Flamengo es un escándalo. Es que el actual campeón de la Copa Libertadores tiene al 90% de su plantel contagiado de Covid-19 y eso generó varias situaciones.
La primera repercusión del tema fue que la dirigencia decidió echar al Community Manager del club, ya que tras el triunfo ante Barcelona en Ecuador subió una foto a las redes sociales del club mostrando a todos los jugadores juntos en el avión de regreso a Brasil, pero sin respetar la distancia y sin barbijos.
Según indican, esa sería la razón por la que se dio el brote dentro del plantel del Mengao.
La otra historia es que este domingo tenía que jugar ante Palmeiras, pero al no contar con la cantidad de profesionales necesaria para afrontar el encuentro, solicitó su suspensión.
Pero un tribunal superior de la justicia ordinaria brasileña permitió la disputa del partido. Este Tribunal Superior del Trabajo dictó una cautelar pocos minutos antes del horario del encuentro, programado para las 16 de nuestro país, en el Allianz Parque de Sao Paulo, y que finalmente empezó con unos veinte minutos de retraso.
La decisión de la corte de apelaciones vino motivada por un recurso exprés de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), que desde el inicio se plantó ante la posibilidad de aplazar la partida a pesar de las múltiples bajas del Flamengo.
Ante esa negativa, el sindicato de los trabajadores de los clubes de Río recurrió a la Justicia ordinaria y el Tribunal Regional del Trabajo de Río de Janeiro decidió suspenderlo, dictamen que fue invalidado en la corte superior. El gremio alegaba que existía un “riesgo elevado de contagio” porque, según sostenía, el virus está potencialmente activo entre los empleados del departamento de fútbol del Flamengo y, por tanto, no había condiciones para la realización del partido.
La escuadra carioca acumula casos de COVID-19 desde mediados de septiembre y ya son una veintena de positivos para el nuevo coronavirus, entre jugadores, técnicos y miembros de la directiva. En medio del embrollo judicial, el Flamengo viajó a Sao Paulo a pesar de que por aquel entonces el partido estaba suspendido, y solo fue liberado minutos antes del horario programado.
Por su parte, Palmeiras siempre fue partidario de jugar y el sábado su presidente, Maurício Galiotte, insinuó que, en caso contrario, el protocolo sanitario de la CBF no se estaría cumpliendo y sería “preciso paralizar la competición”.
Finalmente el partido terminó empatado 1 a 1 y en Flamengo lo festejaron como si fuera un triunfo.
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