El gobierno chino esta furioso y busca venganza tras los reportes de una de sus vacunas

El régimen de Xi Jinping cree que los resultados de la fase 3 publicados en Brasil sobre la Sinovac perjudican la reputación de sus desarrollos contra el coronavirus.

El presidente de China, Xi Jinping busca venganza contra los reportes negativos de la vacuna. (Foto: Marcos Correa/Palacio do Planalto/DPA)
El presidente de China, Xi Jinping busca venganza contra los reportes negativos de la vacuna. (Foto: Marcos Correa/Palacio do Planalto/DPA)

Desde que inició la pandemia de coronavirus, originada en Wuhan, China, hasta hoy, el régimen conducido por Xi Jinping cree que existe una campaña internacional para desprestigiar al gigante económico. Esto es el argumento que tienen para justificar la agresividad diplomática que mostraron durante todo 2020 y que al parecer continuara en este nuevo año.

Ahora esta agresividad se trasladó a Brasil, luego de que autoridades sanitarias y científicas del país sudamericano informaran que la vacuna de producción china, Coronavac, mostrase una eficacia del 50,38 por ciento, muy por debajo de otros desarrollos occidentales y de lo que había sido comunicado previamente en China. El anuncio fue el pasado 12 de enero en donde los científicos del Instituto Butantan, de San Pablo, pidiera la aprobación de emergencia de la vacuna.

Ese informe enfureció al régimen de Beijing. De inmediato, el presidente del laboratorio Sinovac, Yin Weidong, afirmó que el antídoto era altamente efectivo, contradiciendo al examen brasileño. Yin sostuvo que los ensayos en Brasil habían encontrado que era 100% eficaz para prevenir casos graves de COVID-19 y que la empresa estaba ampliando su capacidad de producción para satisfacer la demanda nacional y extranjera.

Brasil será el segundo país en probar la vacuna contra el Covid-19 en humanos.
Brasil será el segundo país en probar la vacuna contra el Covid-19 en humanos.

Pese a los comentarios del presidente del laboratorio, la conducción del país asiático quiso limpiar “el honor” de su desarrollo y para esto no encontró mejor forma que atacando a sus rivales. En este caso, a las otras vacunas y las empresas que están detrás de ellas.

La diplomacia y el aparato propagandístico chino hizo blanco en Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Comenzaron a bombardear con información de que sus desarrollos eran más fáciles de almacenar, distribuir y aplicar que los hechos en Estados Unidos y Europa. E insistieron en que sus vacunas tienen una eficacia cercana al 80 por ciento.

Los números son poco claros: para Turquía la eficacia de CoronaVac es del 91,25 por ciento; para Indonesia es del 65,3%, mientras que para China es del 78 por ciento. Nadie sabe finalmente cuál es el número verdadero.

Algunos países que habían adquirido las dosis, solicitaron a Sinovac más información y frenaron los envíos por el momento. Lo que se pide es más datos y estadísticas para saber que inocularan a las respectivas poblaciones y finalmente su eficacia de manera certera.

Mientras tanto, delegados de Xi Jinping comenzaron a atacar a Occidente y a sus medios. Uno de sus voceros es el editor en jefe del diario Global Times, Hu Xinjin. El medio es un órgano del Partido Comunista Chino (PCC). “Si miras los sitios web de los principales medios de comunicación de Estados Unidos y occidente, casi todas las noticias que lees sobre la vacuna fabricada en China son negativas. La prensa quiere destruir la reputación de la vacuna china, con la esperanza de que el mundo espere a que Pfizer y otras compañías estadounidenses y occidentales produzcan excedentes de vacunas y finalmente se vacunen”, acusó Hu.

El periodista del medio chino, como uno de los ejemplos de sus publicaciones en su Twitter, @HuXijin_GT, se pregunta si realmente se puede confiar en la vacuna de Pfizer.

Hu ha liderado el camino en la defensa de las vacunas producidas en China, no a establecer su efectividad, sino al tratar de derribar la reputación de otros candidatos, en particular las producidas por la empresa estadounidense Pfizer”, dijo James Griffiths, analista de la CNN.

La venganza contra las vacunas occidentales

El canal estatal chino CGTN se encargó de destruir los desarrollos occidentales y a acusar a los medios de comunicación de Europa, Estados Unidos y el resto del mundo de no hablar sobre lo que ocurría en Noruega. Uno de los principales impulsores de las acusaciones contra Pfizer fue uno de los altos portavoces del ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing, Xhao Lijian. Quien para denunciar el supuesto complot utilizó la red social Twitter, prohibida para el resto de los habitantes de su país.

Xhao compartió mensajes de una periodista China, Liu Xinin, quien se indignaba por lo que creía era falta de cobertura sobre las muertes en Noruega y otras en Alemania. Acusó directamente a los medios, agencias internacionales de noticias y a Pfizer de estar detrás de la campaña y del supuesto ocultamiento. Uno de los tuits decía: “No se puede verificar de forma independiente, pero es preocupante: 10 muertos en Alemania pocos días después de recibir las vacunas de Pfizer y BioNTech”. Extraño comportamiento para un periodista que da información reconociendo que no ha sido verificada. El vocero de la cancillería de Beijing retuiteó esa temeraria publicación.

“¿Alguno de los principales medios de comunicación estadounidenses o europeos recogió la historia? Imagínese si se determina que 13 personas han muerto a causa de las vacunas fabricadas en China, ¡habría sido noticia en todas partes!”, volvió a indignarse Liu, sentimiento compartido por Xhao con sus casi 900 mil seguidores.

Para el analista de la CNN, James Griffiths, las noticias sobre muertes y reacciones graves por inoculaciones deben ser tomadas con responsabilidad por los medios. Incluso, la noticia debería ser confirmada antes de ser publicada. “Los periodistas, ya sea en China, Estados Unidos o en cualquier parte del mundo, tienen una muy buena razón para no apresurarse a informar sobre muertes supuestamente relacionadas con las vacunas. De hecho, algunos medios han sido criticados por exagerar las reacciones alérgicas a las vacunas o informar sobre las muertes de personas recientemente inoculadas sin evidencia de ningún vínculo con la inyección”, dijo Griffiths y agregó: “Esas autocríticas se dieron en medios libres, no dependientes del estado” finalizó.

El problema es que Xi Jinping ve en esa posible mesura una conspiración contra sus propias vacunas. Y su respuesta y venganza no se ha hecho esperar.

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