Marruecos: Casablanca, el mito Hollywoodense

La histórica ciudad que hizo famosa el cine, fue fundada en 1770 por el sultán Ben Abadía. Se destaca la Mezquita de Hassan II.

Marruecos: Casablanca, el mito Hollywoodense
Marruecos: Casablanca, el mito Hollywoodense

La ciudad ideal para hacer base en Marruecos es Marrakech. Desde allí se puede programar una visita de un día completo para conocer Casablanca y respirar el aire salobre del Océano Atlántico.

Esta histórica ciudad es la más grande y comercial del país con un importante puerto artificial que es el que mayor volumen de mercancía mueve en el norte de África. Fue fundada en 1770 por el Sultán Ben Abadía y tiene una población de seis millones de habitantes.

Se hizo famosa gracias al film homónimo de 1942 protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.

Es una travesía de 240 kilómetros que dura tres horas surcando el desierto y las montañas del Atlas.

Como compañera de compartimento me tocó una chica vestida a la usanza musulmana que no dejó de utilizar el celular en todo el trayecto. La fiebre por la tecnología y las redes sociales no distingue entre costumbres y religiones.

El tren me dejó en la estación de Casa-Voyageurs donde, como se acostumbra en países árabes, tuve que negociar la tarifa durante algunos minutos con un taxista para que me llevara al Rick`s Café que está muy cerca del puerto. Allí se desarrolló gran parte de la película (filmada en estudios) y que dio origen a una de las frases más célebres del cine cuando Bergman, en el papel de Ilsa Lund, le pide al pianista: ''Tócala de nuevo, Sam'' refiriéndose a la canción As time goes by. Este drama/romance fue dirigido por Michael Curtiz y ganó tres premios Oscar a mejor Película, Director y Guion Adaptado en la entrega de 1943. 

La atmósfera de los años cuarenta está perfectamente lograda con arquitectura islámica de arcos en forma de herradura, las mesas y el mobiliario que decoran el lugar. un piano, no el original donde tocaba Sam, domina el centro de la escena. El piano verdadero fue subastado en el año 2014 por la nada despreciable suma de 2,9 millones de dólares. 

Era una mañana calurosa y tomé un jugo de naranja en la barra mientras evocaba escenas del clásico hollywoodense. Salió bastante caro: 40 dirhams (4,5 dólares). Diez veces más que el mismo jugo en la plaza Jemá el Fná de Marrakech pero pagaba el ambiente y la mística, por supuesto. Está permitido sacar fotos en su interior y se puede subir a la planta alta donde hay vistas del mar.

Dejé el café y desde allí inicié una caminata de 10 minutos que me llevó a otro ícono de Casablanca: la Mezquita de Hassan II. Es la segunda más grande del mundo árabe tras La Meca y su minarete de 265 metros el más alto de la tierra.

Está emplazada junto al océano y las olas rompen en la base del sacro edificio. Su gigantesca explanada puede albergar hasta 80 mil fieles en un día de festividad sagrada. Me remojé en las aguas atlánticas y para ello me quité la remera pero es un país musulmán y algunos no vieron con agrado mi semi desnudez y me miraron mal mientras acomodaba el trípode para hacerme fotos en el lugar.

Un niño me arrojó una pequeña piedra que impactó en mi pierna. Inmediatamente vino su padre a retarlo y lo hizo pedirme disculpas.

La bahía forma una especie de medialuna y en el otro extremo se observa el faro El Hank.

Se puede caminar hasta allí aunque hay un barrio poco aconsejable en las cercanías. Se recomienda no alejarse de las zona indicadas para los visitantes. Tiene 50 metros de alto. Se construyó en 1905 y fue reformado en 1914. Emite un potente haz de luz con un alcance de 48 kilómetros y con una intermitencia de seis segundos que orienta a los barcos que llegan por el océano. No está abierto al público pero por una propina el guardián permite trepar a su cima por una escalera en espiral de 250 escalones.

Otra remojada para bajar el calor de junio en estas latitudes y fui a la estación a tomar el tren de regreso a Marrakech.

Aquí me toco compartir los asientos con una familia local que estaba muy interesada en conocer las costumbres argentinas ya que nunca habían conocido a un nativo de estas tierras. Intercambiamos diálogos en castellano, un idioma que habla un alto porcentaje de la población debido a la cercanía con España, un país limítrofe al otro lado del Estrecho de Gibraltar y a donde se dirigen las pateras que suelen llevar inmigrantes ilegales a Europa.

Más datos

Con pasaporte argentino no hace falta tramitar Visa para ingresar

Tren de Marrakech a Casablanca: 20 dólares ida y vuelta

Taxi al Rick´s Café: 4 dólares

Rick´s Café: ingreso gratuito pero se debe hacer una consumición

Mezquita Hassan II: 15 dólares

Faro de Casablanca: gratuito. Se le da una propina al cuidador  

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