De Marchi y el peligro de haber dado un salto al vacío

La salida de Cambia Mendoza y su lanzamiento como candidato a gobernador modificaron el tablero político y le pusieron algo de suspenso a la elección. Pero aún no está del todo claro quiénes serán sus socios en el frente que está armando. Algunos de los que quiere sumar no están convencidos por las contradicciones ideológicas. Además, hay pocos lugares apetecibles para repartir.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

El tablero de la política mendocina cambió. Una sola jugada modificó lo que hace seis meses se vislumbraba como una paliza sin atenuantes de Cambia Mendoza. Omar de Marchi se convirtió en ese atenuante que puede poner algo de suspenso y alterar la inercia en la que parecía haber caído la dinámica electoral provincial desde que Alfredo Cornejo consolidó su proyecto en la gobernación.

Nada indica hoy en las encuestas que el diputado nacional pueda ganar. Tal vez su mayor aporte pueda ser la modificación del reparto de fuerzas en la Legislatura y en algunos concejos deliberantes a partir del año próximo. Aquel objetivo radical de lograr las mayorías absolutas en las dos cámaras legislativas, que le darían vía libre para la reforma constitucional, por ejemplo, se vuelve incumplible.

La decisión de De Marchi, es cierto, no sorprendió a nadie a estas alturas. Aunque en el radicalismo guardaban la secreta esperanza de que finalmente decidiera quedarse y compitiera en las PASO. Así, no sólo hubiesen logrado contener la implosión, sino también dejar sin crédito ante la ciudadanía a su ahora ex aliado.

Esa esperanza estuvo alimentada por acciones de último momento a través del que ¿era? el jefe político nacional del lujanino, Horacio Rodríguez Larreta, con quien se reunió el lunes pasado. Esa gestión infructuosa derivó en la decisión de intervenir el Pro local, controlado por De Marchi, que se consumará mañana, para así asegurar que el partido fundado por Mauricio Macri integre Cambia Mendoza.

Desde el entorno del ahora candidato opositor aseguran que hubo diálogos en Buenos Aires, siempre incomprobables, en los que recibió propuestas tentadoras para que no abandonara el frente: desde cargos en una futura gestión nacional de Juntos por el Cambio a espacios en las listas legislativas y en el gobierno provincial.

Aunque la comunicó el martes, De Marchi tomó la decisión de romper con la UCR hace meses, como ya se contó en esta columna. Quizás incluso antes de empezar su profunda diferenciación del estilo de conducción de Cornejo y de la gestión de Rodolfo Suárez a fines de 2022. Esas críticas, por momentos furibundas, lo posicionaron como el principal opositor.

“No tenía margen para volver después de decir que Cornejo es un líder negativo”, se sinceró ante uno de los tantos dirigentes del PJ que se comunicó con él tras el anuncio. Esa imposibilidad de retornar era más por lo que pudiera percibir la ciudadanía que por cómo lo hubiesen recibido los radicales. Nadie puede abrazar a quien denostó sin pagar el costo.

La decisión que tomó tuvo resistencias en su mesa chica, según cuentan. Este dato hace que llame más la atención el silencio en el que se ha refugiado Sebastián Bragagnolo. Durante todo este proceso, el intendente de Luján evitó las declaraciones mediáticas y la rosca separatista.

Luján es hoy el único territorio del Pro en Mendoza y todos, incluso en la UCR, coinciden en que ir por afuera no representa ningún riesgo para la continuidad de Bragagnolo. Tampoco está en peligro allí la gobernabilidad: el oficialismo municipal tiene nueve de doce concejales. Uno solo de ellos responde a la UCR.

La principal objeción de quienes hubiesen preferido continuar dentro de Cambia Mendoza es tener que dejar el paraguas protector del Pro justo cuando creen que volverá a comandar el Gobierno nacional desde diciembre. La movida local implica perder influencia, cargos y fondos, pero también proyección en el caso de quienes tienen ambiciones a futuro.

La historia condiciona el futuro

Quienes han seguido la carrera de De Marchi no pueden sorprenderse con el salto que acaba de dar. Demócrata de siempre, fue concejal, diputado provincial, intendente y diputado nacional con esa identificación. Incluso, fue presidente partidario. Pero no dudó en saltar al Pro cuando vio que el viejo PD entraba en declinación y Macri representaba el futuro para los liberales. Con el nuevo sello, se alió a Cornejo para fundar Cambia Mendoza y fue otra vez intendente, diputado nacional y presidente del partido.

Ahora, el salto es más dudoso. Puede ser hacia adelante, como la vez anterior, o al vacío. Porque sólo se sabe que va a ser candidato, pero no se sabe todavía de quién. A definirlo ha dedicado todo el fin de semana.

