La clave para atenuar el coronavirus se desarrolla en Mendoza

Walter Manucha es un científico mendocino que lidera una investigación que podría favorecer el estado de salud en pacientes con Covid-19 y demás enfermedades que afectan al sistema inmunológico.

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Fotos Luis Guiñazú Fader . Contactálo aquí.

¿Quién imaginó un 2020 como el que estamos viviendo? En apenas pocos meses el virus que afectó en Oriente viajó para instalarse ferozmente en Europa y, poco después, desembarcó en nuestro continente donde comenzó a asentarse en cada país, cambiando la vida de las personas de manera inimaginable. Si bien los intentos políticos por resguardar la salud de la población son muchos, no cabe duda que la mayor batalla se da en los hospitales. Son los profesionales de la salud quienes más conocen la realidad que el Covid-19 vino a instalar a nivel mundial. Pero, no podemos hablar del ámbito de la salud sin referimos al campo científico que tanto trabaja en encontrar cura a ese virus microscópico que paralizó al mundo. En Mendoza un investigador lidera un proyecto que busca darle pelea al coronavirus a través de un tratamiento con altas dosis de vitamina "D", el proyecto ya se encuentra en fase experimental y, de obtener resultados positivos, cambiaría de manera radical la prevención no solo de Covid-19, sino de otras patologías recurrentes.

Walter Manucha es doctor en farmacia y bioquímica, docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo e investigador CONICET y, sobre todo, un profesional que anhela colaborar con la situación sanitaria actual. Su investigación denominada “Ensayo controlado con vitamina D en altas dosis versus placebo para prevenir las complicaciones evolutivas de pacientes infectados por COVID-19” fue uno de los 64 proyectos elegidos (entre 900 postulados) por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en el marco de la convocatoria que propuso la Agencia de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) en torno de la Unidad Coronavirus Covid 19. Hoy avanza en su hipótesis de investigación gracias a los 100.000 dólares recibidos desde el Gobierno de la nación para subsidiar el estudio.

Básicamente, su investigación intenta elaborar un tratamiento que atenúe el desarrollo del Covid-19 a base de vitamina D y así, evitar que pacientes infectados por el virus vean afectado su salud a medida que atraviesan la enfermedad. Una propuesta natural y sobre todo económica que, de ser satisfactoria, representaría un gran avance en cuanto a tratamiento médico se refiere.

Tu investigación sobre la Vitamina D no es nueva. ¿Qué te motivó investigar sobre este tema?

En 2007, en Rosario, escuché una conferencia de un médico argentino radicado en EEUU. Habló sobre los efectos antienvejecimiento de la vitamina D, eso llamó mucho mi atención, porque yo ya venía estudiando al respecto. En mi cabeza comenzaron a acomodarse piezas, lo que escuchaba intentaba adaptarlo a lo que ya sabía. Cuando terminó la charla me dirigí al médico que dio la conferencia y le comenté mi inquietud. Me invitó a su laboratorio donde comencé a profundizar en el tema. Todo ese conocimiento lo traje a Mendoza y, en el laboratorio, empezamos a tener colaboración con EEUU. A partir de ahí, la investigación ahondó en esto que no es una vitamina, sino una hormona y que fue descripta en organismos ancestrales que no tienen huesos. Entonces, la pregunta lógica es: ¿qué sentido tiene una molécula que se concibe que sirve para el hueso en un organismo que no tiene hueso? ¿Es casualidad? Evidentemente sirve para el hueso y para otras cosas. Esto nos llevó a adentrarnos en mecanismos celulares y pudimos entender otros aspectos relevantes que son de público conocimiento si indagamos en fuentes de información confiable. Es decir, artículos que muestran los beneficios de la vitamina D en pacientes animales y humanos.

¿Qué se sabe sobre los índices de vitamina D en el mundo?

Existe un déficit mundial de vitamina D. No sé sabe bien a qué se debe. Algunos piensan que es por temas de estacionalidad, por exposición solar y hábitos alimentarios; pero parece ser que los cambios de hábitos que tenemos, esto de la civilización, de sedentarismo, de no hacer lo que antiguamente hacía el hombre con su físico para obtener sus alimentos; hizo que los niveles de vitamina D no sean iguales en aquellos habitantes de hace siglos que con los de la actualidad. Y a medida que la población avanza, disminuye el nivel de vitamina D en el plasma, lo cual nos predispone a muchas enfermedades de tipo inflamatorio.

¿Inflamatorio?

