Alberto en el país de las maravillas

Ya no sabemos si el problema del presidente es la falta de empatía producto de su mente cerrada, o un cínico despojado de cualquier tipo de sensibilidad. De cualquier forma, nos toma de estúpidos.

El presidente Alberto Fernández visitó a la dirigente Milagro Sala en Jujuy.
El presidente Alberto Fernández visitó a la dirigente Milagro Sala en Jujuy.

Albert Einstein decía que “la mente es como un paracaídas, sólo funciona si se abre”. Evidentemente a algunos la mente se les estrella contra la realidad, aunque el relato intente describir otra cosa.

Una mente abierta es capaz de sentir empatía, de receptar señales, de conectar con los demás, de entender lo que pasa. Podría decirse que es una condición necesaria que todo gobernante debe tener para ejercer el poder sin perder de vista a sus gobernados.

El presidente Alberto Fernández pareciera que carece de esa condición. Confunde. Ya no sabemos si su problema es esa falta de empatía producto de su mente cerrada, o un cínico despojado de cualquier tipo de sensibilidad. De cualquier forma, nos toma de estúpidos.

A la larga lista de insensateces se suman en los últimos días una seguidilla de hechos y dichos que insultan nuestra inteligencia y ponen a prueba nuestra infinita capacidad de sorpresa.

Según el presidente, eliminar la doble indemnización es el resultado de un crecimiento económico que propiciará el incremento del empleo formal. Diagnóstico equivocado. Estamos de acuerdo en que la doble indemnización era insostenible, pero el punto es que para generar más trabajo en blanco hay que generar las condiciones macroeconómicas adecuadas, modificar las leyes laborales, disminuir la presión impositiva, alentar la inversión privada, dar seguridad jurídica, disminuir el gasto público, controlar la inflación.

Pero otra vez, Alberto Fernández entiende y quiere hacernos creer, que el mayor problema que tenemos los argentinos es que “la economía crece mucho”, y como el crecimiento del país es tan grande, las empresas están desesperadas por contratar personal, hay una alta demanda de dólares y hay escasez de gasoil. Todo, por supuesto, fruto de nuestra exitosa economía, y no de una desastrosa administración, de la ausencia de inversiones que nos llevaron a una crisis energética sin precedentes, y de medidas que entorpecen exportaciones de productos demandados en el mundo y otras que hacen poco rentable desde la importación de combustible, hasta la propia producción nacional.

Como nunca el escenario internacional ha presentado condiciones tan ventajosas para la Argentina como hoy, pero las decisiones desacertadas de este gobierno y de otros de su mismo signo político, sólo colaboraron en la pérdida de mercados para nuestros productos.

Y como no hay problemas en la Argentina, Alberto, que vive en el país de las maravillas, suspende agenda para ir a ver a Milagro Sala, que “sufre un deterioro en su salud producto de la prisión injusta”. Ese sí que es un problema que nos afecta a todos, pero como el campo es tonto, el emprendedor es tonto y el que paga sus impuestos es tonto, no nos damos cuenta.

Se nos ríe en la cara y nuevamente, no sabemos si se trata de una falla en su paracaídas.

Aunque en algo podemos coincidir: tenemos una crisis de crecimiento. Pero de pobreza, de decadencia, de irritación social, de falta de oportunidades, de hambre y de miseria.

No hay relato que pueda tapar la realidad. Por favor, señor presidente, aunque nos vea la cara de estúpidos, no nos trate como tal.

*El autor es Presidente de la Honorable Cámara de Diputados de Mendoza

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