De cabo a rabo

Decir que algo “no tiene cabo ni cuerda” indica, coloquialmente, que está tan lleno de dificultades y contradicciones que no se sabe ni cómo aclararlo ni por dónde se ha de empezar.

Cabo de Buena Esperanza o como una denominación geográfica se transforma en un dicho popular. Foto: Gentileza
Cabo de Buena Esperanza o como una denominación geográfica se transforma en un dicho popular. Foto: Gentileza

Usamos para diferentes realidades el sustantivo ‘cabo’, que deriva del latín “caput”, cuyo significado era “cabeza”. El primer valor significativo es “extremo de una cosa, en especial de un objeto alargado”: “El cabo de la soga estaba carcomido”. En relación con este valor, se da la segunda acepción: “Trozo corto que queda de un objeto alargado, en especial de una vela, luego de haberse consumido”. Así, lo apreciamos en “Nos iluminábamos apenas con los cabos de las velas”.

En el ámbito del relieve físico, ‘cabo’ es una punta de tierra que se proyecta hacia el interior del mar: “Cabo de Buena Esperanza”, “Cabo de Hornos”.

En el ejército, en la armada o en las fuerzas aéreas, se llama ‘cabo’ a un integrante cuya jerarquía en el escalafón está inmediatamente por encima del soldado: “Debe hablar con el cabo para que autorice su acceso”. Algo similar sucede en el escalafón policial: “Está contento porque ha llegado a cabo de la Policía Federal”.

En náutica, ‘cabo’ es sinónimo de “cuerda”, nombre dado al conjunto de hilos para atar o suspender pesos; en algunos países, como Cuba y República Dominicana, equivale a “colilla”; para los argentinos es sinónimo de “pucho”: “En el cenicero, había varios cabos que daban cuenta de todo lo que había fumado”.

Es interesante revisar la cantidad de frases formadas a partir de ‘cabo’; así, por ejemplo, encontramos “cabo suelto”, para designar una circunstancia imprevista o que ha quedado pendiente en algún negocio”: “No me cierra su testimonio, han quedado varios cabos sueltos”. Otra frase es “al cabo” o “al fin y al cabo”, locución que significa “por último”: “Al fin y al cabo, no sé si ha sido positiva o negativa su participación”. Interesante resulta saber que también puede invertirse el orden y decirse “al cabo y al fin”. Resalta también “al cabo, al cabo”, como locución adverbial, de tipo coloquial, que significa “después de todo, por último, al fin”: “Al cabo, al cabo fue un momento inolvidable”.

Si queremos indicar que algo se ha ejecutado del principio al fin, se puede usar la expresión “de cabo a rabo”, equivalente a “de cabo a cabo”: “Pude reconstruir su historia completa, de cabo a rabo”.

Habitualmente, se escucha la locución “atar/juntar/unir/recoger cabos”, de la cual el diccionario nos dice que equivale a “reunir o tener en cuenta datos, premisas o antecedentes para sacar una consecuencia”: “Fui atando cabos hasta arribar a las presentes conclusiones”.

Existen dos locuciones muy similares que, sin embargo, no dicen lo mismo: “Dar cabo a algo” y “Dar cabo de algo”. La primera equivale a “perfeccionar algo”, mientras que la segunda significa “acabar, destruir algo”. Entonces, diremos “Le di cabo a ese proyecto que estaba sin pulir” y “Dieron cabo de ese plan con malicia y premeditación”.

En relación con esa última locución, hay otra con sentido negativo: “Echar a cabo un negocio”. Esta frase, con el valor de “concluir u olvidar”, es hoy desusada. Todo lo contrario expresa “echar un cabo a alguien”, ya que nos indica que se lo ayuda en una situación comprometida o dificultosa.

Junto al verbo ‘estar’, encontramos “Estar al cabo” y “Estar muy al cabo”, que indican que alguien se encuentra en el fin de su vida, como en “Ya está al cabo pues los médicos dicen que se encuentra desahuciado”; otra frase es “estar al cabo de algo/de la calle”, con el significado de “haber entendido bien algo y haber comprendido todas sus circunstancias”: “No me des más explicaciones pues ya estoy al cabo del asunto”.

Cuando alguien va “hasta el cabo del mundo”, significará que llegará a cualquier parte, por distante y remota que esté. Puede decirse también “al cabo del mundo”: “Iría con ella hasta el cabo del mundo”.

También con el verbo “llevar” forma locuciones varias, como la tan usada “llevar a cabo algo”, que significa que se lo realiza; pero, si digo “llevar al cabo”, querrá indicar que se lo concluye, lo mismo que si decimos “llevar hasta el cabo”, pues estaremos indicando que se lo sigue con tenacidad, hasta el extremo: “Llevó la disputa hasta el cabo”.

Decir que algo “no tiene cabo ni cuerda” indica, coloquialmente, que está tan lleno de dificultades y contradicciones que no se sabe ni cómo aclararlo ni por dónde se ha de empezar: “Es un asunto tan complejo que no tiene cabo ni cuerda”.

Para negar enfáticamente, puede utilizarse la expresión “por ningún cabo”, cuyo valor es “de ningún modo, por ningún medio”: “Dijo con convicción que no haría tal cosa por ningún cabo”.

Y la expresión “tener algo al cabo del trenzado” tiene valor coloquial y sirve para señalar que se lo conoce bien: “Es un experto, tiene el tema al cabo del trenzado”.

Existe también la forma prepositiva “al cabo de”, usada para hilvanar cronológicamente un relato: “Al cabo de varias horas, pudimos terminar ese trabajo tan complicado”.El sentido etimológico del vocablo, como “cabeza”, se nota en las frases, “cabo de casa”, hoy desusada, que nombraba al superior o cabeza de una familia; “cabo de maestranza”, nombre dado al capataz de una brigada de obreros”; “cabo de ronda”, militar que mandaba una patrulla de noche.

Una visita al Diccionario de americanismos nos da otras frases: “Meterse como cabo de hacha” equivalente a decir “entrometerse, inmiscuirse”; “Picar los cabos”, que significa “irse alguien con prisa de un lugar”; “Tener un ojo fumando y otro esperando el cabo” es una locución verbal usada en Cuba, para indicar “ser bizco”; “Tirar el cabo” o “Tirar un cabo” tienen el valor de “prestar ayuda a alguien”.

Además, “cabo de mes” es, en algunos lugares de habla hispana, como Bolivia, la “misa de difuntos que se celebra al mes del fallecimiento de una persona”.

Y cerramos la nota con el refrán del Refranero multilingüe del Centro Virtual Cervantes, que dice “Al fin y al cabo, a nadie le amarga un dulce”; esto significa que no se rechaza algo agradable o beneficioso, por poco que sea.

*La autora es Profesora Consulta de la UNCuyo.

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