Sí. A medida que vamos avanzando en la edad, nos vamos inflamado. ¿Qué quiere decir esto? Que empiezan a aumentar las fallas, por lo tanto, cada vez tenemos menos defensas ante esas fallas. Parte de las defensas, son los niveles de vitamina D. Por eso, no es casualidad que las personas de edad avanzada sean el grupo etario en el que más impacto tiene esta enfermedad inflamatoria. No quiere decir que una persona joven no pueda tener la enfermedad, pero la va a transitar de otra manera. Hay una predisposición, porque el sistema inmune de una persona mayor no responde igual, sin contar si es diabético, hipertenso, obeso, etc., factores que aumentan la inflación lo que provoca que el sistema inmune no pueda defenderse ante este virus. Si logramos aumentar los niveles de vitamina D en la población media, estaremos contribuyendo -como mecanismo de defensa- a enfrentar no solo esta enfermedad, sino también la influeza. Hay trabajos publicados que dicen que elevar los niveles de vitamina D en pacientes con dengue también permite sobrellevar la patología de mejor manera.

Es decir, todo lleva a un mismo lugar…

Claro, todo lleva a un proceso inflamatorio que se llama “tormenta inflamatoria” que es algo normal en el organismo como mecanismo de defensa, pero cuando no lo puede afrontar pasa a ser contraproducente y el paciente puede terminar en una unidad de cuidados intensivos necesitando un respirador o, en el peor de los casos, muriendo. Así como nosotros, hay muchos países probando diferentes dosis de vitamina D asociado -o no- con vitamina C, Zinc y demás. Es decir, no solo hacer un aporte que colabore con el tratamiento que está recibiendo el paciente contagiado y así atravesar el cuadro, sino también, pensar que la historia no se acaba con el coronavirus. Vamos a seguir recibiendo patologías infecciosas que nos van a exponer nuevamente y que atacan al sistema inmunológico. La propuesta el normalizar los niveles de vitamina D.

¿Por qué es una hormona?

No es una vitamina porque sus características trabajan como una hormona. ¿Por qué? Porque actúa en más de doscientos genes que participan de múltiples funciones celulares, entre ellas la capacidad que tiene la célula de mantener un estado integro, saludable, de equilibrio. Entonces, a lo que contribuye está hormona es lo que, de alguna manera, nosotros hemos simplificado en un proyecto de investigación que ya empezó y está siendo financiado por la nación.

En qué consiste el proyecto

En una primera etapa el proyecto requiere doscientos pacientes para suministrarle a cien vitaminas D y cien con placebo, personas que no reciben la vitamina pero que creen que las reciben. Aunque, en realidad, el estudio es doblemente ciego, es decir, ni el paciente sabe lo que recibe ni el médico sabe lo que suministra. Es una forma de garantizar que no haya sesgos para que los datos sean estadísticamente significativos. Si realmente la vitamina protege, lo vamos a ver y si no lo hace, también lo vamos a ver. Lo que pretendemos es mejorar la condición del paciente.

Entonces estamos ante una investigación totalmente nueva

Nunca se ha confrontado a una patología proporcionándole esta vitamina. Se estima que la persona que tiene determinada patología tienen déficit de vitamina D, pero ¿tienen menores niveles de vitamina D porque se ha consumido por la enfermedad? o, ¿se enfermó porque –entre otras cosas- le falta vitamina D? Parece lo mismo, pero es diferente. Hemos deducido la implicancia que tiene la vitamina en la enfermedad humana, pero nunca hemos confrontado al enfermo y aumentar los niveles de vitamina para determinar si mejora su estado de salud.

¿Cómo avanza este proceso? ¿En qué etapa está? ¿En Mendoza se está trabajando con este tratamiento?

En Mendoza aún no, porque no existen casos suficientes para poder realizarlo. Los pacientes que se escogen para el estudio solo reciben la vitamina. Entonces, trabajamos con centros que tienen varios casos y, obviamente, provincia de Buenos Aires es el centro de la investigación. En la actualidad estamos trabajando en quince hospitales en los que ya contamos con los permisos de cada comité para poder desarrollar el proceso. En una primera etapa es trabajar con doscientos pacientes con Covid-19 positivo (cien con vitamina y los otros cine sin vitamina), si los resultados arrojados son los esperados, recién ahí avanzaremos al segundo objetivo que es trabajar con 1.265 pacientes. Lo que va a implicar un poco más de tiempo, estimamos que en noviembre o diciembre podamos tener resultados más concretos y finales.

Si el proceso se realiza según lo investigado, “el broche de oro” será la recomendación de vitamina D a pacientes positivos con coronavirus no graves, sino en estado inicial o intermedio. Una siguiente etapa tiene que ver con trabajadores de salud y geriátricos. Tenemos mucha cautela, también, con lo que informamos, porque todo tratamiento tiene que seguir los pasos y cuidados de médicos de cabecera.

Estamos hablando de una propuesta que no solo permite contar con un tratamiento para pacientes infectados, sino también uno preventivo.

¡Exacto! Se han desarrollado estudios en el que se conoce que hay una correlación directa entre niveles de vitamina D y patologías de todo tipo; lo que aún no se sabe cuáles son las dosis recomendadas. En casos de Covid-19 positivo leves e intermedios, este tratamiento colaboraría a sobrellevar mejor la enfermedad.

