El acto y las acciones

Esta semana, en apenas 24 horas, el Gobierno hizo un gambito en el Congreso para evitar modificar la llamada “ley de vacunas” y dejarle libre la lapicera para que Alberto lo hiciera mediante un decreto.

Alberto Fernández en el acto homenaje a los fallecidos por el Covid-19.
Alberto Fernández en el acto homenaje a los fallecidos por el Covid-19.

Hacía poco que se había jubilado. Mario era contador y fue profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCuyo. Hace algunos años comenzamos a compartir el mismo turno de gimnasia. Un buen tipo, sencillo, discreto. Tenía nietos, a quienes pudo disfrutar más desde que dejó la cátedra y su estudio particular.

Osvaldo tenía un par de años más que yo. Nos conocíamos desde que éramos niños, cuando íbamos al club del que nuestros padres eran dirigentes. Había sido director de una escuela técnica y desde el año pasado era el presidente de ese club, siempre humilde, de General Alvear. Decidió poner el hombro en momentos difíciles.

Un mes antes, Leticia había tenido su quinto hijo. Básicamente era una madraza, pero no sólo eso. Era una emprendedora. Había ido más allá del diseño gráfico y tenía un taller de ropa femenina, accesorios y maquillaje que llevaba su nombre. De paso, ayudaba en una empresa familiar.

Son algunos de los nombres propios, como la gran mayoría anónimos, por los que el gobernador Rodolfo Suárez puso una rosa blanca al pie de la vela que representaba las 3.234 historias de vida que se había llevado la pandemia de coronavirus en Mendoza hasta el pasado domingo. Una semana después ya son más de 3.350.

El acto en el Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK) fue sorpresivo, tanto que los gobernadores que asistieron (faltaron Alicia Kirchner, Lucía Corpacci y Juan Schiaretti) debieron viajar en aviones privados o de las gobernaciones. Suárez subió, junto con su esposa, al del mandatario sanjuanino Sergio Uñac.

Durante unos 40 minutos Alberto Fernández volvió a la moderación. Ni proclamas altisonantes, ni anuncios, ni autocrítica, ni reproches a la oposición. Corrección política con hermosas canciones, poemas, velones y lenguaje inclusivo, claro.

Algunas horas más tarde se sabría que el Presidente reclama un resarcimiento de 100 millones de pesos en la querella que inició a Patricia Bullrich, titular del PRO, por difamación en el entredicho por las vacunas de Pfizer que nunca llegaron.

Las vacunas, más que nunca, parecen ser la clave. Con las elecciones a prudencial distancia estratégica (se postergaron un mes) pero tan cerca, se aceleró la llegada de dosis y se firman nuevos contratos (la monodosis de Cansino, compatible con la Sputnik V, asoma como la nueva esperanza). Pero hay más.

Esta semana, en apenas 24 horas, el Gobierno hizo un gambito en el Congreso para evitar modificar la llamada “ley de vacunas” y dejarle libre la lapicera para que Alberto lo hiciera mediante un decreto. Ahora la Argentina podrá cerrar contratos para acceder a las que se utilizan en Europa, EE.UU. y los países “occidentales” de todos los continentes (Pfizer, Moderna y Janssen). ¿Había que esperar 7 meses?

El ritmo de vacunación mejoró pero está lejos de ser óptimo. Ahora la gran duda son las segundas dosis. La brecha entre quienes tienen una sola y el exiguo 9% que tiene las dos representa un peligro. Lo saben en el Reino Unido, de donde la Argentina imitó la estrategia de hacer foco en una extendida vacunación con la primera dosis.

Tener el esquema completo es la única defensa para evitar la temida variante Delta. Lo dicen los epidemiólogos, que ya advierten sobre una tercera ola de contagios que traería más muertes a nuestro país. Mientras en el mundo ya se plantea la necesidad de una tercera dosis, nuestro país anuncia ensayos para combinar vacunas de distintos laboratorios. Un experimento más.

Mario, Osvaldo y Leticia también representan esas vidas truncas que cada uno de nosotros conoce bien de cerca. A ese amigo que no volveremos a abrazar, a aquel familiar que ya no estará en nuestras mesas, al vecino de la vuelta que apenas saludábamos, pero nos conmovió enterarnos de que no logró superar la infección.

Testeos masivos, barbijo, distancia, higiene y vacunas (rápido y todas las que se pueda) recomiendan, desde el principio, los expertos. Seriedad científica, decisiones profesionales y estrategia únicamente con sentido sanitario requiere la magnitud de este desafío global. De eso se trata.

Y de un sincero y humanitario respeto por el sufrimiento de los casi 100 mil muertos de esta pandemia. El gesto del acto fue sólo eso: apenas un gesto que no disimula ninguna realidad.

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