Una casa de hormigón que pende de un hilo

Una obra que invita a relajarse partiendo de dos volúmenes superpuestos que dan entrada al paisaje natural argentino.

A poco más de 350 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, concretamente en la ciudad de Cariló, se levanta esta vivienda compuesta de dos volúmenes rectangulares inmersos en el paisaje natural argentino que la rodea. El proyecto, una casa de vacaciones obra del arquitecto local Luciano Kruk, presenta una distribución de espacios y usos domésticos que sitúa la principal zona de estar a tres metros de altura, en una estructura de hormigón que parece estar flotando sobre la zona de aparcamiento exterior habilitada en medio del entorno arbolado.

La vivienda, situada sobre un terreno inclinado próximo al mar se organizó en dos volúmenes rectangulares dispuestos a diferentes niveles, en forma de L.

De líneas rectas y puras, y bajo un aspecto industrial, se alza la construcción que, si bien queda integrada en el espacio natural se mantiene al margen de él, favoreciendo la inclusión de otros elementos como la zona de estacionamiento, situada bajo el voladizo del nivel superior, o la piscina, continua a la planta baja.

En la cubierta de la casa se ha adaptado un mirador elevado al que se accede tras subir unas escaleras y que cuenta con un pequeño asiento, todo ello de hormigón, en línea con la estética general de la estructura, desde el que poder divisar panorámicas con el mar de fondo.

La piscina, recubierta de hormigón e integrada totalmente en la estructura de la vivienda, es la guinda a una zona de estar exterior, que hace las veces de solarium y de comedor para comidas informales y parrilladas. Toda esta zona está rematado con entarimado de madera que aporta calidez al conjunto.

Se trata de una casa de vacaciones situada a unos 360 kilómetros de Buenos Aires cuyos 230 m2 de superficie se organizan bajo una estructura predominantemente de hormigón y con cerramientos de cristal que favorecen la conexión con el paisaje natural circundante.

Un mobiliario austero a la vez que acogedor viste la sala de estar de la casa, flanqueda a ambos lados por cerramientos de cristal transparente que se abren al paisaje natural exterior que la rodea. De este modo, la vegetación parece penetrar dentro de la casa sin apenas formar parte de ella.

Apenas la escalera de hormigón que comunica con el nivel superior separa la sala de estar de la cocina, ocupando gran parte de la planta baja destinada a zona de día. El mobiliario parece fusionarse con el armazón de hormigón, acero y cristal de la casa empleando materiales y colores análogos.

La cocina, abierta y con una gran isla de trabajo, está realizada a medida con encimera y estructura de hormigón y armarios encastrados. Junto a ello, una amplia mesa rectangular de madera aporta la dosis adicional de calidez y recogimiento al ambiente.

Los dos volúmenes que conforman la vivienda, acristalados de suelo a techo, miran por un lado al mar y por el otro al jardín privado con el que cuenta la casa. Asimismo, la situación de la vivienda, ha hecho necesario contar con cerramientos capaces de protegerla de los vientos fríos provenientes del mar.

El espacio principal de la casa se ubica en una posición elevada, a tres metros sobre el suelo, y en él se emplaza el dormitorio principal que conecta con el área más social de la vivienda. Frente al hormigón dominante de la estancia se imponen la fuerte entrada de luz natural y las vistas al exterior.

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