¿Qué podemos recomendar a la población para que acceda de manera natural a la vitamina D? ¿Dónde la encontramos?

Argentina es un país muy rico en cuanto a exposición solar, tenemos 364 días de sol constante. La medida de recluir a las personas en sus casas, atenta contra el sistema inmunológico. Es decir, nos protege, porque no nos exponemos al virus; pero, el aire libre, el contacto con el sol, el ejercicio: favorecen al sistema inmunológico. La radiación solar sintetiza la vitamina D. Y este trabajo que estamos intentando comprobar se conoce empíricamente hace siglos.

Como recomendaciones podemos decir que es bueno exponerse al sol al menos 15 o 20 minutos al día, en horarios en el que los rayos no sean dañinos. De ser posible, utilizar una remara mangas cortas o mangas largas, pero ropa clara, especialmente en la zona del tórax y miembros superiores, zonas donde más se sintetiza la vitamina D. Alimentarse con carnes, lácteos, vegetales, pescados de aguas profundas y de origen marino, hongos. En los alimentos cotidianos se consumen grandes niveles de vitamina D.

A esta lista es importante sumar hábitos saludables: caminatas, ejercicios, controlar la ingesta de alcohol, el tabaquismo. Y, sobre todo, lo que refiere a la emotividad: reír, disfrutar de la vida. El ser humano, es un ser social y las medidas de confinamiento también afectan el sistema inmunológico. Por ello, una buena idea es disfrutar de la música, de bailar, de una charla y de la familia. También, acabar con el sedentarismo, ser más activos en lo físico y lo social. Otro aspecto importante es mantener buenos hábitos de descanso, es decir, dormir lo suficiente, aspecto que también permite gozar de buena salud y favorece al sistema inmunológico. El hábito humano actual genera una situación de estrés, no solo mental, sino también biológico lo que provoca un consumo de la vitamina D. Entonces, la pregunta no solo es dónde encontrar la vitamina, sino saber que debemos evitar ese consumo.

Tenés una expectativa muy positiva del proyecto

Llevamos 500.000 unidades internacionales, una dosis impresionante para que en pocos días el paciente tenga dosis altas de vitamina D para que pueda afrontar el virus que tiene activo en su cuerpo. Estamos haciendo prevención y si lo que hemos hipotetizado es correcto, podemos abrirlo a poblaciones de riesgo y pensar en mejorar la salud de las personas. Los estudios que se han desarrollado han sido ensayos, no se han hecho estudios sobre cuánta vitamina D deberíamos tener en circulación para prevenir enfermedades virales, cáncer, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o demencia senil; entre otras patologías. Esto es lo que estamos desarrollando. Conociendo los niveles de vitamina D en los pacientes y teniendo controles anuales, los pacientes podrían mejorar su estado de salud.

¿Qué significa para el campo científico de la provincia poder desarrollar esta investigación?

Llevo 30 años en el campo de las ciencias médicas y está investigación me permite poder transferirle a la comunidad todo ese cúmulo de conocimiento de las ciencias básicas que a veces cuesta compartir. Este contexto en el que nos encontramos no es aislado. La humanidad ha vivido situaciones difíciles de manera histórica. Siempre han habido situaciones que han diezmado a la población mundial y el devenir del conocimiento permite mejorar dichas situaciones. Ahora, nos tenemos adaptar, pero tenemos a mano un elemento accesible, económico y sano del que poco se sabe. Desde hace tiempo estamos investigando sobre la vitamina D y lo que ocurre ahora es algo inédito, nos permite proponer esta hipótesis que se conoce, pero que no se ha probado en humanos.

Lo que planteamos en este proyecto avalado por el Gobierno de la nación a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología nos va a permitir validar esta hipótesis, saber si una dosis elevada de vitamina D puede mejorar la condición inmunológica de esta patología para que el paciente pueda atravesar el cuadro de una mejor manera, que no lo complique y evitar la terapia intensiva. Para mí significaría un logro increíble, algo tan elemental, tan a la mano y económico que pueda contribuir con la salud de la población, y no solo con los pacientes de Covid, sino a la población en general. Hay países que están recomendando intensificar el consumo de alimentos que tengan vitamina D, ampliar la exposición solar, es decir, que todo sume a reforzar el sistema inmunológico.

El equipo que Walter Manucha lidera está conformado por los doctores León Ferder y Felipe Inserra de la Universidad Maimónides de CABA y los doctores Carlos Tajer y Javier Mariani del hospital El Cruce de Florencio Varela, Buenos Aires. Dedican sus días de trabajo en sintonía con laboratorios de otras partes del mundo que también estudian el impacto de la vitamina D sobre el sistema inmune y el Sars-Cov-2.

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