Año electoral, un vale todo in crescendo

Van a proponernos que votemos a Rodolfo, Gustavo, Cristina, Alberto, Cacho, Anabel, etc. etc. y ¿dónde quedaron los programas de gobierno, las plataformas electorales y los valores que los deben sustentar?

Proceso de crisis estructural que ha demostrado que saben cómo generarla, pero no tienen ni idea de cómo superarla y resolverla. / Foto: Los Andes
Proceso de crisis estructural que ha demostrado que saben cómo generarla, pero no tienen ni idea de cómo superarla y resolverla. / Foto: Los Andes

“Para nosotros: vamos para abajo hace treinta años.

Para ellos: (la dirigencia política), es siempre para arriba.

Hay un país para ellos y un país para nosotros. Ellos nunca pierden, los que perdemos siempre somos nosotros”

David Martínez - El Dipy

La legitimidad funcional de una dirigencia sea política o cualquier otra: religiosa, empresaria, sindical está medida por su capacidad para generar bienestar y prosperidad. Palabras que engloban seguridad, educación, trabajo y demás. Nuestra dirigencia política, si algo está perdiendo a pasos agigantados, es esa legitimidad funcional.

Para la ideología populista la única legitimida válida es la que afirma: “a mí me votó el pueblo y con eso basta para hacer lo yo quiera”, en tanto “soy su interprete infalible” y para la ideología republicana “made in casa” es la legitimidad que sostiene: “nosotros tenemos legitimidad porque somos los representantes del pueblo y nos debemos a él”, y así el resultado final de ambas ha sido el mismo.

Una sociedad que se ha ido desintegrando y convirtiendo en un bazar de pobreza, incultura, autoritarismo, obediencia ciega, silencios cómplices, falta de justicia, disimulos varios.

En la crisis terminal del 2001, apareció por primera vez “que se vayan todos”, pasó el tiempo y no sólo no se fueron, sino que siguen viniendo los que se habían ido. Y esta crisis de legitimidad crece a pasos agigantados, expresada entre los votantes, en términos de desilusión, hartazgo, desencanto y frustraciones varias.

Los únicos que están “a- full”, son los que gestionan dentro del sistema político, sea cual sea su lugar, puesto o posición: allí la dinámica es vertiginosa, un vórtice de energía y en donde nunca se debe parar: ni para ver Netflix. Frenesí febril y en muchos casos enfermizo y demencial!

Igual dinámica que existe dentro de cierto tipo de periodismo y analistas políticos funcionales a este sistema nefasto de administración y distribución del poder.

¿Cómo ha sido posible todo esto?: esta dirigencia se ha convertido en un estamento separado del resto de la sociedad y vive en su mundo de inmunidad, impunidad, prebendas y privilegios. Han convertido la gestión política en un verdadero “estilo de vida”, que cada vez privilegia más sus propias necesidades y la obsesión por lograr más poder, que las reales necesidades de la gente. Necesidades, cada vez más acuciantes, que son postergadas en su satisfacción, a no ser que entren en la estrategia de supervivencia de algún político, sea cual sea su origen, ideología o aspiraciones varias, en términos de camino hacia el codiciado poder.

Las excusas, explicaciones y justificaciones dentro de la mentalidad de la dirigencia política son variadas como “hay que tener poder territorial”, “estructura”, “dinero”, “capital para combatir a los poderosos, los poderes concentrados”, “tener influencia”.

O es porque “hay que sumar masa crítica”, “el cambio es difícil y el poder desgasta” o “si me quedo con los buenos me quedo solo” o “los compañeros o correligionarios se lo merecen porque ellos ponen el lomo “, etc. etc.

Lo que ha llevado a generar aparatos monstruosos de clientelismo con cientos de miles de personas viviendo y comiendo de la mano de algún político que siempre hay “más arriba” y así viene el “vale todo” del “toma y daca” y " la rosca” bien amada.

Nadie quiere quedar afuera! Todos buscan su lugar o lugarcito bajo el sol.

El problema es que ahora el escenario ha cambiado dramáticamente, producto de estas pautas, mentalidades, modos de hacer y entender la acción política. Y no hay la más mínima conciencia y autocritica.

Así han generado una crisis estructural integrada, donde se han desarticulado las parte más importantes de la sociedad, a lo largo de todos estos años, con una pandemia que no amaina y que juntas, están hundiendo aún más a nuestro desmantelado Titanic.

Proceso de crisis estructural que ha demostrado que saben cómo generarla, pero no tienen ni idea de cómo superarla y resolverla.

Por eso van a proponernos que votemos a Rodolfo, Gustavo, Cristina, Alberto, Cacho, Anabel, etc. etc. y ¿dónde quedaron los programas de gobierno, las plataformas electorales y los valores que los deben sustentar?

Bien, muy bien olvidados en el túnel del tiempo...

*El autor es Sociólogo.

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