárez y una visita no electoral que sí lo fue

Desde el punto de vista institucional el desplante del gobernador al presidente, estuvo mal. Pero en general a ningún mendocino de a pie parece molestarle esa actitud, más bien le agradó. La estrategia de Omar De Marchi podría llegar a tener dos opciones: competir por afuera o directamente volver a acordar las listas con el radicalismo para calmar el oleaje interno. Nada está dicho.

Alberto Fernández en Mendoza
Alberto Fernández en Mendoza

Antes de encarar un análisis de la reciente visita presidencial a nuestra provincia habría que preguntar, realmente, a quién le interesó dicha actividad. A qué mendocino común, no vinculado al ambiente de la política, que en mayor o menor medida sufre día a día los descalabros de la política en lo económico y social.

Si estuvo bien o estuvo mal que el gobernador Rodolfo Suárez no fuera a recibir a Alberto Fernández es otra cuestión que a la gente poco le puede importar. Lógicamente, desde el punto de vista institucional el desplante fue incorrecto, estuvo mal. Pero a ningún mendocino de a pie esa actitud le altera la existencia.

Adentrándonos en el hecho político, se le puede dar la razón al Gobernador si se advierte que un día después de la visita a Mendoza, Fernández aterrizó en La Pampa, nada menos, que con el pretexto de visitar trabajos en el postergado gasoducto Néstor Kirchner. Obviamente, el gobernador Ziliotto no tenía en ese momento la bronca de Suárez; todo lo contrario. La confirmación del pedido de un nuevo estudio de impacto ambiental con la firma del laudo nacional le dio al gobierno pampeano un motivo más para chocar las copas en la celebración del nuevo año.

Un par de días antes de la visita del Presidente a Mendoza, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, se refirió a la actitud de Suárez, que había anticipado oficialmente su decisión de no asistir argumentando “no estar de ánimo” para dicho cometido, porque nuestra provincia “fue perjudicada con el laudo”.

Según De Pedro, lo de Suárez fue “una actitud poco democrática y antirrepublicana”. Fue bastante exagerada la calificación del ministro del Interior. Lo de Suárez no estuvo bien, es cierto, pero tampoco le dio la espalda oficialmente a la visita de Fernández, ya que envió en representación de su gobierno al ministro Mario Isgro, justamente el titular del área relacionada con las obras recorridas o inauguradas por el Presidente. Además, habría que puntear varios aspectos de las políticas que encara el gobierno que integra De Pedro para discutir con más argumentos qué es o no republicano o democrático.

De todos modos, en el oficialismo provincial hubo dirigentes que consideraron lógico el enojo de Suárez con el Presidente, pero que sostienen que hubiesen preferido la presencia del Gobernador no sólo por una cuestión institucional, sino, también, para “decirle en la cara” a Fernández el descontento por el laudo sobre Portezuelo del Viento y a la vez anoticiarlo de la decisión que tomará la Provincia para el uso de los recursos que llegan como resarcimiento desde la Nación.

Otros, en cambio, defienden al jefe del Ejecutivo remarcando que es su estilo de relacionamiento y que “realmente debe haber estado muy molesto para anticipar públicamente por qué no concurriría”.

Lo cierto es que más allá de encontrar motivos para golpear políticamente a Suárez, en el justicialismo no hubo mucho para festejar si se tienen en cuenta aspectos presenciales de la visita de Fernández.

En definitiva, al Presidente lo recibió oficialmente al pie del avión un ministro de esta provincia junto a un puñado de voluntarios que dijeron representar al PJ provincial, como el aliado no peronista José Luis Ramón y el mendocino secretario nacional de Malvinas, Guillermo Carmona. Además, 5 intendentes, el titular del INV, Martín Hinojosa, y un senador provincial por Lavalle, obligado, seguramente, por el acto en su departamento.

Muy poco marco para una visita presidencial y en el contexto preelectoral que ya domina la escena política en el país. Las notorias ausencias del camporismo dan cuenta del indudable malestar existente entre ese sector y el resto del gobierno del Frente de Todos. Es un capítulo local de una escena nacional cada vez más fuerte. Por eso nadie en nombre del PJ mendocino, presidido por el sector K, recibió a Fernández.

