Angélica Gorodischer, amiga de Mendoza

Su narrativa primereó en la literatura argentina cuando aún no se estilaba que las mujeres avanzaran demasiado sobre la literatura policial y la de ciencia ficción.

Su narrativa primereó en la literatura argentina cuando aún no se estilaba que las mujeres avanzaran demasiado sobre la literatura policial y la de ciencia ficción.
Su narrativa primereó en la literatura argentina cuando aún no se estilaba que las mujeres avanzaran demasiado sobre la literatura policial y la de ciencia ficción.

Angélica Beatriz del Rosario Arcal, con nombre de pluma Angélica Gorodischer, falleció el sábado 5 de este mes, a los 93 años.

Lectora voraz y virtuosa de una obra narrativa prolífica, supo transfundirle a su escritura su misma vibrante inteligencia como también su propio temperamento: vitalidad rotunda, imaginación soberana, placer de observar, transformar y contar, descargas de ironía y de risa. Igual de temperamental que como era charlando.

Su narrativa primereó en la literatura argentina cuando aún no se estilaba que las mujeres avanzaran demasiado sobre la literatura policial y la de ciencia ficción.

Sin lugar a dudas, uno de los rasgos más notables en su obra es la versatilidad polifónica. Podía desarrollar voces masculinas con la misma psicología efectiva y acabada que las femeninas y las hacía dialogar con coherencia. Hasta podía hacer hablar a los jardines. Y aunque era una tenaz militante de los Derechos de la Mujer y, en general de cada derecho humano, propuso siempre la integración no la rivalidad entre sexos.

Angélica supo ser amiga de Mendoza. No solo por sus conferencias, sino que con su esposo “el Goro” (Schujer Gorodischer), disfrutaron de nuestra ciudad, de algo de la zona rural y, particularmente, de la montaña. Ni qué decir de las legendarias tortitas raspadas y de suculentos platos locales acompañados de nuestros buenos vinos del buen sol.

En 2016, por solicitud de la Cátedra Libre “María Luisa Bemberg”, el Consejo Directivo de la Facultad de Filosofía y Letras gestionó ante el Rectorado de la Universidad Nacional de Cuyo su Doctorado Honoris Causa. El 25 de abril de 2017, se convirtió en la primera mujer escritora en esa lista de honorables que se inició en 1956 con Jorge Luis Borges. Y viajó con “el Goro”, casi a la edad de noventa años, para recibir el mérito en el aula C8 de la Facultad.

Fue entonces cuando durante uno de esos rituales paseos paisajísticos y gastronómicos, desveló otro de sus talentos ignorado por la mayoría de los lectores: la declamación de romances españoles eróticos. Los atribuía a un viejo y lejano tío; sin embargo, solo el pudor teórico del “pacto ficcional” podía desconocer su propio cuño.

Así es Angélica Gorodischer, la dama de la polifonía narrativa.

Hay muchas maneras en las que se escriben obituarios. Elijo decir que quedan en sus libros todos sus universos para seguir charlando. Y aquí solo le dejo el jazmín que, fuera de temporada, floreció un día antes de su partida. Parece que los misterios de la vida jamás se terminan para celebrar la vida.

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