Diálogo de paz en Colombia

El proceso encabezado por el presidente Petro ahora tiene a Francia como mediador que suma a Noruega y a Venezuela, Colombia y Argentina.

Gustavo Petro y Nicolás Maduro, presidentes de Colombia y Venezuela respectivamente.
Gustavo Petro y Nicolás Maduro, presidentes de Colombia y Venezuela respectivamente.

El 21 de noviembre el gobierno del presidente colombiano Gustavo Petro reanudó la negociación de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en el marco de su política de “paz total”. El gobierno del presidente precedente, Iván Duque, interrumpió las negociaciones de paz, cuando la guerrilla hiciera explotar un coche bomba en la escuela de cadetes de policía de Bogotá, dejando un saldo de 22 muertos en enero de 2019. Estas se habían desarrollado por el presidente Juan Manuel Santos y en 2016 permitieron el acuerdo con la mayor parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el grupo guerrillero más importante que actuaba en este país. Al momento de dicho acuerdo, el ELN tenía 1.800 integrantes y ahora registra un incremento, llegando a los 2.500. El 40% de ellos se encuentra hoy en el territorio venezolano. El proceso de paz que condujo Santos tenía como sede de las negociaciones a Cuba y como patrocinador al gobierno estadounidense de Barack Obama. Es decir, la iniciativa se desarrolló en el marco de la política estadounidense de acercamiento al régimen cubano. El proceso encabezado por el presidente Petro ahora tiene a Francia como protagonista, que suma a Noruega como un mediador que ha actuado con relativa eficacia en los últimos años, y a Venezuela, Colombia y Argentina como países colaboradores. La sede de las negociaciones ahora está en la capital venezolana. Es un éxito diplomático para el régimen de Maduro, que está reconectando su nueva política exterior con la Administración Biden, que la apoya por el interés de que Venezuela vuelva al mercado de exportación de petróleo y moderar el aumento de los precios de la energía generados por la guerra de Ucrania.

Pero el proceso no será fácil, ya que la violencia continúa aún durante el inicio de las conversaciones de paz. El mismo día que se reunía la delegación del gobierno colombiano encabezada por Otty Patiño, un exguerrillero y escritor cercano al Presidente Petro -que fue su compañero en la guerrilla un cuarto de siglo atrás-, con la del ELN, liderada por Israel Ramírez, alias “Pablo Beltrán”, se conocía que en un enfrentamiento entre facciones disidentes de las FARC se habían producido 18 muertos en la región colombiana de Putumayo. Este sector de dicha organización que no aceptó las negociaciones de paz en 2016 sigue actuando en la región fronteriza entre Colombia y Venezuela. El enfrentamiento tuvo lugar en la localidad de Puerto Guzmán y el alcalde Edison Mora Rojas dijo que “lamentablemente la situación en la zona rural altera nuestra tranquilidad. En este momento hay 18 cadáveres en el cementerio”. La iniciativa de “paz total” podría alcanzar a grupos del crimen organizado gestados en base a paramilitares que hoy se dedican al delito común. Es una cuestión controvertida pero ineludible en una política que busque el cese de todo tipo de violencia. Las Fuerzas Armadas y las policiales ven con reservas y escepticismo la política de “paz total” del Presidente colombiano, que está dando sus primeros pasos. Petro ha abandonado la política represiva en el cultivo y tráfico de drogas, que desarrollaron sus predecesores con apoyo de Estados Unidos.

Pero el ELN no abandona su ideología marxista-guevarista. Antonio García, comandante del ELN e integrante de la misión negociadora en Caracas, sostuvo que el cese del fuego debe ser bilateral y discutido en las negociaciones que se han iniciado. García dijo en una entrevista periodística que los sectores que rechazan la política de paz de Petro y sostienen que el ELN debe ser juzgado como grupo criminal, “están en su derecho, pero la realidad es que el ELN existe como parte de unas contradicciones en una sociedad” y admitió que algunos sectores de la organización también tienen reparos frente a la política de “paz total”. Dijo también que el ELN no es una organización del todo jerárquica y que las decisiones se toman por consenso. Pablo Beltrán dijo que espera que se responda positivamente al “momento de cambio que vive Colombia”. El ELN pidió que la mesa de diálogos sea rotativa y con participación de los países garantes. Sobre Estados Unidos, aseguró que “a Colombia no le sirve estar en la OTAN” y que el rol de Washington “ha sido nefasto para los procesos de paz”.

También se suman a las conversaciones en esta etapa un sector históricamente contrario a ellas, como es el ganadero, y organizaciones independientes, como la Fundación de Ideas para la Paz. El presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos (FeDeGan), José Félix Lafaurie, hasta hace pocas semanas un férreo opositor al gobierno, será parte de las conversaciones. “El sector ganadero no puede negarse a una solicitud como la que hizo el Presidente con mucha generosidad. Y si el Presidente me pide una colaboración en esta dirección, lo voy a hacer”, señaló Lafaurie. La Fundación Ideas para la Paz (FIP), un centro de pensamiento independiente que también ha sido incluido en las conversaciones sostiene que esta situación “podría abrir oportunidades pero también generar tensiones sobre cómo se concibe la solución de los asuntos estructurales y la terminación del conflicto armado”.

En conclusión, Colombia ha dado el paso inicial para las conversaciones de paz, estrategia central del nuevo presidente Gustavo Petro. Pero la experiencia muestra que no será un proceso fácil ni simple.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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