Con argumentos atribuibles al período vacacional, las ausencias de la senadora Anabel Fernández Sagasti y de Flor Destéfanis, presidenta del peronismo mendocino, no pasaron inadvertidas y no tienen justificación, salvo la ya mencionada distancia existente en estos tiempos entre los espacios que conforman la coalición gobernante. Un simple saludo a través de redes sociales hubiese sido suficiente, pero no hubo intención de ello. Sólo hacer sentir al jefe del Ejecutivo la frialdad interna partidaria a pesar del calor del enero lavallino.

Detrás del telón

Bien dice el viejo refrán que la mentira tiene patas cortas. El presidente de la Nación sostuvo más de una vez en su rápida visita que de ningún modo se encuentra en campaña hacia las elecciones y que sus recorridas por el país forman parte de su gestión.

Sin embargo, entre reuniones y almuerzo posteriores a la actividad oficial hubo tiempo para hablar de listas de cara al calendario electoral. ¡Cómo no! Pese a la negación, es lo que justifica la recorrida por las provincias en pleno verano.

Si bien Alberto Fernández destacó ante quienes lo acompañaban que la única carta de triunfo que tiene el oficialismo es la unidad de todos sus sectores, el titular del Ejecutivo nacional está decidido a promover una “lista con peso propio” que compita en las PASO de agosto contra la que impulse el kirchnerismo. No se habla por ahora de candidaturas con nombre y apellido (él, por ejemplo), sino de agrupar a la mayor cantidad posible de dirigentes y funcionarios que no responden internamente a Cristina Kirchner. El Presidente pretende que se cumpla con lo que dijo en un acto poco después de la derrota oficialista en las elecciones 2021: las candidaturas del peronismo se deben definir en las PASO.

Como es lógico suponer, en el peronismo local el más beneficiado con la visita presidencial fue el intendente de Lavalle, anfitrión en la oportunidad. Más allá de la bajísima imagen del Presidente y de su gestión, ya se ha dicho que Roberto Righi viene moviéndose internamente para que el peronismo provincial confeccione este año un plan de gobierno factible y consensuado. A la vez, se presenta como una voz capaz de agrupar a lo que hoy se denomina el peronismo no K. La intención presidencial de promover listas para la interna del Frente de Todos puede favorecer sus planes y los de la mayoría de los intendentes peronistas de Mendoza.

Por el lado K del PJ mendocino no se descarta que haya una lista que enfrente en las PASO a la de los intendentes liderados por el lavallino. Dicen que con Righi el camporismo tiene mejor trato que con el resto de los “caciques”. No así con el sanrafaelino Emir Félix, otro de los eternos candidateables, pero que en esta instancia sustenta su eventual negativa en su no muy lejano problema de salud.

No cabe ninguna duda de que las perspectivas electorales tan desfavorables hacen que en el peronismo mendocino abunden oferentes para la lista de diputados nacionales o legisladores locales y falten para la fórmula a gobernador y vice. Alguien tendrá que animarse.

En lo que se refiere al partido que lidera Jorge Difonso, se mantiene la discusión sobre la posibilidad de abandonar Cambia Mendoza. Y en ese contexto, trascendió que el intendente Scanio habría resuelto desdoblar la elección departamental a pesar de las presiones en sentido contrario provenientes de la UCR. En San Carlos se amparan en el antecedente de haber sido los primeros en fijar calendario propio para la elección de intendente y concejales.

Y por el lado de De Marchi, se mantiene la tensión con el radicalismo. El legislador nacional del Pro, por otro lado, soporta presiones de sectores ligados a Patricia Bullrich que le exigen moderar sus dichos para que no se rompa Juntos por el Cambio en nuestra provincia. Y De Marchi aclara en una entrevista a un medio nacional que, en realidad, la coalición nacional aquí no se rompería porque el liderazgo local lo tiene la UCR a través de Cambia Mendoza, que fue y es una coalición electoral, no de gobierno.

De Marchi sigue manteniendo contactos con la mayoría de las expresiones partidarias, en especial con las que no forman parte de Cambia Mendoza. Lo puede empezar a desvelar la necesidad de definir un armado electoral que deje bien posicionado a su partido. Es una dinámica que varía semana a semana. En esta oportunidad se puede arriesgar que la estrategia podría llegar a tener dos opciones: competir por afuera o directamente volver a acordar las listas con el radicalismo para calmar el oleaje interno. Nada está dicho.

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