Una casa antigua transformada en una vivienda elegante y luminosa

Su diseño recuerda lo que fue en el siglo pasado, pero sus interiores contemporáneos lo plantan en un presente luminoso.

Casa antigua
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Sin ser muy grande, esta casa parece gozar de generosas dimensiones. Y derrocha luz cuando antes muchas de sus numerosas habitaciones eran ciegas, sin ventanas. Resulta sorprendente lo que una buena reforma puede hacer con el espacio; cómo, de donde no hay, saca amplitud, transparencia, perspectiva, increíbles puntos de fuga... Álvaro de Alvear Aragón –arquitecto– y Miguel García de Valcárcel –interiorista– son los artífices de la metamorfosis.

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Bajo ese manto de decrepitud se adivinaban encantos esperando florecer: un torrente de luz, techos altísimos, una galería de cristal en el centro de la planta y una configuración que ofrecía muy buena base para conseguir espacios proporcionados. «En la mayoría de nuestros proyectos, el hilo conductor viene determinado por el contexto de la propia vivienda, la época de construcción, el estilo arquitectónico... Nosotros intentamos reforzar aquellos puntos que claramente vemos con más potencial», explican los socios. Para ello, aquí se hizo necesario modificar la distribución.

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En la zona del hall, una boiserie de cuarterones de espejo esconde el aseo y el lavadero. Sobre el pedestal, tinaja de barro procedente de Mestizo y detrás, grabado de Palazuelo. La silla Reina Ana se encontró en Le Secret.

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Curvas, polígonos, conos, cilindros... y espejos. Se juega con las formas, los materiales y la disposición de los muebles para crear movimiento en el salón. Como eje central, chimenea de mármol del s.XIX, con candeleros flamencos del XVII procedentes de Azul Tierra. El sofá blanco es de Studio Bañón y las telas de los cojines, de Nacho de la Vega. A su lado, auxiliar de latón de Zara Home. Las butacas años 50 se adquirieron en Mestizo.

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Sobre la mesa de centro mid-century en mármol, candeleros Imperio comprados en el Mercado de las Pulgas parisino y coral de Mestizo, de donde también procede el pie de escayola de la izda. Un biombo pintado a mano por Carol Moreno se despliega sobre la pared. Al fondo, cuadro de Jordi Alcaraz, adquirido en Galería Miquel Alzueta.

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Una apuesta con carácter en el comedor: mesa de mármol de Mario Bellini, con sillas diseñadas por Miguel García de Valcárcel y Álvaro de Alvear, y tapizadas con rayas de Güell-Lamadrid. El jarrón de cristal es de Mestizo. Entre los dos balcones, espejo Luis XVI comprado en Le Secret.

La galería restaurada da ahora luz a la cocina, abierta tras los pilares de madera originales. A destacar el suelo de tarima en espiga con fajeado perimetral.

Los tonos del dormitorio conectan con la naturaleza. La cama se anima con almohadones de Lo de Manuela y plaid de Maison de Vacances. Las sábanas son de Zara Home, como las mesitas de noche. Sobre estas últimas, lámparas de cristal de Murano de El Ocho. Una obra de Tàpies, adquirida en Subastas Segre, luce en la pared.

El cuarto de baño se ha revestido con papel de Cole & Son. Un mueble lacado en brillo acoge el lavabo, con grifería de Fantini. La lámpara, con pantalla de ante, es de Maison Charles y el puf, un modelo años 50 de Mestizo.

Las estancias se organizaron en torno a los huecos de fachada, reubicando en la principal, de altos balcones, el salón. La cocina se abrió a la galería y las habitaciones se dispusieron alrededor de los patios traseros. Amplias zonas de recibo con ambientes conectados visualmente aportan profundidad. También se le ha dado peso al hall de entrada cubriéndolo con espejos: «Es la primera y última toma de contacto, y no hay que tratarlo como un espacio residual, tiene que ennoblecer la vivienda y sus proporciones», subraya Miguel García de Valcárcel. Para crear puntos de interés, se han elegido muebles singulares y escogidas obras de arte que brillan en un escenario pensado para ellas: una caja pintada en blanco roto y un suelo de madera en color natural dispuesto en espiga y con fajeado perimetral, tal como se hacía en muchas residencias de aquella época. La casa no puede ser más moderna y actual, pero su código genético sigue estando intacto.

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