En sus múltiples declaraciones de los últimos días, ha hablado de una construcción “seria” y “competitiva”. El desafío para él es que no termine siendo un armado improvisado, suturado a las apuradas, para sostener su ambición. Una ensalada con ingredientes difíciles de combinar.

Por ahora dan por seguros en el nuevo frente a los que siempre se ha mencionado: el Partido Demócrata, el sector que comanda el dirigente agropecuario peronista Carlos Iannizzotto y el partido Libertario de los seguidores de Milei. La Coalición Cívica, probablemente. Y Unión Popular de Jorge Difonso, seguramente.

A muchos de ellos los une el enfrentamiento a Cornejo. Esto puede más incluso que la grieta que genera el apoyo o el rechazo a la minería en el caso de Difonso, que también fue demócrata, llegó a Cambia Mendoza como massista y hace unas semanas marcó el camino yéndose del frente.

El anticornejismo puede también más que las diferencias del pasado: el lujanino, la actual conducción demócrata y Difonso no tuvieron precisamente una buena convivencia cuando compartían la militancia en el PD.

Así como Cornejo creció en aceptación criticando al kirchnerismo y La Cámpora, De Marchi y los suyos pretenden lo mismo haciendo anticornejismo. Es cierto que el líder radical ha acumulado en los últimos años demasiados enemigos, incluso algunos muy poderosos que apoyan la nueva criatura opositora. La duda es si es el momento propicio.

Cornejo no carga hoy con el rechazo que tenía Cristina en 2015, ni la gestión de Suárez tiene en la opinión pública la mala imagen que acusaba la de Paco Pérez. Los encuestadores coinciden en que el candidato oficialista tiene un “núcleo duro” de seguidores muy alto que lo posiciona como favorito, pese al desgaste.

En el frente opositor que se está armando, más que en la intención de voto o en la imagen, se aferran a los focus group que hacen. Allí, dicen, surge claro el desgaste de Cornejo y que muchos mendocinos empiezan a asemejarlo al kirchnerismo, mientras que el nuevo armado tiene una tendencia a crecer en respaldo.

Hay un dato llamativo que sorprende a quienes han visto algunas encuestas recientes: pese a sus casi 30 años en cargos públicos, para algunos de los habitualmente desinteresados en la política De Marchi es una figura nueva, un emergente.

Cerca suyo admiten que no puede ganar, pero se ilusionan con un segundo puesto, por delante del PJ, gracias a los votos de los disconformes y enojados con el oficialismo, como los docentes, y de algunos justicialistas moderados que identifican como votantes de Bermejo. “No hay chances de no salir segundos, el peronismo está demolido”, insiste la fuente.

Pero para lograr esa meta, así como Cornejo necesitó en 2015 unir a toda la oposición al peronismo (excepto a la izquierda) para ganar, esta vez De Marchi debe juntar a todo lo que no sea UCR, kirchnerismo y FIT para evitar la aparición de un cuarto competidor que le reste votos. Y allí está el problema: en el Partido Verde (tercero en 2021) no están nada convencidos de aliarse a “la derecha” y sacan pecho recordando que ellos sí han presentado candidatos en los siete departamentos que desdoblaron.

Aunque los atrae el leitmotiv (enfrentar a Cornejo), hay banderas como la antiminería que son difíciles de bajar.

En el cuartel central del frente en formación aseguran que no alcanzan a responder todos los llamados y mensajes de interesados en sumarse. Entre ellos mencionan a agrupaciones peronistas de base, sindicatos y radicales enfrentados a la conducción.

Hasta dejan trascender algún acercamiento de Daniel Orozco, el intendente de Las Heras, enojado con todos luego de haber tenido que declinar su sueño de ser gobernador y del escándalo por la definición de su sucesor. Pero niegan rotundamente que vaya a ser el vice que De Marchi asegura tener “in pectore” y comunicará poco antes del cierre listas el 22.

“El problema es que puede ofrecer como mucho nueve lugares “entrables” en las listas legislativas y no alcanzan para todos los que está intentando atraer”, analiza un macrista que supo acompañarlo hace un tiempo.

La “sorpresa” que todos esperan en las próximas horas para dar más potencia al frente es un acuerdo con intendentes y referentes del peronismo: Félix, Righi, Stevanato, Bermejo.

Como difícilmente puedan formalizar el “matrimonio” (los intendentes están en medio de un proceso electoral y deberían explicar a sus votantes peronistas que juegan a dos puntas), tal vez el nexo sea algún partido creado por alguno de ellos para estas ocasiones. Apoyo a cambio de los escasos lugares en las boletas.

Raro recorrido para De Marchi, que se hizo conocido en Luján y llegó a intendente peleando contra el peronismo, como contrafigura de Luis Carral. Los tiempos cambian.

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