Calor agobiante

Este verano ha registrado récords de alta temperatura y las expresiones para señalarlo se multiplicaron. Sin embargo, surgió la duda sobre cómo es la forma correcta a la hora de hablar de temperaturas elevadas.

Calor agobiante
Calor agobiante

En los días insoportables de este verano, cuando el termómetro nos marcaba temperaturas elevadísimas, la expresión recurrente ha sido: “¡Qué calor!”; y escuchamos también decir, pero no sabemos si es correcto, “la calor es insufrible”.

¿Qué género tiene este sustantivo?

Según el Panhispánico, es voz masculina en la lengua general culta. Y añade esta fuente académica: “Su uso en femenino, normal en el español medieval y clásico, se considera hoy vulgar y debe evitarse. El femenino puede aparecer también en textos literarios, con finalidad arcaizante”. A ello, la Fundéu (Fundación del español urgente) agrega que ‘la calor’ se considera hoy forma regional y arcaica. La propia Real Academia, en su espacio titulado “Dudas rápidas” nos dice: “En la lengua general culta, ‘calor’ se usa en masculino. No obstante, hay zonas de España y de América donde está extendido su uso en femenino (”la calor”). De hecho, hay hablantes para los que el femenino posee un significado propio de ‘calor extremo’.

¿Qué valores significativos posee el sustantivo ‘calor’?

La primera acepción que nos aparece en el Diccionario de la lengua española es “sensación que se experimenta ante una temperatura elevada”: “Nos sentíamos molestos por el calor reinante”. Insistimos en que lo interesante es la voz académica que nos hace saber que, en Andalucía y algunos lugares de América, se usa también como femenino.

En relación con el primer valor, se da la segunda acepción: “Temperatura alta”. También, en el campo de la Física, con un significado específico, se registra “energía que pasa de un cuerpo a otro y que causa la dilatación y los cambios de estado de estos”.

Dejando de lado los valores denotativos que hemos consignado, hay otros, de carácter connotativo y de uso común: “Ardimiento, actividad, ligereza”, como en “Esa mañana, antes del comienzo de clases, trabajábamos apresurados, al calor de las novedades”. Otro valor es el de “favor, buena acogida”: “Su propuesta fue recibida con calor por la totalidad de los asistentes”. Aquí se puede añadir que ‘calor’ es sinónimo de “entusiasmo, vehemencia, cariño”: “Me emocionó el calor de aquella despedida”.

Cuando la temperatura es sofocante y excesiva, se habla de ‘calor canicular’ o, de modo más breve, de ‘canícula’. El origen de este término nos remonta a lo astronómico, dado que “Canicula” era el nombre de Sirio, la estrella alfa de la constelación Canis Maior. El momento de mayor brillo de esta estrella en el cielo coincidía con la época de máximo calor sobre el hemisferio norte, razón por la cual se asociaron los dos conceptos: el calor y la supuesta acción de la “Canícula”.

Un concepto que hemos escuchado permanentemente durante este verano ha sido el de ‘ola de calor’, que no aparece definido en el diccionario, pero que entendemos como un período en el que las temperaturas máximas y mínimas superan o igualan, por lo menos durante tres días consecutivos y en forma simultánea, ciertos valores umbrales que dependen de cada localidad.

Todos los medios de comunicación insistían en que había que extremar los cuidados por el “golpe de calor”, definido como un estado patológico resultante de las altas temperaturas ambientales y que tiene como características la cefalea, el vértigo, las náuseas y los calambres musculares.

Existe una locución prepositiva, ‘al calor de’, que posee carácter coloquial y que toma el valor de “con la ayuda de, al amparo de”: “Todo fue gestándose al calor de esa figura carismática”.

Si lo que deseamos es indicar cómo somos afectados por el aumento excesivo de la temperatura, podemos usar la expresión “ahogarse/asarse de calor”: “En la primera mitad de febrero, los mendocinos nos hemos asado de calor”. Con una metáfora gastronómica, se dice “freírse de calor”. Y no es común entre nosotros la locución “dejarse caer el calor”, usada para señalar que la sensación térmica es muy elevada: “En la primera quincena de febrero, se ha dejado caer el calor”. La evolución de la temperatura, desde el frío o la tibieza, hasta el calor, se marca con la locución ‘entrar en calor’: “Encendimos el fuego y bebimos un té caliente para entrar en calor”

También el vocablo que nos ocupa puede tener valores connotativos que el hablante interpreta correctamente: “Pasar calor/un calor”, en nuestro país, indica que se pasa vergüenza o que se queda desairado: “Con su accionar, ella nos hizo pasar calor delante de todos”. En cambio, “gastar el calor en algo” es equivalente a “emplear en ello el mayor empeño y esfuerzo”: Colmó sus expectativas al lograr buenos resultados porque gastó el calor en su proyecto”. No es igual el valor significativo de “tomar calor algo” y “tomar con calor algo”: la primera locución alude a que el asunto se aviva o acelera eficazmente, mientras que la segunda señala que se pone mucha diligencia en ejecutarlo. Así, “El nuevo plan va tomando calor” y “Las autoridades, al comenzar su mandato, han tomado con calor la ejecución de las obras suspendidas”.

¿Qué vocablos se vinculan al sustantivo ‘calor’? En primer lugar, el verbo ‘acalorar’, del cual el primer valor es el de “dar o causar calor”: “Con la chimenea encendida, se fue acalorando el lugar”; además, “encender, fatigar con demasiado trabajo o ejercicio”: “Se habían acalorado los asistentes a la clase con una gimnasia tan enérgica”; pero nos interesan fundamentalmente los sentidos figurados, como “fomentar, promover, avivar, excitar, enardecer”: “El orador logró acalorar a la multitud asistente con su encendido discurso”. Análogamente, puede significar, como verbo pronominal, “enardecerse en la conversación o disputa”: “Los ánimos se fueron acalorando a medida que la discusión se hacía más reñida”.

El adjetivo ‘caluroso’ y su sinónimo ‘caliente’ pueden indicar “que causa calor”, pero también que algo o alguien es “vivo, ardiente”: “Ha llegado a la ciudad un viento caluroso, insoportable”; “Un caluroso aplauso coronó su brillante exposición”; “Me agradó el tono caluroso de la homilía”. El empleo de ‘caliente’ puede, además, señalar que algo es conflictivo y problemático: “Son los puntos calientes de la economía”.

* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.

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