El Dálai Massa intenta convencer

Massa busca persuadir, sector por sector, con el riesgo latente de defraudar a todos ante una macro que cruje.

Massa busca persuadir, sector por sector, con el riesgo latente de defraudar a todos ante una macro que cruje.
Massa busca persuadir, sector por sector, con el riesgo latente de defraudar a todos ante una macro que cruje.

La crisis política del Frente de Todos reconfiguró al Gobierno. El presidente Alberto Fernández pasó a un rol casi protocolar. Ahora, la lapicera la tiene Sergio Massa. Y Cristina Kirchner se retiró del primer plano para no poner el rostro al ajuste fiscal en marcha.

Los movimientos fueron impuestos por la realidad y a pesar de la resistencia de un presidente negado a reconocer el naufragio de la administración y la licuación final de aquel intento –a principios de 2022- de desafiar a Cristina y conducir una coalición que nunca le fue propia.

Hasta el PJ porteño le dio la espalda a Fernández. En las oficinas de San José 181, la tertulia de los pejotistas de la Capital, comenzó a construirse un operativo clamor para que Cristina sea la candidata del Frente de Todos a la presidencia en 2023.

Cristina no quiere volver a la Presidencia y lo repite ante sus colaboradores. Pero no relegará su poderío electoral al protagonismo en el armado del oficialismo para el año que viene. Mientras, la irrupción de Massa como salvador de la coalición sacudió al kirchnerismo.

Por orden de Cristina, La Cámpora y otros fieles guardan silencio. El ministro les dijo que el ajuste golpeará arriba y un poco al medio, pero habrá mayor asistencia social para los pobres. “Si no lo ordenamos, explota”, le dijo Massa a Cristina en el Senado.

Massa también le aseguró a la Mesa de Enlace que no pretende ser candidato a presidente en 2023. Ni él pone las manos en el fuego por esa afirmación. Faltan ocho meses para que se largue la campaña y en el camino podría haber un punto de inflexión para el oficialismo.

La sentencia de la causa Vialidad abre interrogantes. Una eventual condena a Cristina sacudirá el escenario político y resultará de consecuencias imprevisibles para la paz social. Esto preocupa a todos.

Este lunes terminan los alegatos de los fiscales. Luego habrá 2 meses para las defensas. Ante una consulta de la Corte Suprema, el Tribunal Oral Federal N° 2 respondió que quiere tener la sentencia lista antes de Navidad.

Los que ponen la plata

El poder económico hoy tiene la mirada repartida. Escucha a Massa, pero le observan con lupa los movimientos. Quedó claro esta semana en el Consejo de las Américas, en el hotel más lujoso de la Capital. Su discurso generó algo de tranquilidad, falta mucho para el optimismo.

Massa fue al Hotel Alvear con el compendio de sus primeras decisiones, algunas amenazas y un llamado al consenso político. Por un rato se materializó la frase de Néstor Kirchner en España en 2004: “No escuchen lo que digo, vean lo que hago”.

Y sí, los empresarios miran. Les hace ruido que el kirchnerismo le haya vetado a Massa el nombramiento de Gabriel Rubinstein como vice de Economía. La pregunta recurrente en el Alvear era: ¿Hasta dónde dejará entonces hacer Cristina?

Por eso, la clave estuvo en la noche previa: 60 dueños y CEOs de grandes compañías tuvieron una cena. El único invitado y orador fue De Pedro, ministro del Interior y el hombre de Cristina en Casa Rosada.

De Pedro habló del Plan Federal de Desarrollo, de exportaciones, de los gobernadores, de la relación con EE.UU., y de la necesidad de “tranquilizar y estabilizar” la macroeconomía. Y se mostró confiado en Massa.

Lo escucharon Natalio Grinman (CAC), Federico Elewaut (Citibank), Facundo Gómez Minujín (JP Morgan) Alejandro Bulgheroni (PAE), Matías Campodónico (Dow), José Luis Manzano (Integra Capital), Eduardo Elsztain (IRSA) y Martín Eurnekian (Aeropuertos), entre otros. La falta de optimismo de los empresarios no es porque les va mal. Los balances del primer trimestre que están ingresando a la CNV muestran recuperación acelerada y ganancias. Lo que lamentan es la falta de medidas de fondo, como la reforma laboral y la impositiva.

Mientras, crece la presión social y política para que esa rentabilidad tras la pandemia derrame en mejores paritarias. Massa sabe que el kirchnerismo está en silencio, pero tiene claro que eso no quita que esté tomando carrera para volver a desplegar sus banderas. Por eso, el ministro fue enfático: “El ingreso de los hogares cayó 23 puntos en los últimos 6 años, tenemos que poner también en nuestra agenda una mejora en la distribución del ingreso”. El 22 de septiembre el Indec informará cómo varió la pobreza en el primer semestre.

El sindicalismo tiene la certeza que hay empresas alimenticias y de otros rubros que están intentando recuperar ahora y rápido lo perdido con la recesión generada por Juntos por el Cambio entre 2018 y 2019 y en 2020 por la extensa cuarentena que decretó Fernández ante el Covid-19.

Lo expresó la CGT en la marcha de esta semana. Los dirigentes y miles de trabajadores enviaron mensajes a todos: a los “especuladores” por las remarcaciones; al Gobierno, por su impotencia ante la inflación; y a la oposición, como advertencia de la calle que le espera si gana en 2023.En Economía tienen la misma idea sobre las remarcaciones. E incluso señalan que -al calor de la emisión monetaria- eso también alimenta la inflación. Por eso Massa dejó un mensaje en el Alvear: “No habrá orden macro si no hay paz social”. Y advirtió que eso es responsabilidad de todos.

Cual Dalái Lama, defensor de la necesidad de cooperación para la causa de la paz social, Massa se juega un pleno por la persuasión política para convencer y dar vuelta las expectativas, con el riesgo latente de defraudar a todos. Por lo pronto, el dólar volvió a subir a 300 pesos en la Bolsa.

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